FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JUDITH AMADOR TELLO.
MÉXICO, D.F. Luego del dictamen presentado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sobre los daños “irreversibles” a El Caballito, tras la fallida intervención del despacho de Javier Marina, y las acusaciones mutuas entre autoridades del gobierno de la Ciudad de México acerca de su responsabilidad, la restauradora Lucía Ruanova Abedrop se sostiene en lo dicho desde que denunció los trabajos:
“El daño es irreversible.”
La especialista con estudios en restauración en Italia encabeza junto con el historiador Guillermo Tovar de Teresa el grupo en redes sociales elcaballitoconservacion –que suma dos mil 44 seguidores–, mediante el cual desde los primeros días se denunció, “si es que de veras las autoridades no se habían dado cuenta”, el proceso fue encargado por Alejandra Moreno Toscano, Autoridad del Centro Histórico, e Inti Muñoz, director del Fideicomiso del Centro Histórico (FCH).
Destaca la restauradora que la ética internacional en restauración tiene como primera regla “la mínima intervención necesaria, siempre, y la reversibilidad de todos los procesos”. Esto no fue considerado por el despacho Marina que utilizó el mismo procedimiento de barrer las pátinas, usado en las esculturas de la Alameda Central, Los Indios Verdes, el Monumento a la Revolución y la Fuente de Petróleos Mexicanos.
Para la restauradora, no son gente calificada para hacer una restauración, “se ocupan del mobiliario urbano” e hicieron una limpieza que no es reversible. Disiente con la secretaria de Cultura del D.F., Lucía García Noriega, quien afirmó que podía devolverse a la escultura de Manuel Tolsá la pátina porque es “reemplazable”.
Enfatiza Ruanova que la pátina antigua ya se le quitó a la escultura y no hay manera de devolvérsela. En todo caso tendrá que aplicársele una nueva en las zonas dañadas para equilibrar el color, la textura, la superficie y la protección de lo que quedó íntegro. Por ahora se notan a simple vista zonas verdosas, rojizas, rosa salmón, junto con parte que conserva la pátina original que se salvó de ser tocada por el ácido nítrico.
Ruanova señala que además de los daños provocados a la escultura, hubo varias irregularidades en la adjudicación de la obra al despacho Marina. Recuerda que el FCH debió encargarse de los permisos, y su director ha hablado de una falta de coordinación con el INAH y el Instituto Nacional de Bellas Artes, pero insistió siempre en que fue una decisión “colegiada” y ahora “resulta que no hay absolutamente conocimiento de ninguna de las partes”. Y es que tanto de la Autoridad como el Fideicomiso y la propia Secretaría de Cultura han pretendido deslindarse de la responsabilidad.
“Entonces no sólo hay descoordinación, hay omisión y han mentido. Eso es muy importante.”
Cuestiona por qué cuando un inquilino de una casa considerada patrimonio cultural, de la colonia Roma o la Condesa quiere cambiar una “bisagra” de una puerta que rechina, “le cae el INAH” inmediatamente, pues en el caso de El Caballito pasaron más de dos semanas con los andamios colgados de la propia escultura sin que ninguna autoridad interviniera. Le parece incomprensible también que se hable de una multa de 50 mil pesos, cuando la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos prevé incluso entre 2 y 10 años de cárcel para quien dañe un monumento.
“Hay muchas irregularidades y esto se está complicando seriamente.”
El proceso para restaurar la escultura ecuestre, concluye la especialista, apenas comienza. Y ofrece al FCH –que finalmente deberá hacerse cargo de las obras– colaboración de los expertos que se unieron al grupo de Facebook, pues lo importante para ellos es defender el patrimonio cultural.
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