AUTOR: ERNESTO VILLANUEVA.
MÉXICO, D.F. En estos días, el exsecretario de Seguridad Pública del DF y ahora director del STC Metro, Joel Ortega, cabildea para que aumente el precio del boleto bajo el sofisma de que es para “mejorar el servicio”.
Se trata en realidad de una estrategia para afectar a los que menos tienen en beneficio probable de los bolsillos de los gobernantes de la Ciudad de México. Veamos por qué.
Primero. De manera sesgada, Joel Ortega declara a los medios que el precio del boleto del Metro de la Ciudad de México es muy barato, razón por la cual no se puede dar el servicio ideal.
Primero. De manera sesgada, Joel Ortega declara a los medios que el precio del boleto del Metro de la Ciudad de México es muy barato, razón por la cual no se puede dar el servicio ideal.
Esto es una abierta falsedad debido a que: 1. El costo del servicio del Metro se paga a su precio real, pero tiene dos vías de ingreso: a) el proveniente del presupuesto de egresos; es decir, de los impuestos directos e indirectos de los ciudadanos; y b) el procedente del precio del boleto, que es complementario al costo real del servicio.
Así, aumentar el coste del pasaje no sólo es algo ajeno a un Estado democrático y social que tanto pregona el PRD, sino un atentado contra el funcionamiento de la ciudad para empobrecer a los más pobres y, paradójicamente, subsidiar a los más ricos que emplean a quienes utilizan ese medio de transporte.
Segundo. El director del STC Metro, Joel Ortega, justifica sus pretensiones hablando de las principales ciudades del mundo con datos parciales y verdades a medias. Efectivamente, el precio del boleto en la mayor parte de las ciudades del Primer Mundo es mucho mayor que la tarifa de tres pesos en la Ciudad de México. Pero Ortega omite datos fundamentales: el salario mínimo en la Ciudad de México es de 64.76 pesos diarios; en Nueva York, en cambio, es el equivalente a 841 pesos. Abordar el Metro en Nueva York cuesta 33 pesos. Si se toma en cuenta el salario mínimo diario en Nueva York, que es 13 veces mayor al del DF, y que el boleto en NY vale allá 11 veces más que el de la capital del país, la lógica aconsejaría que debiera bajar el precio en el DF al menos a 2.5 pesos. Y eso que en Nueva York el costo de Metro no está subsidiado ¿Por qué entonces aquí cuesta más en términos comparativos? La respuesta es muy sencilla: por la gran corrupción con impunidad que existe en el DF y que en Nueva York no se toleraría. Con algunas diferencias, pasa lo mismo en las capitales más importantes del mundo, como en Londres, donde el servicio tiene descuentos según se trate de horas pico o de horas con menor afluencia.
Tercero. En el STC Metro no existen pesos y contrapesos para combatir la corrupción o al menos reducirla, de suerte que, aunque fuera encarecido el boleto, ello no se traduciría en un mejor servicio, porque el diseño institucional del Metro está hecho para optimizar la corrupción. Sería sólo un acto de fe, que no se puede aplicar a quien administra los recursos del pueblo.
La corrupción está a flor de piel, como lo he denunciado en estas páginas. En el mismo sentido, habría que agregar que el servicio de comedores cuya “licitación” fue ganada (¿casualmente?) por la misma empresa que atendía a la Secretaría de Seguridad Pública en tiempos de Joel Ortega, no sólo es pésimo, según afirman trabajadores, sino que genera disuasivos respecto al subsidio que tienen para comer donde quieran. Si desean alimentarse en los comedores de la empresa que contrató Ortega, el subsidio es de 35 pesos, pero si renuncian a hacerlo allí, el subsidio es de sólo 5 pesos.
Otra prueba de la corrupción y de la colusión en el SCT es el infierno que viven los trabajadores Marco Velázquez Flores, Sinohé de la Paz Chacón, Jaime Ramírez Guerrero e Ismael Palmieri Huerta, por denunciar ante el contralor interno, Jorge Augusto Ibarra Kadoche, que sus jefes inmediatos “dormían” en sus horas de trabajo. Esa denuncia, que debió ser investigada por la autoridad competente, fue puesta, en la lógica del absurdo, en conocimiento de los denunciados por la propia Contraloría, y ahí empezó un acoso permanente contra los trabajadores hasta llegar a “retenciones salariales”, enviando un mensaje a los demás en el sentido de que las denuncias sobre la violación de la ley no serán toleradas, según consta en el oficio número CES XI/044/13 enviado por el secretario general de la sección XI del sindicato titular del contrato colectivo de trabajo al contralor interno. Esto, sin que pase nada.
De la misma manera, no bien acaba de ser concluida la línea 12 del Metro, ya están haciendo “renivelaciones” en varios tramos para evitar descarrilamientos de los trenes por los hundimientos que se producen en varios terrenos, con un alto costo para la sociedad, sin que obviamente nadie se entere. Insisto: Debe crearse un panel independiente de expertos que haga una minuciosa auditoría técnica de lo que sucede en el STC Metro. Si no se hace nada, bajo ningún motivo debe permitirse que suba el precio del boleto, porque no se requiere en lo absoluto. Por el contrario, hay que buscar que baje el precio y se hagan los ajustes donde se debe: en la corrupción que corre de la cúspide a la base el STC Metro. Ese es el problema de fondo.
Segundo. El director del STC Metro, Joel Ortega, justifica sus pretensiones hablando de las principales ciudades del mundo con datos parciales y verdades a medias. Efectivamente, el precio del boleto en la mayor parte de las ciudades del Primer Mundo es mucho mayor que la tarifa de tres pesos en la Ciudad de México. Pero Ortega omite datos fundamentales: el salario mínimo en la Ciudad de México es de 64.76 pesos diarios; en Nueva York, en cambio, es el equivalente a 841 pesos. Abordar el Metro en Nueva York cuesta 33 pesos. Si se toma en cuenta el salario mínimo diario en Nueva York, que es 13 veces mayor al del DF, y que el boleto en NY vale allá 11 veces más que el de la capital del país, la lógica aconsejaría que debiera bajar el precio en el DF al menos a 2.5 pesos. Y eso que en Nueva York el costo de Metro no está subsidiado ¿Por qué entonces aquí cuesta más en términos comparativos? La respuesta es muy sencilla: por la gran corrupción con impunidad que existe en el DF y que en Nueva York no se toleraría. Con algunas diferencias, pasa lo mismo en las capitales más importantes del mundo, como en Londres, donde el servicio tiene descuentos según se trate de horas pico o de horas con menor afluencia.
Tercero. En el STC Metro no existen pesos y contrapesos para combatir la corrupción o al menos reducirla, de suerte que, aunque fuera encarecido el boleto, ello no se traduciría en un mejor servicio, porque el diseño institucional del Metro está hecho para optimizar la corrupción. Sería sólo un acto de fe, que no se puede aplicar a quien administra los recursos del pueblo.
La corrupción está a flor de piel, como lo he denunciado en estas páginas. En el mismo sentido, habría que agregar que el servicio de comedores cuya “licitación” fue ganada (¿casualmente?) por la misma empresa que atendía a la Secretaría de Seguridad Pública en tiempos de Joel Ortega, no sólo es pésimo, según afirman trabajadores, sino que genera disuasivos respecto al subsidio que tienen para comer donde quieran. Si desean alimentarse en los comedores de la empresa que contrató Ortega, el subsidio es de 35 pesos, pero si renuncian a hacerlo allí, el subsidio es de sólo 5 pesos.
Otra prueba de la corrupción y de la colusión en el SCT es el infierno que viven los trabajadores Marco Velázquez Flores, Sinohé de la Paz Chacón, Jaime Ramírez Guerrero e Ismael Palmieri Huerta, por denunciar ante el contralor interno, Jorge Augusto Ibarra Kadoche, que sus jefes inmediatos “dormían” en sus horas de trabajo. Esa denuncia, que debió ser investigada por la autoridad competente, fue puesta, en la lógica del absurdo, en conocimiento de los denunciados por la propia Contraloría, y ahí empezó un acoso permanente contra los trabajadores hasta llegar a “retenciones salariales”, enviando un mensaje a los demás en el sentido de que las denuncias sobre la violación de la ley no serán toleradas, según consta en el oficio número CES XI/044/13 enviado por el secretario general de la sección XI del sindicato titular del contrato colectivo de trabajo al contralor interno. Esto, sin que pase nada.
De la misma manera, no bien acaba de ser concluida la línea 12 del Metro, ya están haciendo “renivelaciones” en varios tramos para evitar descarrilamientos de los trenes por los hundimientos que se producen en varios terrenos, con un alto costo para la sociedad, sin que obviamente nadie se entere. Insisto: Debe crearse un panel independiente de expertos que haga una minuciosa auditoría técnica de lo que sucede en el STC Metro. Si no se hace nada, bajo ningún motivo debe permitirse que suba el precio del boleto, porque no se requiere en lo absoluto. Por el contrario, hay que buscar que baje el precio y se hagan los ajustes donde se debe: en la corrupción que corre de la cúspide a la base el STC Metro. Ese es el problema de fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario