FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
Enrique Peña Nieto montó una “coreografía” para presentar su declaración de bienes. El analista de ‘Reforma’ afirma que en realidad el presidente hizo público el “ocultamiento” de lo que tiene. “Su declaración patrimonial es una flecha que indica: aquí hay un escondite”, dice.
“Ocultamiento público”,
Jesús Silva Herzog-Márquez
Periódico Reforma,
Lunes 28 de enero, 2013
El actual gobierno no da un paso sin consultarlo con su coreógrafo, no hace nada sin la intervención del escenógrafo. Para el gobierno de Enrique Peña Nieto, hacer es lucir. Será por ello que decidió organizar un evento público y presentar la declaración patrimonial del Presidente y de sus principales colaboradores. No era formalmente necesario que lo hiciera de ese modo. Los funcionarios podían haber cumplido su obligación legal discretamente pero, ¿qué caso tiene hacer algo si no sale en la tele? Los directores de escena habrán pensado que era una magnífica ocasión de mostrar el compromiso del nuevo gobierno con la transparencia y sacudirse la mala imagen de los priistas. Pero los cuidadores de la teatralidad presidencial no se percataron que el Presidente no haría pública su declaración de bienes, sino que haría público el ocultamiento de sus bienes. Así, el gobierno ha obsequiado a la opinión pública una mina para la sospecha. Lo grave no es que el Presidente ignore el significado de las siglas del IFAI: es que su declaración patrimonial es una burla de la transparencia. Con toda solemnidad, el gobierno pone en escena un evento extravagante: el presidente de la República ocultando sus bienes… en público.
Eso y no otra cosa fue lo que hicieron el presidente Peña Nieto y su equipo de trabajo -con la notable excepción del procurador general de la República. Simularon que daban a conocer su patrimonio cuando, en realidad, anunciaban que lo escondían. Tomemos el caso más visible, el del jefe de gobierno. El Presidente declara ser propietario de nueve inmuebles. En su declaración se da a conocer la superficie de los inmuebles pero no el lugar en donde se encuentran, ni lo más importante: su precio. Cuatro casas, cuatro terrenos y un departamento. ¿Puede la opinión pública tener una idea de cuál es el patrimonio de Enrique Peña Nieto al acceder a su cargo? El gobierno no se atrevió a revelarnos el patrimonio de sus integrantes: decidió mostrarnos las cortinas que lo ocultan. Detrás de esta tela hay una casa, un terreno, una inversión, acciones en alguna empresa. ¿Cuánto vale la casa, cuál fue el precio de compra del terreno, dónde ha invertido el funcionario, en qué empresas tiene acciones? Nada de eso se revela en las declaraciones patrimoniales. El Presidente dice que tiene obras de arte. No imagino una colección envidiable pero es importante saber qué tiene el Presidente, no por su valor estético sino por su valor económico. Si dentro de seis años el Presidente adquiere una colección de Van Goghs, seguirá reportando exactamente lo mismo. Su declaración patrimonial es, en realidad, una flecha que indica: aquí hay un escondite.
Los secretos que el gobierno evidencia contrastan con las prácticas internacionales. Cuando el presidente Obama transparenta sus cuentas muestra las fuentes de sus ingresos y el monto de su patrimonio. Uno de los elementos importantes de una declaración patrimonial es dar a conocer las inversiones de los funcionarios para detectar cualquier conflicto de interés. En las declaraciones que el gobierno entrante hace públicas esto es un misterio. El caso del secretario de Agricultura es particularmente notable. El antiguo gobernador de Coahuila declara que invierte en más de 50 organizaciones privadas. ¿Qué empresas son? ¿Están vinculadas al sector agropecuario? ¿Existen conflictos de interés con la responsabilidad que tiene como secretario? Las declaraciones que ha presentado el gobierno federal son inservibles como instrumento de transparencia o como dispositivo contra la corrupción.
Debe decirse que la farsa del gobierno federal no solamente choca con la experiencia internacional, también se aleja de nuestra propia experiencia, de los pasos que se dieron recientemente en el país. Felipe Calderón hizo pública una declaración patrimonial auténtica: daba cuenta ahí de lo que tenía y del valor económico de lo que tenían su esposa y él. La coreografía de Peña Nieto puede ser impecable pero este paso va para atrás.
Si las declaraciones ocultan muchas cosas, también revelan información muy preocupante. El Presidente y sus colaboradores son gente con suerte: han recibido en donación un número importante de inmuebles. Nuevamente vale la pena detenerse en la opaca declaración del presidente Peña Nieto. El Presidente ha tenido la fortuna de recibir 6 inmuebles en donación. Al Presidente le han obsequiado 4 terrenos y 2 casas. ¿Quién le regaló esos inmuebles al presidente de México? ¿Por qué han sido los donantes tan generosos con él? ¿Quién le regaló un terreno cuando era gobernador del Estado de México? ¿Quién le regaló dos casas y un terreno el 8 de diciembre del 2011, cuando acababa de dejar la gubernatura y se perfilaba para ser candidato presidencial del PRI?
No sé si aquellas toallas en Los Pinos o los carísimos colchones en París merecían un escándalo. Los públicos ocultamientos del nuevo gobierno sí lo merecen.
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