AUTOR: JASON MCGAHAN.
En aras de obtener información sobre las actividades del Cártel de Sinaloa y sus líderes, la DEA permitió a los hermanos Margarito y Pedro Flores traficar a Estados Unidos grandes cantidades de cocaína. Según documentos y testimonios judiciales, ambos –otrora socios del Chapo Guzmán y actualmente testigos en el juicio contra Vicente Zambada– lograron un acuerdo con la agencia antidrogas estadunidense que les brindó impunidad y, en los hechos, convirtió a esa instancia gubernamental en cómplice de la actividad a la cual está obligada a combatir.
Después de todo, la fiscalía de Estados Unidos no siempre puede presentar como evidencia la palabra de dos hermanos que estuvieron en docenas de reuniones con Zambada y su padre, El Mayo, como confiables colaboradores del cártel.
En su primera reunión con El Mayo, Pedro y Margarito se presentaron como importadores de Estados Unidos que a través de intermediarios ya habían vendido para el capo alrededor de 20 toneladas de cocaína. Muy pronto ese capo empezó a referirse a los gemelos como “mi gente”, una designación interpretada por Pedro ante sus socios en Estados Unidos como “clientes preferentes” que pagaban por los embarques de cocaína el mismo precio bajo que los más importantes miembros del cártel.
De hecho los hermanos Flores aprovecharon su cercanía con los principales líderes del Cártel de Sinaloa para grabar conversaciones sobre cargamentos de cocaína y heroína, así como la compra de armamento militar. Tales grabaciones formarían parte de las evidencias contra Zambada Niebla.
El equipo de abogados que representa a Zambada en Chicago lleva cerca de dos años solicitando al gobierno de Estados Unidos que revele los términos del acuerdo con los gemelos por su valiosa colaboración con la Administración Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).
Uno de los abogados, Alvin Michaelson, llegó al grado de acusar al gobierno estadunidense de retener deliberadamente información sobre el trato que se hizo con los hermanos. La fiscalía, le dijo Michaelson al juez Rubén Castillo, ni siquiera quiere reconocer que hubo un trato de tal naturaleza con los gemelos. “Ellos sólo han estado cooperando amablemente durante los últimos tres años con el gobierno sin motivo alguno”, dijo Michaelson en un tono impasible.
Después de la revisión de miles de actas federales, informes policiacos y testimonios ante la corte relacionados con las operaciones de cocaína de los Flores en Chicago, salió a la luz que los gemelos habían traficado entre seis y ocho toneladas de la droga durante los cuatro meses en que reunieron evidencias para una investigación de la DEA sobre los principales líderes del Cártel de Sinaloa. A lo largo de ese mismo periodo, entre agosto y noviembre de 2008, los hermanos también introdujeron embarques de “muchos kilogramos” de heroína a Estados Unidos.
Pedro Flores también entregó a la DEA las grabaciones de las transacciones que hizo por teléfono con mayoristas de cocaína en el área de Chicago. La DEA, a su vez, utilizó estas grabaciones para armar casos incontrovertibles contra los clientes que aparecían en las cintas negociando cargas y precios de grandes embarques de cocaína.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1928, ya en circulación)
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