AUTOR: PAULINA VILLEGAS.
Aunque en el panismo no eran infrecuentes los actos de fe, la asistencia de Peña Nieto a la misa inaugural marca el final de la lejanía.
Aunque los mexicanos son mayoritariamente católicos y se habían acostumbrado a ver a sus dos antecesores panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, dando muestras de su fe en público y aunque los priistas hayan sido católicos, la imagen, ayer, de Enrique Peña Nieto como uno más de los miles de asistentes a la inauguración oficial del papado de Jorge Bergoglio fue un símbolo más, en un día cargado de símbolos.
Peña Nieto estuvo, además, acompañado de su esposa, Angélica Rivera, vestida de negro y con un tul sobre la cabeza, tal y como manda el protocolo, y por sus hijas menores.
A las nueve y media de la mañana, hora italiana, Jorge Bergoglio inauguró su pontificado y recibió el anillo del pescador y el palio que simbolizan su poder, después de trasladarse durante media hora en el “papamóvil”, saludando a cientos de miles de creyentes.
Frente a cinco mil periodistas, mas de 130 delegaciones oficiales de todo el mundo, líderes religiosos, 31 jefes de Estado, 6 monarcas, tres príncipes herederos (como Felipe y Letizia de España), se inauguró oficialmente el nuevo papado de un hombre de 76 años, que genera esperanza e inusitadas expectativas de reforma y renovación de la golpeada iglesia católica.
Después de la ceremonia, el mandatario mexicano dio la mano al pontífice, seguido por sus dos hijas menores, y aprovechó el momento para extenderle una invitación informal para visitar México.
Más tarde en conferencia de prensa, Peña Nieto dijo que la invitación fue recibida con gratitud y calidez por el pontífice y que éste agregó que “la tendrá en cuenta”.
Peña Nieto calificó el breve encuentro, dentro de la Basílica de San Pedro, como “cálido, amable” y aseguró “se hizo patente el respeto que hay de México hacia el Papa, jefe del Estado Vaticano, con quien México mantiene una relación de respeto, de institucionalidad y diplomática”.
Aprovechando viaje...
El presidente recalcó los contactos que tuvo con mandatarios de otros países como la brasileña Dilma Roussef, con quien acaba de acordar eliminar el visado para visitas turísticas entre ambos países.
También recalcó Peña Nieto que, durante un encuentro casual con la delegación cubana, se habló de una próxima reunión con el presidente Raúl Castro. Además, detalló que había sido asignado a Juan José Bremer como nuevo representante diplomático en la isla.
¿Nueva era?
¿Cuál será el nuevo alcance de esta renovada relación? Es la pregunta obligada ahora, aunque muchos estrategas piensan que obedece tanto a una estrategia política, dada la popularidad de la iglesia, como a un factor añadido que ayudaría a mejorar la gobernabilidad.
Además, la labor diplomática que realizó ayer Peña Nieto tiene una doble misión: no sólo la de cumplir con su objetivo anunciado, el de reposicionar a México como un actor global, sino también la de enmendar heridas entre el país y el Vaticano.
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