AUTOR: ERNESTO VILLANUEVA.
MÉXICO, D.F. Michoacán, del que soy orgullosamente originario, enfrenta serios problemas de gobernabilidad en buena parte de sus municipios. El secuestro del estado de derecho se ha ampliado a grandes porciones de la entidad. En ese contexto, el gobernador con licencia, Fausto Vallejo Figueroa, anuncia su posible retorno a la gubernatura. Esa aparente decisión tendría eventuales resultados de pronóstico reservado. Veamos.
Primero. Fausto Vallejo se presentó a las elecciones en Michoacán cuando padecía una enfermedad grave de la que no informó a los electores, quienes recibieron gato por liebre. Ya en Proceso abordé el tema del padecimiento que le ha impedido gobernar. (http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=317376&rl=wh )
Licencia tras licencia, por obvios problemas de salud, Vallejo permitió, por acción u omisión, que el estado de derecho se erosionara. La más reciente licencia que le fue concedida por el Congreso local se consideró como una vía para que por fin pudiera iniciarse la recuperación gradual de la entidad.
Desde hace semanas la familia de Vallejo Figueroa, primero por Twitter y después a través de algunas entrevistas en radio con el propio Vallejo, ha empezado a anunciar su retorno con el fin de ver si existen las condiciones políticas para que ahora haga lo que nunca ha hecho: gobernar.
El transplante de hígado al que fue sometido es la expresión más grave de su diabetes avanzada, pero jamás supondría que esté debidamente recuperado. Tiene además problemas de riñón y páncreas, así como neuropatías, lo cual impide hablar razonablemente de que esté “como nuevo”, según ha declarado a los medios. ¿Qué especialista médico podría afirmar que el estrés de gobernar un estado como Michoacán es la mejor forma de atender la salud de Figueroa? Sólo un milagro, que no creo sea el caso, haría que esté “como nuevo”, pues sería algo inédito el hecho de curar una enfermedad que hasta ahora sólo puede ser controlada.
Segundo. Lo primero que habría que preguntarse es con qué recursos se fue a Estados Unidos a realizarse su transplante. ¿Lo pagó Vallejo con su propio dinero o cargó los gastos al pueblo michoacano? Cabe recordar que los seguros de gastos mayores de los altos funcionarios, como el del secretario de Hacienda, tienen una cobertura en territorio nacional, incluso con la potenciación que aumenta la cantidad del monto asegurado en territorio nacional y cubre emergencias en el extranjero. ¿El seguro médico de gastos médicos mayores de Figueroa incluye operaciones programadas en Estados Unidos? Eso lo debería responder el gobernador con licencia.
Vallejo Figueroa en realidad busca regresar al poder para proteger a un grupo político ineficaz y corrupto. Lo lamentable para los michoacanos es que anteponga su interés personal o de grupo al interés superior de Michoacán. El gobernador interino, Jesús Reyna, no es precisamente santo de mi devoción, pero reconozco que deben hacerse a un lado filias y fobias para encontrar lo que se ha perdido en el estado con Vallejo poniéndole una camisa de fuerza a su secretario general de Gobierno.
En esa ruta, Reyna debe mantenerse como gobernador, no interino, sino como sustituto, por varias razones; entre ellas: a) porque como secretario general de Gobierno tiene mejor que nadie un mapa de lo que sucede en el estado; b) porque tuvo la valentía de pedir la renuncia a las peores expresiones del equipo de Vallejo, requisito básico para que pueda operar con la más amplia libertad en beneficio de la entidad, y c) porque existe una estrategia federal y local de rescate de Michoacán donde el operador de este proyecto es Reyna.
Tercero. Michoacán no puede vivir bajo el amago de Vallejo Figueroa regateando al gobernador interino Reyna espacios de poder ajenos al interés público. Una cosa es clara: El primero hará hasta lo imposible por retornar, aunque le cueste la vida en el intento por mayores complicaciones a la de por sí multifactorial y grave enfermedad que le aqueja. O en el siguiente escenario buscará negociar posiciones para su grupo político o establecer condiciones para su retiro de la escena pública estando sin estar.
Eso debe ser inaceptable. Los ciudadanos de buena fe, que constituyen la amplísima mayoría de los michoacanos, deben apostar a que se regenere el tejido social, a que se reconstruyan los espacios de interlocución, a que se recuperen los espacios públicos para la convivencia social, sin temor a que su integridad personal esté en riesgo.
Existen, por supuesto, las vías jurídicas para resolver el problema de fondo. Hay quienes consideran que el artículo 76, fracción V de la Constitución federal, es la solución bajo la figura de la desaparición de poderes. No me parece que es el camino adecuado. Creo, en cambio, que la norma aplicable a este caso concreto está en lo dispuesto por el artículo 57, particularmente su párrafo segundo, de la Constitución Política local, que se refiere a la falta absoluta de gobernador.
En ese sentido, si un panel independiente de médicos especialistas afirma que Fausto Vallejo está “como nuevo” –lo cual es muy improbable–, podría volver; pero, de no ser el caso, el Congreso, dada su condición de soberano, puede interpretar las licencias consecutivas como falta absoluta y actualizar la hipótesis normativa haciendo un análisis sistemático de la Constitución local con el fin de que Reyna pase a ser gobernador sustituto. Dejar que Vallejo Figueroa regrese a gobernar sería tanto como seguir alimentando la destrucción total del estado de derecho. El Congreso michoacano tiene la palabra.
El transplante de hígado al que fue sometido es la expresión más grave de su diabetes avanzada, pero jamás supondría que esté debidamente recuperado. Tiene además problemas de riñón y páncreas, así como neuropatías, lo cual impide hablar razonablemente de que esté “como nuevo”, según ha declarado a los medios. ¿Qué especialista médico podría afirmar que el estrés de gobernar un estado como Michoacán es la mejor forma de atender la salud de Figueroa? Sólo un milagro, que no creo sea el caso, haría que esté “como nuevo”, pues sería algo inédito el hecho de curar una enfermedad que hasta ahora sólo puede ser controlada.
Segundo. Lo primero que habría que preguntarse es con qué recursos se fue a Estados Unidos a realizarse su transplante. ¿Lo pagó Vallejo con su propio dinero o cargó los gastos al pueblo michoacano? Cabe recordar que los seguros de gastos mayores de los altos funcionarios, como el del secretario de Hacienda, tienen una cobertura en territorio nacional, incluso con la potenciación que aumenta la cantidad del monto asegurado en territorio nacional y cubre emergencias en el extranjero. ¿El seguro médico de gastos médicos mayores de Figueroa incluye operaciones programadas en Estados Unidos? Eso lo debería responder el gobernador con licencia.
Vallejo Figueroa en realidad busca regresar al poder para proteger a un grupo político ineficaz y corrupto. Lo lamentable para los michoacanos es que anteponga su interés personal o de grupo al interés superior de Michoacán. El gobernador interino, Jesús Reyna, no es precisamente santo de mi devoción, pero reconozco que deben hacerse a un lado filias y fobias para encontrar lo que se ha perdido en el estado con Vallejo poniéndole una camisa de fuerza a su secretario general de Gobierno.
En esa ruta, Reyna debe mantenerse como gobernador, no interino, sino como sustituto, por varias razones; entre ellas: a) porque como secretario general de Gobierno tiene mejor que nadie un mapa de lo que sucede en el estado; b) porque tuvo la valentía de pedir la renuncia a las peores expresiones del equipo de Vallejo, requisito básico para que pueda operar con la más amplia libertad en beneficio de la entidad, y c) porque existe una estrategia federal y local de rescate de Michoacán donde el operador de este proyecto es Reyna.
Tercero. Michoacán no puede vivir bajo el amago de Vallejo Figueroa regateando al gobernador interino Reyna espacios de poder ajenos al interés público. Una cosa es clara: El primero hará hasta lo imposible por retornar, aunque le cueste la vida en el intento por mayores complicaciones a la de por sí multifactorial y grave enfermedad que le aqueja. O en el siguiente escenario buscará negociar posiciones para su grupo político o establecer condiciones para su retiro de la escena pública estando sin estar.
Eso debe ser inaceptable. Los ciudadanos de buena fe, que constituyen la amplísima mayoría de los michoacanos, deben apostar a que se regenere el tejido social, a que se reconstruyan los espacios de interlocución, a que se recuperen los espacios públicos para la convivencia social, sin temor a que su integridad personal esté en riesgo.
Existen, por supuesto, las vías jurídicas para resolver el problema de fondo. Hay quienes consideran que el artículo 76, fracción V de la Constitución federal, es la solución bajo la figura de la desaparición de poderes. No me parece que es el camino adecuado. Creo, en cambio, que la norma aplicable a este caso concreto está en lo dispuesto por el artículo 57, particularmente su párrafo segundo, de la Constitución Política local, que se refiere a la falta absoluta de gobernador.
En ese sentido, si un panel independiente de médicos especialistas afirma que Fausto Vallejo está “como nuevo” –lo cual es muy improbable–, podría volver; pero, de no ser el caso, el Congreso, dada su condición de soberano, puede interpretar las licencias consecutivas como falta absoluta y actualizar la hipótesis normativa haciendo un análisis sistemático de la Constitución local con el fin de que Reyna pase a ser gobernador sustituto. Dejar que Vallejo Figueroa regrese a gobernar sería tanto como seguir alimentando la destrucción total del estado de derecho. El Congreso michoacano tiene la palabra.
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