FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JUAN CARLOS CRUZ VARGAS.
MÉXICO, D.F. (apro).- El perfil de un hombre siniestro, cruel y de sangre fría cobra vigencia por su papel relevante dentro del sistema priista de los años setenta y ochenta. Se trata del veracruzano Miguel Nazar Haro, cabeza de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), creador de la Brigada Blanca y conocido por sus crímenes de lesa humanidad.
Se trata del mando emblemático de la policía política, fantasma que ahora ronda en el retorno del PRI al poder presidencial.
En la presentación del libro El policía, editado por Grijalbo, su autor Rafael Rodríguez Castañeda, también director de la revista Proceso, advirtió:
“El PRI regresó y con él toda la estructura autoritaria del gobierno administrada policiacamente, del gobierno acostumbrado a hacer las cosas por las buenas o por las malas”.
El texto, una serie de testimonios e investigación periodística sobre los crímenes cometidos por Nazar Haro y su papel en el sistema político de aquel entonces, también pretende enviar un mensaje al gobierno actual. Se trata de “que la sociedad tenga memoria”.
“Creo que es importante que este gobierno sepa que por lo menos un fragmento de la sociedad tiene memoria”, enfatizó el director del semanario durante la presentación del libro, realizada en las instalaciones de la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo.
Para el también autor de Prensa vendida, el libro El policía tiene el objetivo de hacer sentir que la memoria está presente en los mexicanos.
“Creo que el libro intenta hacer un rescate histórico pero pescado en el momento preciso, pues Genaro García Luna evoca a Nazar Haro. Cumple una función en la actualidad, no es un libro histórico, pese a que la temática va de los años cincuenta hasta los ochenta, pero la situación es la misma”, explicó Rodríguez Castañeda.
Y es que Nazar Haro es “un emblema” de la era priista que ha retornado por sus fueros, un símbolo de la guerra sucia y ejemplo de personaje siniestro.
De acuerdo con el reportero de Proceso, Jenaro Villamil, “la biografía es vigente porque en primer lugar perfila a un emblema de una era priista, una era que ha retornado, pues Nazar Haro no sólo era investigador, sino el cerebro de un cuerpo policiaco llamado la Brigada Blanca, que se dedicó al exterminio –de manera sistemática– de opositores guerrilleros, estudiantes, delincuentes y todo aquello que pusiera en riesgo a la estabilidad del sistema político”.
No sólo eso, el periodista aseguró que la vigencia del texto es que Nazar Haro no fue la excepción, más bien encarnó la regla del sistema que ha confundido la inteligencia, el espionaje y la seguridad nacional con el propio crimen y la delincuencia que dice combatir.
“Las fronteras entre policías y criminales se han borrado, y Nazar Haro representa toda una escuela”, sentenció Villamil.
El también autor del libro Peña Nieto, el gran montaje, busca ir al fondo del asunto al lanzar la pregunta: “Cómo entender a personajes como García Luna o el mismo ‘Negro’ Durazo sin la escuela de Nazar Haro, sin la escuela e ideología de crímenes y excesos cometidos a nombre de una supuesta razón de Estado.
“La violencia no es inteligencia, la tortura no es información y el exterminio sistemático sólo genera anticuerpos igual de violentos, como ciertas guerrillas y grupos de narcotraficantes”, alertó.
Por eso el texto de Rodríguez Castañeda, apuntó Villamil, se inserta en la actualidad, ya que “es necesario leer este libro, por la creación de cuerpos policiacos que probablemente ya estén operando con el regreso del PRI… Estamos en una situación de repetir la guerra sucia sucedida en los años setenta, ahora en el mismo territorio del Distrito Federal… Es muy probable que en algún lugar haya un campo de entrenamiento y hasta un campo de la muerte”.
Sin embargo, el director de Proceso aclaró que es difícil conocer quién encarna a Nazar Haro actualmente, debido a que los tiempos y el mundo han cambiado y ahora existen estrategias de espionaje más sofisticadas, con tecnología de punta que permite al sistema contar con mayor información.
Esta situación, acotó, contrasta con el escenario de aquellos años, donde el policía desempeñaba una función en el ajedrez del sistema.
No obstante, Jenaro Villamil señaló que “esos agentes que devienen en delincuentes fueron formados, entrenados y posteriormente defenestrados por el mismo poder que los armó, los utilizó como sus fuentes secretas. Nazar Haro fue acusado no por sus crímenes de lesa humanidad, sino porque dejó de servir a los intereses de Estados Unidos. Nazar Haro dejó de ser un informante para convertirse en un vulgar traficante de autos”.
Luego, hizo un esbozo del contexto que enmarcaba esas épocas priistas: “Nazar es el típico caso de los policías que prefiere la CIA, profesional, no torpes funcionarios nombrados por razones políticas. La DFS era una dependencia policiaca, no política, por eso la CIA se entendía con ella a la perfección”.
Teniendo en mente ese perfil de Nazar Haro, con su crueldad y lo emblemático que representaba para aquel priismo de guerra sucia, Rafael Rodríguez Castañeda planteó la siguiente interrogante:
“¿Cuántas ejecuciones sumarias habrán ocurrido contra sicarios, narcos o medios narcos?, nunca lo sabremos o lo sabremos poco a poco, ya que la guerra sucia tendrá su equivalente en la guerra contra el narcotráfico”.
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