AUTOR: PARIS MARTÍNEZ.
En su primer día de protesta, el padre de un joven yucateco fallecido en 2011, en circunstancias no aclaradas por la autoridad, sólo obtuvo una cosa del ombudsman nacional: una bolsa negra para la basura, que le fue obsequiada para cubrirse de la lluvia.
En cambio, el titular de esta institución se negó a atenderlo, además de que le fue negado el acceso al sanitario, se le impidió usar una silla que un empleado le había facilitó para que un médico auscultara su presión, y en distintas ocasiones intentaron presionarlo, incluso con ofertas de comida gratis, para que desistiera de su protesta.
Fisiología del despotismo
Al iniciar ayer su plantón, a las 11:00 horas, este padre de familia denunció que desde julio de 2012 la CNDH presentó las conclusiones de su investigación, en torno a las anomalías en que incurrió la Fiscalía de Yucatán al indagar la muerte de su hijo, según las cuales, las autoridades de dicha entidad federativa cometieron “violaciones a los derechos humanos de legalidad, seguridad jurídica, verdad, debida procuración y acceso a la justicia”, en contra del menor fallecido y sus familiares –tal como consta en documentación oficial emitida por este organismo autónomo–; sin embargo, señaló el señor Marco Antonio Castillo, ha pasado más de un año desde que el ombudsman nacional arribó a tales conclusiones e, “inexplicablemente”, la recomendación respectiva se mantiene detenida.
Por ello, el padre del adolescente fallecido anunció que se mantendría en plantón ante las oficinas de la CNDH, hasta que su titular, Raúl Plascencia, “me reciba para explicarme las razones por las que mi caso quedara congelado”.
Cabe destacar que, para evitar que el plantón del señor Castillo quedara ayer instalado, personal de la CNDH intentó convencerlo de desistir, primero, ofreciéndole un desayuno gratis.
El encargado de formular este ofrecimiento fue un empleado que se presentó como elemento de seguridad del organismo, quien le prometió invitarle el desayuno, pero lejos de la CNDH, para lo cual le pidió recoger las cartulinas y fotografías que el padre de familia había desplegado sobre la banqueta.
Ante la negativa a aceptar dicha “invitación”, este supuesto empleado de vigilancia ingresó a las oficinas de la Comisión, para poco después volver a la vía pública, portando un gafete que lo identificaba como Jesús González, jefe de departamento de la Oficialía Mayor de la CNDH, quien informó al señor Castillo que el secretario particular del presidente de la Comisión Nacional lo convocaba a una reunión, en las instalaciones que este organismo tiene en Periférico, para lo que, nuevamente, era necesario que retirara su protesta, lo que fue rechazado.
Posteriormente, el padre en plantón, quien presenta una hernia, solicitó a este mismo empleado que le permitieran entrar al baño, sin embargo la respuesta fue “aquí no hay baños”, por lo que debieron pasar dos horas para que, por mediación del visitador adjunto Mario Pedrosa Martínez, se permitiera al manifestante hacer uso de un sanitario, aunque luego se le advirtió que no podría volver a ingresar al inodoro, lo cual fue cumplido a cabalidad.
Así, ante la imposibilidad de acceder a un sanitario, el manifestante prefirió no ingerir alimentos durante todo el día.
Durante la tarde de ayer, además, el plantón del señor Castillo fue visitado por la licenciada Margarita Espinosa, directora de área de la Segunda Vistaduría de la CNDH, quien le pidió por segunda ocasión trasladarse hasta Periférico, para tratar su caso, a lo cual se negó el manifestante, debido a que eso implicaba retirar sus pancartas o abandonarlas en la vía pública.
El último intento de convencerlo para retirarse de estas instalaciones provino del director de estas oficinas, el doctor Javier Sepúlveda Amed, quien lo invitó, por medio del visitador, a tener una reunión, pero no para tratar la tardanza en la conclusión de su expediente, sino para explicarle que ahí no se llevaba el caso.
Epílogo: la lluvia
Para las 19:00 horas, en el sur de la Ciudad de México se desató una tormenta que el señor Castillo resistió bajo un paraguas que le allegó el visitador adjunto Pedrosa Martínez, quien se quedó a su lado bajo la lluvia.
Sin embargo, ante la previsión de que nuevas precipitaciones se presentaran durante la noche, este mismo funcionario le obsequió un paquete de boslas plásticas para la basura, con las cuales pudiera cubrirse, ya que el paraguas que antes habían compartido “es prestado”, según afirmó.
–Además de esas bolsas, ¿recibió algún tipo de asistencia humanitaria por parte de la CNDH? –se le pregunta.
–No –responde, categórico.
Así pues, dichas bolsas de basura, además de dos vasos de agua, fueron lo único que obtuvo este padre de familia, por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en su primer día de protesta.
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