lunes, 4 de marzo de 2013

Coahuila desplaza a Veracruz como la peor región de México para el ejercicio periodístico

Fuente: El Piñero de la Cuenca
Por: Luis Velázquez

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Veracruz, México; 04 de marzo, 2013.-- Torreón, Coahuila, ha desplazado a Veracruz como la peor región de México para el ejercicio periodístico.
En los dos últimos años, aquí, en la tierra jarocha, nueve reporteros y fotógrafos fueron asesinados. Todos, hasta el día de hoy, en la impunidad, y en el único caso del que han presentados culpables (Regina Martínez, corresponsal de Proceso), bajo sospecha.
Pero mientras en Veracruz la violencia contra los trabajadores de la información se ha ubicado de norte a sur de la entidad, en Coahuila se ha concentrado en una sola ciudad y en un solo periódico, “El siglo de
Torreón”, que acaba de cumplir 91 años de vida.
Veracruz fue elevado a la categoría, incluso, del rincón más peligroso del mundo para el periodismo, cuando el cadáver decapitado de una reportera de la fuente policiaca, Yolanda Ordaz de Notiver, fuera tirado en la calle frente al periódico Imagen.
Y cuando el subdirector de Notiver, Miguel Ángel López Velasco, y su esposa e hijo, fotógrafo de la misma casa editorial, fueron ejecutados con alevosía, ventaja y premeditación.
Y cuando tres fotógrafos y una secretaria fueran levantados, asesinados, cercenados y tirados a un canal de aguas negras en el puerto jarocho.
TRES ATENTADOS SEGUIDOS Y EL SECUESTRO DE CINCO EMPLEADOS
Pero en el caso de “El siglo de Torreón”, el escenario resulta peor, escalofriante, porque la violencia se ha multiplicado en unos cuantos días. Menos de una semana.
27 de febrero, 2013, en la tarde. Tercer atentado. Con rifles de asalto. Desde un vehículo sin identificar abrieron fuego contra el diario, como en las películas de Al Capone, en Chicago, y a quien el gobierno norteamericano ha reproducido en Joaquín “El chapo” Guzmán, como Al Capone del siglo XXI, y al que Forbes ubica como el capo más rico del planeta. Los malosos dispararon contra los agentes federales que custodian el periódico. Un civil muerto. Un agente y un ciudadano, lesionados; una mujer embarazada con crisis nerviosa.
26 de febrero, un día antes. Segundo atentado. Balean las instalaciones y a los agentes federales. La puerta principal del diario presenta unos 30 impactos de bala. Sobre las 18:30, otras personas atacaron el rotativo.
25 de febrero. Primer atentado, lunes. El ataque fue por el crucero que forman la calle Rodríguez y Avenida Allende. Ningún lesionado.
8 de febrero. La tarde del jueves cinco empleados son secuestrados: dos del sitio web, dos de publicidad y uno de cobranza. La madrugada del viernes fueron liberados. En el diario presumen que el plagio se debe al manejo periodístico sobre el ataque en su casa a

Por ahora, los días turbulentos en contra de reporteros en Veracruz habría disminuido. La violencia contra la prensa está concentrada en Coahuila, con "El siglo de Torreón"
la alcaldesa de Gómez Palacio, en Durango.
2011. Y también agosto de 2009. “El siglo” sufre otro atentado: Rafagueo con R-15. Ningún detenido.
Cierto, en el norte del país, en la comarca lagunera, Coahuila, Durango, inició el capítulo más oscuro para el periodismo en México. Como por ejemplo, y para referir la última agresión, cuando el reportero Armando Rodríguez Carreón y el fotógrafo Luis Carlos Santiago Orozo, de “El diario” de Ciudad Juárez, Chihuahua, fueran asesinados.
Y como sucede en Veracruz, el par de crímenes, en la impunidad.

LA PALABRA, MÁS PELIGROSA QUE UNA R-15
Pero con “El siglo de Torreón”, se han ensañado. La palabra se ha vuelto más peligrosa que las armas sofisticadas de la guerra. El simple hecho de contar la historia de cada día, tal cual, por más descarnada que sea, ha reproducido en el país los días y los años de otras regiones álgidas del mundo. El Medio Oriente. Los países árabes. Israel-Palestina.
Mucha, demasiada razón tenían Carlos Fuentes Macías y Gabriel García Márquez, cuando en una exposición de libros en el Palacio de Minería, en la ciudad de México, acordaron que dejarían de escribir y publicar sus novelas porque la realidad había tumbado a la ficción.
En Veracruz, la muerte de reporteros brotó como jinete del Apocalipsis en las ciudades de Veracruz, Boca del Río, Xalapa, Córdoba, Colipa y Acayucan, las dos últimas con periodistas desaparecidos y de quienes jamás, dos, tres años después, se ha conocido su destino. Y lo que es peor, con la averiguación archivada, guardada por ahí en la Procuraduría de Justicia, empolvándose, llenándose de humedad.
En Coahuila, la muerte fastidiando la vida en una ciudad, Torreón, y en el mismo periódico, “El Siglo”, cuyo fundador Antonio de Juambelz, “sabía mucho de atentados a la libertad de expresión” según publicaran el 28 de febrero, 2013, en el 91 aniversario.
Pero la muerte ha pasado a segundo término. Nada peor que la muerte (inevitable por demás) que la zozobra, la incertidumbre, el miedo, el temor, el pánico, la intimidación.
Y, claro, la impunidad.
Felipe Calderón se fue a Harvard dejando más de cien mil muertos y 20 mil desaparecidos. Sólo 10 mil niños huérfanos, y un montón de viudas, en Ciudad Juárez, cuya ola de violencia ha sido llevada a la pantalla cinematográfica y a la literatura en novelas, cuentos, poemas.
Ha terminado el tercer mes del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. Y como en el cuento más corto del mundo (Tito Monterroso), “el dinosaurio todavía está aquí”.
 

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