FUENTE. PROCESO.
AUTOR: JUAN CARLOS ORTEGA PRADO.
MÉXICO, D.F. (apro).- Nacer indígena, en México, es prácticamente una condena a la pobreza. Nacer en el sureste lo agrava, y es todavía peor si se nace mujer.
La organización Save the Children lo documenta. Los datos que enumera en su estudio Meta Cero. Terminemos con la inequidad y la pobreza extrema ayudan a entender por qué existen casos como el de la mazateca que tuvo a su hijo en el jardín de un hospital oaxaqueño, el pasado 2 de octubre.
La organización internacional (trabaja en más de 120 países) detecta que 14 partos de cada cien transcurren sin asistencia médica en Oaxaca. Y hay entidades con mayores problemas: en Guerrero, por ejemplo, la cifra se eleva a 16.2%. En Chiapas llega a 30 de cada 100.
La mortalidad infantil es otro flagelo. En Oaxaca, antes de cumplir cinco años, mueren 237 niños de cada 10 mil. En Chiapas sube a 241. En Guerrero alcanza los 311. El promedio nacional entre los no indígenas es de cien menos: 134. Esos estados, además, concentran buena parte de la pobreza nacional.
En su análisis dado a conocer el pasado martes 15, Save The Children acota: el problema no es tanto de falta de dinero ni de progreso, sino de inequidad: “México ha avanzado en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (planteados por la ONU), pero… es el perfecto ejemplo del reto que representa la inequidad”.
Qué coincidencia: justo hoy el flamante premio Nobel de Economía, el estadunidense Robert Shiller, afirmó: “El problema más importante que estamos enfrentando hoy en día es la creciente inequidad económica en el mundo”.
Indígena, sinónimo de pobre
Entre los pueblos originarios, por ejemplo, la pobreza llegó a 72.3% en 2012. Esto significa que sólo 28 de cada 100 indígenas se salvan de la pobreza. En contraste, “sólo” 42% de los mestizos vive en esa situación.
Chiapas asusta: 75 de cada cien habitantes vive en esta precariedad. Guerrero es casi lo mismo: 70 de cada cien. En la céntrica Puebla se llega a 65%.
Vivir en el campo hace que la posibilidad de caer en la pobreza se multiplique por diez: en la ciudad, 0.9% de las personas vive con menos de 1.25 dólares al día. En el campo, la cifra alcanza el 9.2%.
De hecho, comparar la pobreza por cada región del país resulta ilustrativo. La pobreza extrema llega a 24% en el sureste y baja hasta 5.6% en el norte. Y la pobreza “leve” es de 70 mexicanos de cada cien en el sur, y disminuye a 39 de cada cien cerca de la frontera con Estados Unidos.
Cuidadito con ser niño
El grupo poblacional con más carencias es el de los niños, los menores de edad en general. Cincuenta y tres de cada cien viven en la pobreza: muchas veces son los últimos en ser atendidos. Claro que si hablamos de los niños indígenas la cifra se eleva hasta el 76%. Hablamos de más de 21 millones de niños. Es como si sólo habitaran niños en el Distrito Federal y su área conurbada, y en Monterrey y su área conurbada, y absolutamente todos fueran pobres.
Pese a las recurrentes promesas de salud y educación, treinta de cada cien no tienen acceso a servicios de salud, y 10% tiene rezago escolar.
Segmentar cada una de las privaciones evidencia tanto la pobreza como la inequidad. Veamos. Falta de servicios básicos en vivienda: niños mestizos, 19.8%; niños indígenas… 44%. Calidad y espacios en la casa: mestizos, 20.1%; indígenas… 42.9%. Deficiente acceso a la alimentación: mestizos, 29.5%; indígenas… 43%.
De hecho, mientras una tercera parte de los chicos del sur tienen una talla demasiado baja, esto ocurre sólo en uno de cada diez casos en el norte.
Educar es un decir
Compárese el dato: únicamente dos de cada cien niños que van a escuelas particulares tienen un nivel insuficiente en matemáticas, según la prueba Excale. En cambio, 43 de cada cien niños indígenas están en esa situación.
Esto se explica desde la pura asistencia. Los niños que no están vulnerables acuden todos los días a la escuela. En cambio, 31% de los chicos indígenas en pobreza extrema faltan a clases.
Save The Children detecta que ha habido mejoras, pero aún “es urgente establecer metas de cobertura universal (…) con estándares claramente identificados”.
Ay de las mujeres
En México el analfabetismo está mucho más extendido de lo que se piensa. Por ejemplo, 5.6% de los varones mayores de 15 años no sabe leer ni escribir. Esta cifra, de suyo grave, palidece enfrente de la de mujeres analfabetas: 8.1% es analfabeta. (En total, esto significa casi cuatro millones de mexicanos en esta situación.)
Pero en el plano laboral la diferencia es aún más notoria: Poco más de 19 millones de mujeres en edad laboral trabajan en el país. Esta cifra llega a los 30.5 entre los hombres.
De los sueldos ni hablar: entre ellas, la mitad gana menos de dos salarios mínimos. Entre varones, la cifra que tiene este nivel de ingresos es sólo de 35%.
En lo que respecta a la mortalidad materna, México tiene una incidencia que duplica lo que desea la ONU: fallecen 43 mujeres por cada cien mil partos, cuando lo buscado es que se disminuya a 22.
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