La Estrategia Nacional de Energía le apuesta a que una tercera parte de la producción de petróleo se consiga por medio de 'nuevos proyectos de exploración'. Pero los críticos no son tan optimistas y afirman que la probabilidad de que eso ocurra puede ser tan baja como la de sacarse la lotería.
El 30 por ciento del petróleo que piensan producir durante este sexenio está en “nuevos proyectos de exploración”, tan inseguros como ganarse el Melate.
La apuesta del gobierno de Enrique Peña Nieto por la exploración en aguas profundas y en shale gas, no ha certificado un solo barril de petróleo, pero ya se contabiliza como la salvación para Pemex.
Los expertos piden hacer un alto en el camino. Los números de Pemex contradicen las declaraciones triunfalistas de sus funcionarios: ni hay tanto petróleo, ni el que existe lo van a sacar tan pronto.
Mientras tanto, las compañías de servicios siguen ganando 700 mil dólares diarios por la renta de equipos para perforar en aguas profundas, sin encontrar nada.
Si México comprara las plataformas para esta aventura recuperaría la inversión en tres años. Pero no lo hace.
En cambio, otorgó en enero de este año, por adjudicación directa, un contrato millonario para rentar el equipo hasta 2016.
El futuro en estos proyectos sobre los que Pemex finca sus esperanzas no es alentador.
Sus pares en Estados Unidos perforan más de mil campos en aguas profundas –en la porción del Golfo de México que les corresponde– y han encontrado apenas las cantidades equiparables a 23 días de la producción que Pemex estima que tendrá en 2018.
Los campos más cercanos al golfo mexicano producen a lo sumo 64 millones de barriles de petróleo y gas.
Con resultados similares en este lado del Golfo, a Pemex le alcanzaría apenas para 23 días de la producción total actual.
No a las malas noticias
En 1972, cuando el pescador Rudesindo Cantarell descubrió una mancha de petróleo en el mar de la sonda de Campeche, la alegría en Los Pinos era incontrolable. Gobernaba Luis Echeverría.
El yacimiento llamado desde entonces Cantarell, segundo más grande del planeta, dio respiro al gobierno mexicano y pronosticó 43 años de abundancia.
Así lo hicieron creer los funcionarios de Pemex; así lo tomaron los secretarios de Hacienda de los siguientes cuatro sexenios.
Entonces las reservas de petróleo no se clasificaban por su posibilidad de ser extraídas en tres categorías, como ahora, y su número total bastaba para conseguir créditos de instituciones bancarias en todo el mundo.
Varios ingenieros de Pemex se acercaron a los presidentes José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, para decirles que las cifras de reservas que aparecían en el papel estaban infladas. Nadie quería escuchar eso.
Desde 1982 se llevaron al mínimo las exploraciones, incluso Hacienda vigilaba que los encargados de estas áreas no “distrajeran” recursos de la explotación a gran escala, para explorar nuevos yacimientos.
En diciembre de 2003, Cantarell producía poco menos de 2.3 millones de barriles de petróleo y gas al día, aproximadamente el 63 por ciento de toda la producción del país.
Su declinación fue rápida y mucho más profunda de la que previeron los ingenieros de yacimientos de la paraestatal.
En 2012 había caído hasta 240 mil barriles de petróleo y gas diarios, apenas el ocho por ciento de los hidrocarburos que Pemex producía en todos sus yacimientos.
Pero el ánimo público de los funcionarios no decayó. Siguieron hablando de la “abundancia petrolera” que México debía aprovechar y potencializar.
En este contexto de reservas a la baja y proyectos no convencionales con resultados nada alentadores, se presentará este verano la nueva reforma energética.
Está fincada sobre contratos incentivados que permiten que empresas de servicios texanas tengan la información más valiosa de cómo explotar Chicontepec con resultados rentables, mediante los laboratorios de campo.Del lado gubernamental estos argumentos son los viejos conceptos nacionalistas, que impiden un crecimiento “competitivo” de la principal empresa de América Latina.
Hundidos en aguas profundas
Las perforaciones en aguas profundas en el Golfo no han dado los reultados esperados, además de que son caras
El documento es simple, una pequeña lámina donde el Servicio de Manejo Mineral del gobierno de Estados Unidos muestra los mil 198 campos perforados en aguas profundas del Golfo de México, en el lado estadounidense.
Una serie de columnas despliegan el número de campos perforados y las reservas que han podido certificar de ellos.
El 90 por ciento tienen reservas menores a los 64 millones de barriles de petróleo y gas.
Si se encontraran reservas similares en este lado del Golfo de México, bastarían sólo para 23 días de la producción de Pemex en el 2018.
Los buenos resultados tampoco son esperanzadores. El uno por ciento de estos campos, tres columnas de las 15 que conforman la lámina, certificó reservas mayores a los 512 millones de barriles de petróleo y gas.
“Esto confirma que en aguas profundas cerca de la frontera con Estados Unidos no debemos esperar encontrar yacimientos con reservas de la magnitud de las descubiertas en aguas someras como las de Cantarell”, sostuvo en una conferencia en la UNAM la semana pasada el Premio Nacional de Ingeniería, Francisco Garaicochea.
En entrevista con Reporte Indigo, detalló que estos 512 millones de barriles de petróleo y gas en nada se comparan con los 18 mil millones que había en Cantarell, los 16 mil millones que encontraron en Ku-Maloob Zaap o los 9 mil millones de Abkatún-Pol-Chuc, todos en aguas someras del Golfo de México.
“Hasta hoy, Pemex ha perforado 30 pozos exploratorios en aguas profundas sin poder certificar un solo barril de petróleo como reserva probada”, amplió en su conferencia.
A pesar de ello la Estrategia Nacional de Energía asegura que para 2018 México producirá 3 millones de barriles de petróleo y gas al día.
Una tercera parte de esa supuesta producción futura se basa en “recursos prospectivos”, es decir, nuevos proyectos de exploración.
Ante esta visión optimista, Garaicochea contesta: “La probabilidad de recuperar un recurso prospectivo, o sea una reserva por descubrir (…) es menor del 10 por ciento, y puede ser tan baja como la de jugar a la lotería o al Melate”.
Sin embargo, para las empresas de servicios este panorama es más que luminoso.
El plan es perforar mil pozos en aguas profundas, cada uno con un costo promedio de 800 millones de dólares, entre los gastos de apertura, las instalaciones adicionales y los costos de operación.
Si Pemex comprara los equipos de plataformas para operar en aguas profundas podría recuperar en tres años la inversión, estima este experto. Pero no lo hace.
En cambio, los renta a compañías privadas a 700 mil dólares por día. Actualmente, Pemex tiene rentadas la plataforma Ocean Voyager a la compañía estadunidense Diamond Offshore.
A la compañía Mexdrill Offshore le adjudicó sin licitación en enero de este año un contrato de renta, sin opción a compra, de una plataforma autoelevable para aguas profundas por mil 426 millones de pesos, que vencerá en abril de 2016.
Según Garaicochea, a la compañía norteamericana Pride Noble le rentó la plataforma Noble Max Smith. Además tiene también rentada la plataforma inglesa Sea Dragon, la noruega PetroRig III y la plataforma Muralla III.
“La inversión anual es de 16 mil 605 millones de pesos, cantidad que podría eliminarse por no ser necesaria y rentable la explotación en aguas profundas”, acotó en su exposición el ingeniero petrolero.
Reservas de utopía
Existen métodos geológicos estadísticos que permitirían conocer con bastante precisión cuánto petróleo queda por descubrir en México, y cuánto durará el que ya se ha descubierto.
Su desarrollo enfrenta un problema esencial: necesitan datos reales sobre las reservas que existen en los yacimientos, pero los que exponen, no son confiables.
Un ejemplo clave de estas suspicacias está en el activo Aceite Terciario del Golfo, conocido como Chicontepec.
En 1979 Pemex hizo una evaluación de Chicontepec, que fue avalada por el Instituto Mexicano del Petróleo, y una empresa certificadora.
Anunciaron que podrían extraerse de esa zona 17 mil 600 millones de barriles de petróleo y gas. En 2003, admitieron que las cifras estaban infladas.
Un reporte entregado a la Securities and Exchange Commision (SEC), publicado por Reporte Indigo, confirmó que sólo existía la posibilidad de extraer, allí, mil 600 millones de barriles en total.
“Esa exageración en reservas de Chicontepec fue un mito, una fantasía que sirvió como colateral para los créditos que en ese momento se estaban pidiendo para desarrollar la industria. Por desgracia, la gente (de Pemex), sigue pensando que en realidad existe esa reserva”, lamenta en entrevista el geólogo petrolero Raúl González.
El caso de Chicontepec no fue único. De acuerdo con el testimonio de González, quien fue jefe de geólogos petroleros en la región noreste, “en ese tiempo por desgracia se reportaron reservas de campos que todavía no se perforaban y se daban como probadas”.
Como consecuencia de esta “abundancia utópica”, a partir de 1982 Hacienda decidió bajar las inversiones en exploración. “Decidieron esto porque la política de ese entonces, que duró más o menos 20 años, fue de destinar la mayor cantidad de dinero hacia el desarrollo de los yacimientos descubiertos”, detalla González.
El gobierno, abunda este análisis, buscó aumentar la producción y tener más ingresos en el corto plazo.
Las consecuencias fueron que los yacimientos se explotaron de forma “irracional, exagerada”, y se dejó en los campos una gran cantidad de petróleo sin poder recuperar.
La ingeniería de yacimientos dictaba que debían explotarse de forma lenta, buscando que la energía propia se conservara más tiempo y se pudiera recuperar la mayor cantidad de petróleo. Esa lentitud no cuadraba con un periodo gubernamental de seis años.
“Si uno explota de forma acelerada la energía se abate muy rápido y deja uno mucho petróleo en el yacimiento.
“(…) En el corto plazo pudo aliviar las presiones económicas de los gobiernos en turno, pero entramos en una fase de declinación en forma muy rápida, dejando mucho petróleo en los yacimientos sin poderlo recuperar”, explica González, quien fue subdirector de Exploración de Pemex, el máximo puesto al que ha llegado en México un geólogo petrolero.
Ahora Pemex está buscando cómo recuperar ese petróleo con inyecciones de vapor y químicos, aún en fase experimental.
González se dice escéptico de este método, cuyos cálculos más felices han pronosticado que permitirían salvar el 45 por ciento del petróleo que se quedó atrapado, “por las experiencias sin éxito”.
Cuentas alegres
Las declaraciones de funcionarios del sector energético, Hacienda y del propio presidente Enrique Peña Nieto se alinean en que la reforma energética es necesaria, para aprovechar los “abundantes” recursos petroleros mexicanos.
Pero González coincide con otros geólogos en que los grandes yacimientos que se iban a descubrir ya se descubrieron.
“Hacen cuentas muy optimistas de que los recursos de petróleo convencional y ahora del petróleo no convencional son extremadamente grandes y que eso va a permitir que al descubrirlos y ponerlos en producción podamos regresar a producir más de tres millones de barriles diarios”, ironiza quien también fue director de MexPetrol Argentina.
“Los yacimientos que se van a descubrir en el futuro definitivamente van a ser de menor tamaño, más costosos y más difícil de extraer su petróleo, donde se hará un uso intensivo de energía”.
Los proyectos no convencionales, como Chicontepec, aguas profundas y shale gas, no podrán ser puestos en funcionamiento antes de cinco años.
“En 1982 se decidió destinar un presupuesto muy bajo a la exploración (…) Hacienda nos dijo: tenemos 72 mil 500 millones de reservas probadas, ellos creyeron que lo que estábamos diciendo era cierto”, recuerda el geólogo, quien trabajó en Pemex durante 38 años. Considera que la empresa debe seguir invirtiendo y tratando de sacar lo máximo del petróleo, pero no querer compensar con inversiones masivas lo que no se hizo en 30 años.
Por eso dice que ante una reforma energética se debe evaluar con números reales los prospectos de explotación, para no gastar en pozos que resultarán secos.
Alerta: “Lo que están haciendo es partir de una supuesta abundancia de petróleo. (…) Sabemos que nosotros mismos hemos creados esa abundancia de fantasía”.
Lo que dice el plan
En 2012:
> 2.5 millones de barriles diarios produce Pemex
De los cuales...
> 250 mil barriles diarios son de Cantarell
> 750 mil barriles diarios son de Ku-Maloob-Zaap
> 1.5 millones de barriles diarios de los demás proyectos actuales
En 2018:
> 3 millones de barriles diarios piensan producir
De los cuales...
> 200 mil barriles diarios serán de Cantarell
> 800 mil barriles diarios serán de Ku-Maloob-Zaap
> 1 millón de barriles diarios de los demás proyectos actuales
> 1 millón de barriles diarios de “Nuevos proyectos de exploración”
Lo que critican del plan
El millón de barriles diarios de “nuevos proyectos” es un recurso por descubrir, con menos del 10 por ciento de posibilidad de concretarse.
"La probabilidad de recuperar un recurso prospectivo, o sea una reserva por descubrir (…) es menor del 10 por ciento, y puede ser tan baja como la de jugar a la lotería o al Melate"
Francisco Garaicochea
Jubilado de Pemex, Premio Nacional de Ingeniería
Lo que costará el plan
> 800 millones de dólares, abrir y operar un pozo en aguas profundas
> 700 mil dólares por día, en renta de equipos
> 16,605 millones de pesos, inversión anual en aguas profundas
La alternativa que proponen:
Según especialistas 3 años bastarían para recuperar inversión si compraran maquinaria y tecnología para explotación, en lugar de rentarla
Lo que han descubierto en EU:
> 64 millones de barriles de petróleo y gas
> Promedio del 90% de los campos perforados en aguas profundas en EU
Equivalen a:
> 23 días de la producción que Pemex espera tener para 2018
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