jueves, 17 de octubre de 2013

El ‘delito’ de grabar

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: ÁNGEL PLACENCIA.

Aunque ningún reglamento, código o ley prohíbe la grabación de elementos policíacos en servicio, hay al menos tres casos documentados en que uniformados de la Policía de Guadalajara detuvieron a ciudadanos por grabarlos.

“Trépame a éste también. -Yo estoy aquí en la banqueta, maestro. -¡Súbete, súbete, tú también!, ¡vente!, -¿qué estoy haciendo, señor?, -estás entorpeciendo labores policiales, -no estoy metiéndome con nadie, señor, -sí, sí te estás metiendo”. 

A muchos de los elementos de la Policía de Guadalajara no les gustan las cámaras, como se puede ver en diversos videos que varios usuarios han subido a la red denunciando abusos. La conversación citada líneas arriba, es la que sostuvo Miguel Ruiz Vargas con el elemento que lo detuvo por grabar una detención que el agraviado juzgó arbitraria.

“El hecho de sentirse la autoridad va más arriba de sentirse servidores públicos, y como claro, había alguien que los podía evidenciar de su maltrato o de su mal prestación de servicios, pues en ese momento te conviertes en una ofensa para ellos”, señaló Ruiz Vargas en entrevista con Reporte Indigo.

Elementos de la policía tapatía agreden a los ciudadanos que les toman fotos o los graban con algún dispositivo. Y si el momento que captó el espectador es un abuso, subes a la patrulla con todo y cámara o celular.

En el caso de Juan Iyves Palomar, estudiante del ITESO detenido el pasado 25 de septiembre durante la manifestación de los ambulantes de artesanías indígenas, ni siquiera pudo conservar el video y las imágenes de su detención, pues los oficiales lo obligaron a borrarlas durante su traslado.

“A mi parecer creo que fue un acto de prepotencia, arbitrariedad y podría decirse que también de autoritarismo de la Policía de Guadalajara, porque además de reprimir una manifestación, que tiene todo el derecho de ser y existir, además están cancelando otros derechos humanos que son la libertad de expresión, el derecho a la información, de poder grabar libremente lo que sucede en tu ciudad en la vía pública”, indicó Palomar.

En el caso de Miguel Ruiz, los cargos que se le imputaron fueron “impedir, dificultar o entorpecer la correcta prestación de los servicios municipales”, aunque en el video de su detención se observa que jamás intervino en el arresto.

El otro caso documentado es el Pavel Ocampo Núñez, uno de los detenidos en la protesta del primero de diciembre del 2012, en las inmediaciones de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Ocampo Núñez, al igual que Ruiz Vargas, fue imputado con cargos falsos como “robo calificado”, que en la grabación de su detención se muestra que nunca tuvieron lugar.

En la grabación de Ocampo Núñez se ve cómo camina del hotel Camino Real a la Expo Guadalajara cruzando avenida Mariano Otero, en el trayecto graba detenciones y se acerca a un grupo de policías que amagan a un detenido; una vez que se acerca al grupo se escuchan gritos, la imagen se pierde y termina el video.

Documentar no es delito

Organizaciones internacionales en pro de la libertad de expresión, como Article 19, han iniciado campañas para la concientización sobre la necesidad de grabar en las manifestaciones los abusos policíacos.

Hace unos meses #RompeElMiedo se presentó como una campaña de la organización en redes sociales para defender el derecho a la información de los ciudadanos durante los procesos en que son detenidos en manifestaciones y marchas.

Apenas en julio de este año, el director del documental Presunto Culpable, Roberto Hernández, fue detenido por “estar interrumpiendo las labores de un oficial” al grabar una detención que juzgó arbitraria en La Alameda, en la Ciudad de México.

Y es que en ningún reglamento de policía, código penal de un estado o ley del país se establece que un ciudadano tiene prohibido grabar a un servidor público realizando sus labores.

“Realmente tampoco aquí en México está prohibido filmar, en la vía pública o a un servidor público y como no está prohibido está permitido, entonces, pues hay que hacerlo”, indicó Miguel Ruiz.

De modo que cuando un oficial detiene a un ciudadano por grabarlo, está incurriendo en un abuso de autoridad, pues no hay motivo para una detención. El hecho de que la Policía de Guadalajara haya actuado del mismo modo en tres distintos casos, aislados uno del otro, habla de una política que ejercen los agentes de dicha corporación.

Juan Yves Palomar refiere que en su caso ni siquiera se levantaron cargos en su contra por estar vinculado al conflicto de los ambulantes, “yo salí libre sin que se me presentara ante un juez como marca la Constitución.

“Estoy preparando y visualizando por dónde puedo hacer que mi caso ejerza la mayor presión posible para que este tipo de situaciones, en la medida de lo posible ya no se repitan más en nuestra ciudad y en el país. Tristemente es algo que no sucede nada más en Guadalajara, ha sucedido en el Distrito Federal y en otros lugares del país y es una situación que se tiene que combatir y denunciar”.

Los testimonios

Para Miguel Ruiz, profesionista con un estudio de grabación, el ciudadano está a expensas por completo del criterio del policía en las detenciones:

“Simplemente se sobreentiende que la voz del policía o lo que diga el policía es la verdad absoluta, y partiendo de esa premisa es que se convierte en algo mucho muy delicado porque en relación de qué tan honesto sea el policía o de qué tan ensañado esté contigo, qué tan bien o mal le hayas caído, él puede decir lo que sea”.

Por otro lado, relata como su intervención en el caso por el que terminó en los separos, se dio al contemplar un abuso y una actuación irregular de los elementos de la policía tapatía:

“Yo y mi sobrino fuimos testigos de una detención un tanto violenta, arbitraria o descompensada, ya que había alrededor de ocho patrullas y dos motocicletas deteniendo a un individuo que ya se había confirmado que no traía armas y que básicamente ya lo tenían sometido y esposado, pero lo estaban violentando a su estilo: ya esposado lo empujaban y le pisaban los pies para que no se pudiera mover y se lastimara las muñecas con las esposas, en ese momento yo empecé a grabar.

“Yo lo que hice fue solidarizarme con el individuo este y también casi al momento llegaron su mamá y su hermano. Y (los policías) se iban a llevar su camioneta también, se me hizo un poco raro porque más que policías parecían una estampida de ladrones, porque era así como que ‘ya vámonos, ya vámonos’, así como que ‘fuga’, y un policía se subió a la camioneta para llevársela, y eso me sonó a robo.

“A los pocos… yo creo que dos minutos, otro policía que no sé quién habrá sido dijo: ‘a ese también súbanlo’ o ‘trépenlo’, no recuerdo, y ahí fue cuando un policía también me agarra y creo que es como lo que sucede en el videito este famoso.

“Lo que sucede cuando ya estás arriba de una patrulla no es como en las películas, no es como que te leen tus derechos, o como que tú tienes derecho a estar en silencio, no, te suben a una patrulla, le dan lo más rápido que pueden con esperanzas de que te lastimes más y llegas a la policía municipal y te meten a unas jaulitas como perreras de tres por tres o dos por dos y ahí te mantienes”.

Por otro lado, Juan Yves Palomar, estudiante de Ciencia Política y Gestión Pública del ITESO, cree que la falta de capacitación en derechos humanos de los oficiales les da poco criterio cuando tienen que aplicar la ley con esta discrecionalidad.

“Me encontraba aquí grabando cómo los policías desalojaban la manifestación de los artesanos, en esta esquina (Hidalgo y 16 de Septiembre) y a la hora de que yo trato de grabar un policía primero llega y me trata de cubrir, me trata de bajar el celular por la fuerza empujando, con gritos, de ninguna manera una forma amable, acto seguido empiezan a llegar más policías y me empiezan a decir que no puedo estar aquí ejerciendo un derecho, que es el derecho de grabar, que me tenía que retirar, y que si no, entonces me van a detener; proceden entonces: me agarran, me levantan de mi bicicleta y me detienen por la fuerza.

“A la hora que ya me dicen que me van a detener me sujetan por la llanta de enfrente de mi bicicleta, por la llanta de atrás, me sujetan también por la muñeca y me dicen palabras altisonantes que no recuerdo muy bien, pero a la hora de que me están subiendo ala camioneta me pegan, serán unos dos o tres golpes en las costillas, y el policía a la hora de que me traslada, que solo era uno en la patrulla que yo iba, se va todo el tiempo encima de mi cabeza, sentado encima de mí”.

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