FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: Valentina Pérez Botero.
(24 de julio, 2013).- Un reloj de arena en la puerta de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Pesca (Sagarpa) de México marca, con granos de maíz que reemplazan la arena convencional, que expiró el tiempo de las solicitudes de siembra comercial de maíz transgénico.
El 15 de marzo la empresa de agrobiotecnología Monsanto solicitó tres permisos comerciales –la última fase después de piloto y experimental– para la siembra de tres variedades de maíz transgénico en 35 millones 957 mil 745 hectáreas ubicadas en los norteños estados de Chihuahua, Coahuila y Durango. Por ley, las autoridades competentes tienen un máximo de cuatro meses para aceptar o denegar el permiso. Sagarpa sigue en silencio después de 4 meses y 10 días desde la recepción de la solicitud.
Ante la nula manifestación por parte de los organismos federales competentes, el Carnaval del Maíz, un colectivo en defesa del maíz nativo y la agricultura tradicional, protestó en la entrada de la Sagarpa para exigirle una respuesta a su titular Enrique Martínez y Martínez y entregarle un documento de repudio hacia el maíz transgénico firmado por 17 mil 420 personas en donde le exhortan “a bloquear todo el maíz transgénico y a que la Sagarpa corte todo tipo de vínculos con Monsanto”.
Por la puerta trasera
Ante la pregunta “¿Cuál es la postura de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) sobre la introducción de maíz transgénico en México?”, el secretario ejecutivo de dicho organismo, Ariel Álvarez, desistió de su intento de entrar por la puerta principal de la Sagarpa y fue escoltado hacia la puerta trasera sin haber respondido a los manifestantes que bloquearon su ingreso.
El silencio institucional, que replicó este servidor público, fue interpretado por los representantes del Carnaval del Maíz como una posible muestra de lo que puede hacer el gobierno: negar el genuino interés civil sobre una decisión que compromete su patrimonio cultural y campesino, continuar en una actitud hermética e introducir transgénicos por la puerta trasera.
De acuerdo con Adelita San Vicente, de la organización Semillas de Vida, Ariel Álvarez es un ejemplo de empleados públicos que tienen conflicto de interés en el tema de los transgénicos ya que “él firmó los primeros permisos de siembra que Monsanto solicitó en el país”.
El silencio
El silencio en torno al tema preocupa a los detractores de los alimentos genéticamente modificados, en los que ven una amenaza económica por el pago de regalías a patentes de trasnacionales –regalías que tendrían que pagarse por semillas que forman un patrimonio cultural centenario. Los detractores de los transgénicos también ven en ellos una amenaza a la biodiversidad, de la que sería ejemplo la contaminación genética que se detectó desde 2001 en maíces mexicanos; una intimidación contra la agricultura tradicional y un atentado a la seguridad alimentaria.
A inicios de año y a escasos dos meses de que el Gobierno Federal tomó posesión, las mismas organizaciones civiles que protestaron hoy frente a Sagarpa le exigieron a Martínez y Martínez una postura sobre los transgénicos. No contestó. Se excusó diciendo que, por ser nuevos en el puesto, aún no tenían una opinión al respecto.
Los colectivos tienen miedo de que el silencio, sinónimo de falta de información, pueda ser una excusa para que los transgénicos entren como Ariel Álvarez a la Sagarpa, por la puerta de atrás. En un intento de revertir esta dinámica, de arrebatar una postura a las autoridades, los detractores mexicanos de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) han apelado a la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) –el 30 de abril del 2013–, al Tribunal Permanente de los Pueblos y al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México (ACNUDH); entre otras estrategias como el ciberactivismo –con la campaña de la organización ambientalista Greenpeace “EPN: Transgénicos ¿Sí o no?”– para que las autoridades se comprometan con el maíz nativo y no, como lo acusan estas organizaciones, con los intereses de las trasnacionales.
“Ya firmaste, ya twitteaste. Ahora con tu voz protesta ante el silencio de la Sagarpa” es la acción presencial del Carnaval del Maíz que da continuidad a sus actividades contra la entrada del maíz OGM al país. Tres días antes de que se venciera el plazo para que las autoridades autorizaran o desecharan los permisos, Carnaval del Maíz lanzó en redes sociales la campaña #SAGARPANoSeasOGT.
El hashtag combina la principal instancia oficial involucrada –Sagarpa– y hace un juego de palabras con las siglas OGT que pueden corresponder tanto a Organismos Genéticamente Transformados como al mexicanismo “ojete”, “persona malintencionada o mala gente”. La protesta virtual fue dirigida al titular de esa secretaría, Enrique Martínez y Martínez, así como al titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto.
El silencio de la Sagarpa en este punto crítico recuerda lo que dijo la Premio Nobel Alternativo Vandana Shiva en su reciente visita a México: “El silencio del gobierno en asuntos críticos normalmente significa que están esperando el momento correcto para tomar la decisión equivocada”.
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