AUTOR: TANIA L. MONTALVO.
Una imagen que circuló en redes sociales, la cual cuestionaba si una niña blanca de ojos verdes que pedía limosna podía ser hija de una mujer de piel morena, llevó a la procuraduría estatal a retener a la menor durante los últimos nueve meses.
Junto a Jiola Esmeralda Ornelas, madre de Lezly y otro pequeño llamado Tony, también se detuvo a su hermana Laura, mamá de una niña del mismo nombre. La investigación de las autoridades estatales duró nueve meses, tiempo en que Lezly estuvo lejos de casa.Después de confirmarse que Jiola era su madre, la pequeña regresó a casa el 17 de julio.
En junio pasado, la Comisión Estatal de Derechos Humanos emitió una recomendación a la Procuraduría: la investigación no respetó “el principio de no criminalización contra las familias en condición de pobreza económica”, pues tanto los niños como las dos mujeres se convirtieron en víctimas de las autoridades locales por su situación socioeconómica.
Además, la comisión también concluyó que las autoridades de Jalisco no cuidaron los derechos de los niños y actuaron sólo para responder a un acto de discriminación que se originó en Facebook, cuando se dudó del vínculo familiar entre Lezly y Jiola sólo por la diferencia en su color de piel.
En octubre de 2012 iniciaron las investigaciones tras la sospecha de que Lezly era una niña robada porque tenía ojos verdes y piel blanca y no se parecía a Jiola, su madre.
Ante el ministerio público, Jiola y su hermana Laura dijeron que eran madres solteras, que Lezly y Tony eran medios hermanos, y que la otra niña era hija de Laura.
Para la investigación, ambas rechazaron realizarse pruebas de ADN y presentaron las actas de nacimiento de sus hijos. Sin embargo, la procuraduría rechazó los documentos como oficiales e hizo los exámenes genéticos sin la autorización de Jiola.
Aunque la prueba de ADN salió positiva, las autoridades de Jalisco también buscaron al padre biológico de Lezly para, una vez más, confirmar la versión de Jiola: que su hija nació tras un noviazgo con un ciudadano estadounidense que no quiso hacerse responsable de la niña, y que Tony es hijo de un joven que lava coches y con quien Jiola ya no mantiene una relación.
Con la confirmación de la maternidad de Jiola, en noviembre de 2012, no terminó el caso. Jiola y su hermana Laura fueron acusadas de corrupción de menores e inducción a la mendicidad y se atendió una denuncia que la procuraduría había ignorado desde 2010, cuando se reportó que tres niños eran utilizados para pedir limosna en el cruce de las avenidas Lázaro Cárdenas y Niño Obrero en Guadalajara. No obstante, no pudieron confirmarse estos delitos, según consta en el expediente del caso.
Múltiples violaciones a derechos humanos
“Quedó demostrado que la procuraduría actuó solo ante la cuantiosa participación de la ciudadanía en la red social”, cita el documento de la Comisión, que describe que se cometieron “múltiples violaciones” a los derechos a la igualdad, no discriminación y seguridad jurídica de los niños.
La Comisión también urgió al DIF a vigilar que, en caso de que Jiola y Laura no puedan cuidar de los tres niños, el Estado proporcione la ayuda necesaria para asegurar su subsistencia y darles máxima protección.
Por ello, el DIF estatal mantendrá en observación a Jiola y Laura durante dos años, tiempo en que deberán probar que pueden hacerse cargo de los niños, asegurarse de que vayan a la escuela y no vuelvan a pedir limosna en las calles.
Durante el proceso de investigación, Jiola y Laura recibieron pláticas sobre cuidado infantil, consiguieron un trabajo como empleadas domésticas y comenzaron a tomar clases para aprender a leer y escribir.
Jiola y Laura todavía temen que las autoridades les quiten a sus hijos. La organización civil Find, que les brindó acompañamiento durante el caso, informó que decidieron cambiar de domicilio y alejarse del sitio en que todo comenzó.
La vida de la familia Ornelas cambió después de la imagen de Lezly que se publicó en Facebook, la cual fue compartida, hasta noviembre pasado, por más de 60 mil personas y puso en la mesa el debate sobre si es discriminación o no dudar del origen de una niña rubia que pide limosna en las calles de México.
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