AUTOR: RODRIGO VILLEGAS.
Armar un plan de vivienda para los lugares más remotos del país no es cosa sencilla, sobre todo cuando es dirigido a la población indígena que tiene arraigados sus usos y costumbres.
Es el nuevo proyecto de vivienda alternativo que contempla más de mil 500 viviendas en Chihuahua.
Todo ello tomando en cuenta los usos y costumbres, actividades productivas y condiciones geográficas y climatológicas de las indígenas.
El propósito es respetar y rescatar lenguas, tradiciones, formas de ser y de ver la vida.
La zona de la sierra Tarahumara es habitada por cuatro etnias, ahí el Gobierno del estado de Chihuahua ha implementado una iniciativa de política pública que pretende llegar a todos los rincones del estado en donde exista población indígena.
Algo que ha causado asombro por parte de organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras es el concepto de vivienda.
Las dependencia encargada del proyecto la Coordinación Estatal de la Tarahumara explicó a Reporte Indigo que el proyecto pretende construir las viviendas bajo los preceptos técnicos que los propios indígenas requieren.
Otro concepto básico en la iniciativa es la autosuficiencia. El proyecto busca que los pobladores indígenas construyan sus propios hogares en base a un modelo que ellos mismos han creado a lo largo de su historia.
El gobierno ha decidido lanzar una campaña agresiva para dotar de entrenamiento, material y hasta un salario a los indígenas para que construyan sus hogares.
El reto se encuentra en que la administración estatal continúe llegando a algunos de los lugares más remotos, marginados y geográficamente accidentados del país.
La Sierra Madre
Para Miguel Ángel González García, coordinador estatal de la Tarahumara, la geografía es un reto que algunos no dimensionan.
La región de la Tarahumara se encuentra en el macizo rocoso de la Sierra Madre Occidental, limita al oeste con Sonora y al sur con Durango.
Es comprendida por 23 municipios que integran la región serrana, abarcando una superficie de casi 76 mil kilómetros cuadrados, que representa el 30 por ciento de la superficie del estado de Chihuahua.
Es decir, el territorio equivale al área que ocuparían juntas Aguascalientes, Colima, Distrito Federal, Morelos, Querétaro, Tlaxcala, Hidalgo y Estado de México.
El último censo poblacional reportó poco más de 317 mil habitantes en la región Tarahumara. Esto es, el 10.5 por ciento de la población total del Estado.
Se estima que la población indígena sea de aproximadamente 120 mil habitantes, la mayoría de ellos, el 90 por ciento, de la etnia Tarahumara o Rarámuri, el resto son Tepehuanos, Guarojíos y Pimas.
“Al diseñar el proyecto, fue imperativo hacer un balance del alto grado de dispersión que representaba la región”, afirma González García.
El encargado del organismo del gobierno asignado para de atender las necesidades de la región, y quien encabeza el proyecto de vivienda, destacó que la zona está conformada por 6 mil 990 localidades, y que el reto geopolítico radica en que la mayoría de las localidades cuentan con menos de 50 habitantes, mismos que se encuentran dispersos en decenas de kilómetros.
Aunado a la accidentada geografía, esas particularidades han sido factor para la lenta integración de las comunidades al desarrollo económico y social.
Por ello, que el gobierno decidió emprender un proyecto de vivienda en donde la logística, los recursos, y la operatividad de la política pública es minuciosamente estructurada para garantizar la eficiencia y eficacia.
Hogar, dulce hogar
El formato de construcción de las viviendas es el mismo en todos los casos.
El diseño no fue decidido únicamente por el gobierno.
Por el contrario, el gobernador del Estado, César Duarte, quien es oriundo del municipio de Balleza, localidad de la sierra Tarahumara, dio instrucciones claras de que el proyecto sería exitoso solamente si era inclusivo.
De acuerdo al secretario general de gobierno de Chihuahua, Raymundo Romero, se tomará en cuenta en cada paso del desarrollo a los gobierno autóctonos y a las juntas comunales para que de esa forma realmente puedan expresar sus necesidades.
“Hacerlos parte de una política pública que va dirigida a esa rica cultura, es el pilar del proyecto”, recalcó Romero.
“No incluir a los beneficiarios sería una negligencia del Estado. En la construcción de una sociedad más justa, obedecer las demandas de quienes llegaron antes que nosotros y de quienes fortalecen la multiculturalidad de este estado resulta un imperativo, un mandato de la democracia”, afirmó el funcionario estatal.
El común denominador de la construcción trata de un área de aproximadamente 40 metros cuadrados, muros de adobe, techos de lámina, pisos de cemento en algunos casos, ventanas y puerta metálica y letrina propia.
Se trata de materiales que los comuneros solicitaron.
Y es que al realizar la propuesta de proyecto, un líder de una comunidad indígena subrayó que la pobreza era un concepto complejo de entender para los mestizos cuando se habla de una comunidad indígena, ya que hay que considera diversos aspectos históricos y estructurales. Por ello, dijo, la forma de vida de sus comunidades debe tomarse en cuenta antes de cualquier otra cosa.
González García explicó a Reporte Indigo, en la sierra Tarahumara, que muchos de los habitantes son seminómadas.
Ellos responden a los factores climatológicos. En el verano, cuando las temperaturas pueden llegar a sobrepasar los 30 grados, los tarahumaras permanecen en las zonas más altas y boscosas de la región, mientras que en el invierno realizan un descenso en las profundas barrancas de más de mil metros, en donde encuentran un clima tropical.
“Por ello, la importancia del adobe”, recalcó el funcionario estatal.
El adobe es un material térmico, mientras que el concreto y el tabique resulta lo contrario, aseguran pobladores rarámuris.
“Para nosotros la vivienda significa algo más que tener una casa, es el entorno, las rocas, el arroyo, los pinos, el patio; es el ambiente de nuestra naturaleza”, afirmó un indígena Tarahumara.
Un reto que es ineludible, se trata de los factores que podrían inhibir las características de vivienda que buscan los pobladores. Y es que el indicador de piso de tierra es utilizado en la construcción de índices de bienestar.
La administración federal anterior marcó énfasis en la construcción de “pisos firmes”, de concreto.
Sin embargo, con base a testimonios de los propios indígenas locales, aunque el gobierno y las organizaciones internacionales que dictan los índices de desarrollo han delineado la necesidad de tener pisos firmes para evitar enfermedades y otros detractores del desarrollo, un gran porcentaje de los indígenas no los quiere.
Sobre todo aquellos que habitan en zonas donde el la temperatura es fría la mayor parte del año.
El gobernador del estado ha catalogado esta política de vivienda como un proyecto alternativo, sustentable, que desde la visión indígena generan empleo sin dañar el medio ambiente y empoderan a las diferentes etnias.
De acuerdo a la administración estatal, las demandas de los habitantes indígenas deben prevalecer.
Aunque, afirman, consideran fundamental el acercamiento del Gobierno federal con los pobladores para explicarles las oportunidades y escuchar sus necesidades.
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