A través de una carta, el profesor indígena preso en Chiapas expresa que fue encarcelado por ayudar a su comunidad.
“Mi vela permanece encendida no tanto para que yo vea, más bien para que los demás se iluminen para ver y me vean, aquí seguiré sin descansar”, escribió Alberto Patishtán en una misiva.
Está programado para este lunes un encuentro entre el profesor chiapaneco y el comisionado Jaime Martínez Veloz comisionado para el Diálogo de los Pueblos Indígenas de México de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Esto en el marco de que esta semana el Primer Tribunal Colegiado de Vigésimo Circuito en Tuxtla Gutiérrez dictamine definitivamente sobre el incidente de reconocimiento de inocencia que su defensa interpuso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El profesor tzotzil, preso desde hace 13 años, adherente de la Sexta declaración de la selva Lacandona, y de conocida religiosidad, expresó:
“He sido maltratado y encarcelado injustamente por causa de decir la verdad y denunciar la mentira, como otros en defender (a) mis hermanos indígenas sobre el maltrato; este acto de amor al prójimo no fue bien visto ni recibido por los ciegos y sordos contagiados por la corrupción en mi país”.
El documento fue escrito a mano, y al parecer ya fue entregada al Papa.
“Su Santidad siervo de Dios, por este medio aprovecho enviarte mis saludos fraternos, esperando siempre esté bien de salud y que Dios te acompañe en todo tu caminar en el Amor del pueblo de Dios. Hermano Francisco es un honor para mí escribirle, de antemano darle las gracias por el encuentro que tuvo con mi amigo argentino Félix Díaz, líder de la comunidad etnia Qom, en compañía del Novel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; Félix a llegado a mi cautiverio con el fin de solidarizarse en exigir mi libertad.
“Oh Pastor de las ovejas heridas, digo esto porque soy uno de ellos que he sido maltratado y encarcelado injustamente por causa de decir la verdad y denunciar la mentira, como otros en defender mis hermanos indígenas sobre el maltrato, este acto de amor al prójimo no fue bien visto ni recibido por los ciegos y sordos contagiados por la corrupción en mi país, a consecuencia de este contagio me prefabricaron mis delitos de homicidio, robo, etcétera, por esta imposición del crimen fui sentenciado a 60 años de prisión, actualmente bajo este yugo de desgracia llevo más de 13 años en el cautiverio; durante mi permanencia siempre he insistido en la exigencia de mi libertad, reclamo que hasta hoy en día he sido ignorado por las autoridades mexicanas, pero gracias a Dios todavía mi vela permanece encendida no tanto para que yo vea, más bien para que los demás se iluminen para ver y me vean, aquí seguiré sin descansar.
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