martes, 1 de octubre de 2013

Una Secretaría de Seguridad Pública “en la isla de la fantasía”

FUENTE: REVOLUCIÓN TRES PUNTO CERO.
AUTOR: RODRIGO ROJO.

(30 de septiembre, 2013).- La comparecencia del Secretario de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida, ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) siguió inmediatamente después a la del procurador del Distrito Federal, Rodolfo Fernando Ríos Garza. Quizás por eso la asistencia no fue tan concurrida como en la comparecencia anterior. El pleno estaba muy disminuido y quedaban solamente alrededor de 30 diputados. Quizá el resto se había cansado y optado por irse.

Los legisladores que quedaban tenían los ánimos más sosegados: la mayoría hablaba entre ellos o se entretenía con sus celulares y tabletas. De entre todos los asistentes, los policías que ocupaban los palcos de invitados eran los más entusiastas, nunca dejaron de aplaudirle a su jefe cada que respondía a los cuestionamientos de los legisladores.

El careo del secretario con los diputados no fue sencillo, pero para este momento los legisladores parecían ya más ocupados en atacarse entre bancadas que en responder al informe de Jesús Rodríguez Almeida. En la comparecencia del procurador, el diputado del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Manuel Alejandro Robles Gómez mencionó que “la Ciudad de México no es el paraíso pero sí lo que más se le aproxima”.

Para esa nueva comparecencia, los diputados de oposición se encargaron de cobrarle ese desplante de egolatría. El diputado del PRI, Jaime Alberto Ochoa Amorós, le respondió al perredista que “ésta no es una ciudad paraíso, es la isla de las fantasías” en referencia a la nula autocrítica que los secretarios que comparecieron ante la Asamblea Legislativa hacían sobre sus gestiones al presentar solamente panoramas alentadores. Antes, en la tribuna, otra diputada había recriminado al Gobierno Federal haber llevado acarreados el 15 de Septiembre al Zócalo, a lo que el PRI respondió simplemente que “los amarillos son expertos en eso”. Sin embargo, pocos minutos después ya estaban compartiendo bromas.

En medio de esta batalla de descalificaciones, el informe del secretario de Seguridad Pública moldeaba la percepción de que los policías son héroes que viven entregados a la Ciudad, salvo por algunos pocos elementos que han participado en asaltos, secuestros, golpizas y extorsiones.

El secretario comenzó dando una serie de porcentajes y números que buscaban demostrar que se ha hecho un trabajo impecable en la Ciudad. Se disminuyó el robo en taxis en 37.3 por cientoo, el robo a transeúntes bajó en 19 por ciento, sólo ha habido 0.34 secuestros por cada 100 mil habitantes y el DF se ubica en el lugar 16 de ciudades con más lesiones dolosas.

Además, mencionó que se han asegurado más de 6 mil armas de fuego con el programa de desarme voluntario, la incidencia delictiva en la zona limítrofe con el Estado de México ha bajado 8 por ciento, se creó una nueva unidad de “ciberdelincuencia” y se promueve la creación de una Universidad de la Policía que ya cuenta con 5 licenciaturas y una maestría.

Sobre todo, el secretario de Seguridad Pública enfatizó que la policía se ha conducido con un apego irrestricto a los derechos humanos, siguiendo los principios de no discriminación y equidad de género. Sobre las manifestaciones, Almeida señaló que “se hacen operativos para garantizar los derechos de los manifestantes y para garantizar el derecho deambulatorio del resto de la población. El uso de la fuerza se ha reducido a lo mínimo como lo establecen directrices internacionales para un estado social y de derecho.” La policía del DF, impoluta.

Los derechos humanos de los manifestantes están en severos problemas en la ALDF. Por un lado, la gran mayoría en el poder, la del PRD, defiende la actuación de la policía. Por el otro, la oposición critica a la policía pero sólo para exigir más mano dura y “mayor contundencia” cuando reprimen las manifestaciones. En la asamblea legislativa no hay bancada que defienda a los manifestantes ni que acredite los excesos de la policía.

Al finalizar la comparecencia, a las seis y media de la tarde, el pleno estaba mucho más vacío aun. Almeida salió por la puerta grande, entre las arengas de la bancada perredista y de los policías a los que invitó a su comparecencia.

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