FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
Tan obvio como la riqueza de Elba Esther Gordillo lo fue la protección que le brindaron en sus sexenios los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón. Ávida de poder, llegó inclusive a pensar en sus prospectos para la Presidencia en 2018, pero su estrategia fue brutalmente frenada por el PRI el martes 26 de febrero.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Vicente Fox pudo procesar a Elba Esther Gordillo por enriquecimiento ilícito, pero con un telefonazo de Santiago Creel, secretario de Gobernación, la dejó impune y, junto con Felipe Calderón, la hizo emblema del encubrimiento de los gobiernos panistas a la corrupción sindical, política, educativa y electoral.
Fue el 27 de noviembre de 2002, a casi 24 meses de la alternancia, cuando Gordillo compareció ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), acusada por la disidencia magisterial de ordenar el asesinato del maestro Misael Núñez, en 1981, y también por enriquecimiento ilícito.
Una hora antes de la comparecencia de la secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), celebrada en el auditorio de la Procuraduría General de la República (PGR), el fiscal especial para delitos del pasado, Ignacio Carrillo Prieto, recibió en su despacho una llamada telefónica de Creel.
“Ninguna pregunta por enriquecimiento ilícito, fue la orden recibida por el fiscal. El cuestionario, armado cronológica y secuencialmente, perdió pies y cabeza”, reveló la historiadora Ángeles Magdaleno en “Tres veces… Misael”, texto incluido en el libro País de muertos, crónicas contra la impunidad, publicado en 2011 por editorial Debate.
“Efectivamente, Creel le habló a Carrillo y le dio la orden de que ni una palabra por enriquecimiento ilícito”, ratifica la historiadora, consultada por el reportero. “Yo estaba ahí cuando le habló”.
–¿Y se eliminaron todas las preguntas sobre el enriquecimiento ilícito de Gordillo?
–Sí, las preguntas estaban concatenadas. Se hizo un trabajo larguísimo. Empezamos con unas declaraciones en las que ella decía que era muy pobre, que le había regalado su abuelo tres hectáreas de cilantro y todas esas contradicciones. Y nada se le preguntó.
Tras el telefonema de Creel al fiscal Carrillo Prieto, la comparecencia se redujo al caso Misael, por cuyo asesinato Gordillo era inculpada, pero que, revela la historiadora, actuó con tal prepotencia que hasta pidió que le sirvieran café porque sentía frío.
“Y Carrillo se paró muy dispuesto a servirle el café. Fue muy lamentablemente todo eso”, recuerda Magdaleno, quien censura también la impunidad de Gordillo en el homicidio. “Meses después la acusación fue desechada –escribió en el texto citado–. El argumento fue muy simple: En 1981 la maestra no era empleada federal; se desempeñaba, como se estableció líneas arriba, en el SNTE.”
Todavía amenazó con presentar una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). “Lo olvidó luego de que el 3 de febrero de 2003, con un beso, sellaron ella y Marta Sahagún, empoderada y cónyuge de Vicente Fox, su gran amistad. Es decir, el Acuerdo por la Educación”.
Este encubrimiento de Fox representó el encumbramiento de Gordillo en todo el gobierno de la alternancia: suya fue la Secretaría de Educación Pública (SEP), con Reyes Tamez Guerra, quien luego sería coordinador de la diputación federal de Nueva Alianza, el partido que fundó en ese sexenio, socio desde entonces del Partido Acción Nacional (PAN).
Las complicidades de Fox con Gordillo se trasladaron a Calderón, quien fue apoyado por ella desde la elección interna para la candidatura presidencial en 2005, y clave en la elección de 2006. No sólo le entregó multimillonarios recursos y cargos en el gobierno, sino impunidad plena para la ostentación de su riqueza.
Gordillo construía la candidatura presidencial para 2018 de su pupilo Rafael Moreno Valle, gobernador panista de Puebla, cuando Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que la engendró, ordenó encarcelarla por enriquecimiento ilícito, el mismo delito por el que Fox la protegió y le permitió llegar –con la complicidad también de Calderón– a la cúspide de la fortuna y el poder.
El PAN se le rindió
La captura de Gordillo cimbró al PAN y la justificación por el encubrimiento en el sexenio de Calderón vino de los dos personales más incondicionales a éste: Ernesto Cordero, secretario de Hacienda y frustrado delfín, y Germán Martínez Cázares, primer secretario de la Función Pública y luego presidente del PAN.
“Es la hora de que el sindicalismo mexicano rinda cuentas y aplaudo la decisión. Me da envidia de la buena”, confesó Martínez en entrevista con el diario Reforma.
–¿Por qué le da envidia?
–Pues porque es un reclamo que los sindicatos en México deben rendir cuentas, es un reclamo de los ciudadanos. Los sindicatos y los partidos, como todo mundo en México, deben rendir cuentas como rinden cuentas todos los ciudadanos.
–¿Y por qué los gobiernos panistas no fueron por ella?
–No, no sé. No tendría una respuesta.
Cordero, actual coordinador de los senadores del PAN, aclaró que la captura de Gordillo se produjo luego de que la Secretaría de Hacienda detectó multimillonarias transacciones en diciembre de 2012, “pero nosotros no tuvimos esa observación relevante antes”.
Fue Cordero, quien como precandidato presidencial pugnó por una alianza con el Panal y declaró querer “el voto de Elba Esther Gordillo, como el de muchos mexicanos”, el que transfirió como secretario de Hacienda parte de los 4 mil 250 millones de pesos al SNTE, sin que se sepa en qué se aplicaron.
No sólo eso: Gordillo y Miguel Ángel Yunes, exdirector del ISSSTE, cruzaron acusaciones de corrupción con recursos públicos, un pleito en el que ambos solicitaron al gobierno auditorías y sobre lo que Calderón no investigó nada.
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