AUTOR: JUAN REVERTER.
Viajar en autobús te permite, cuando no te interesa el falso humor radial matutino o las páginas de los pasquines que tan ávidamente lee tu vecino de asiento y exponen a la mujer como un simple objeto sexual, tener un tiempo y pretexto para leer. Así he devorado miles (sin exagerar) de páginas en los últimos años. Ahora mismo, estoy leyendo un libro de Saramago, “Cuadernos de Lanzarote (1993-1995) [1].
Escrito a partir de sus notas en clave de diario, recogidas en cuadernos, en la entrada del día 8 de agosto de 1993, transcribe una cita de Juan de Mairena [2], me abofetearon para recordarme como la apolítica es hoy por hoy la mejor expresión de triunfo hegemónico del capitalismo, al menos, en Costa Rica. La cita es larga, pero vale la pena transcribirla. Empieza la cita diciendo:
“La política señores, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas [3], sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.” (111-112).
Esa es la clave real de quienes le han dado la espalda a la política, así sin más ni más. Podrán sentirse rebeldes, luchadores en contra del sistema corrupto y senil en que viven, pero en realidad, como lo dice Machado, han sucumbido ante quienes “…los que pretenden hacerla sin vosotros”. Porque en última instancia, ¿a quién beneficia que las personas se alejen de toda actividad política? ¿Quién gana y quién pierde al no vincularnos, por ejemplo, en la dimensión electoral-partidaria?
Son esos trepadores y cucañistas quienes ganan de todas todas. Por un lado se indignan de sus prácticas (y con justa razón), pero por otro disparan con escopeta recortada y se llevan por delante lo bueno y lo malo. Y sentados en una mesa de café o bar, se pegan un tiro en la sien al gritar a los cuatro vientos que “todos son iguales”, ya que serán esos mismos corruptos seguirán haciendo y deshaciendo en su beneficio, al obtener la victoria por su rendición. Es por ello que no hay tal rebelión, es una y simple rendición.
La frase de hacer política a cara descubierta es sugerente, creo, para cualquier joven que haya decidido no rendirse y esté dispuesto a mantener la ilusión viva. Y hoy más que nunca vemos como el recurso de usar máscaras se ha convertido en el medio para reforzar ese sentimiento apolítico. Nuestra América Latina nos da dos ejemplos que están en los polos opuestos.
Por un lado tenemos a un presidente, Pepe Mujica en Uruguay ha demostrado que sí es posible hacer política sin usar las caretas que ocultan a la persona y su forma de ser. Su talante, su puesta en escena no necesita de parafernalia ni de falsos blasones y oropeles. Es tal cual, un ser humano que ha creído que puede brindar un empujón para sacar a la carreta de la humanidad del lodazal en que nos ha hundido el capitalismo.
Por el otro tenemos al presidente de México, Enrique Peña Nieto. Un producto del marketing publicitario, un íncubo creado a imagen y semejanza del ideal posmoderno del hombre centrado en su veneración al físico y que ensalza el modo de vida de los ricos y famosos como el émulo a seguir por las masas. Ahora entiendo porqué Schumpeter defendía como lo hacía la democracia liberal. Cuando las elecciones se plantean en términos de competencia, en la lógica general del mercado, no hay cabida para las caras descubiertas, sólo lo hay para el envase que venda. Y como el pueblo sólo debe legitimar por el voto, y esperar a la próxima elección para evaluar (o sea retribuir o castigar -seguir comprando o cambiar de producto-), pues es lógico que se levante una cierta apatía. Al fin y al cabo, es mejor tener una clientela fiel, aunque pequeña, que grande y mucho menos crítica.
Sonará a blasfemia, pero cada día me convenzo más que hemos sobre valorado la Revolución Francesa. Al fin y al cabo, esta fue una revolución burguesa, donde el proletariado no tenía cabida. Y ese sentimiento, oculto y ensombrecido, creo sigue acechando y actuando en las intenciones reales de las democracias liberales. Por desgracia la Revolución Rusa, que debería haber completado la tarea iniciada en 1789 fue de una u otra manera desvirtuada. Pero sus ideales siguen vivos y esperando ser alcanzados, hay que terminar el viaje hacia la superación de la barbarie.
Y en nuestro país cada día son más quienes en la política se enquistan usando las caretas que ya en otros países han campeado. Hoy sin ir más lejos, tenemos a un candidato, Johnny Araya, que se ha dado a conocer más por sus apariciones en las páginas de la prensa rosa que por sus aportes reales al bienestar de la población de San José, en donde ha sido alcalde por más de 20 años, basando sus triunfos, precisamente, en la desmovilización de los(as) votantes. Y no es que sea un pecado asistir a fiestas y festolines, pero de ahí a posar, con sonrisa de dientes perfectos incluida, para las cámaras con personajes de la industria del espectáculo nacional, eso es una máscara.
Termina Saramago su transcripción de Machado con estas palabras:
“Y a quienes os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque eb justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarle con éstas o parecidas palabras: ‘Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino’.” (112).
Esa es la gran ironía de nuestra sociedad. Si un joven, por edad y pensamiento de lo que debe ser la acción política, decide dar el paso al frente y asumir el reto, que decide plantar cara a los trepadores y cucañistas, tiene el riesgo de ser o bien vilipendiado al ser asimilado a quienes, precisamente, busca derrotar o bien es reducido por la lógica adultocentrista: “es muy bueno, pero todavía le falta”. ¿Le falta qué? Nada le falta, salvo las malas mañas y ojalá nunca las asuma.
Y cuando pienso en jóvenes lo pienso no sólo en la dimension etaria, también en la dimensión de la praxis personal. Una praxis que está determinada por valores e historia de vida. Pepe Mujica es un eterno joven. Y aquí también los hay, y me enorgullezco de ser sus amigos. Patricia Mora es una de ellas. Y conozco jóvenes de edad pero son ancianos en su praxis, repitiendo las mismas formas, vistiendo las mismas caretas que le han traspasado quienes ya satisfacieron sus necesidades de acumulación de capital, sea este material o simbólico (lo que alguien llamó el “ejercicio erótico del poder”). Y de estos personajes hay en la derecha y en la izquierda.
José María Villalta tiene hoy un reto enorme en sus hombros. Porque es un joven no sólo en la forma en que concibe y actúa en la política, sino también por su edad. El debe demostrar que sí hay que hacer política, que los jóvenes de edad y/ó de pensamiento, tienen la obligación de no darle la espalda a la acción política, porque si lo hacen sucederá lo que ya Machado advertía en hace casi 80 años: “Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros y, naturalmente, contra vosotros.”. No vaya a ser que cuando se den cuenta de que el carro está fuera de control, no sólo nos hayamos estrellado contra la cuneta, ya estemos volando hacia el abismo. Y a fe de confesión, porque le conozco, está más cerca de ser un Mujica, que de ser un Peña Nieto.
NOTAS
[1] Saramago, J. (1997). Cuadernos de Lanzarote. (1993-1995). Madrid, España: Alfaguara.
[2] Juan de Mairena es un personaje, creado por Antonio Machado en su obra “Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín”. Así, en relidad es Machado hablando a través de Mairena.
[3] Cucañista deriva de cucaña. Esta palabra tiene dos acepciones que cobran sentido en la cita. La primera es la 3 del DRAE: “3. f. coloq. Medio de alcanzar algo rápida y cómodamente”. La otras es la 4: “4. f. coloq. Aquello que se consiguecon poco trabajo o a costa ajena.” http://lema.rae.es/drae/?val=cucaña
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