FUENTE: PROCESO.
AUTOR: PATRICIA DÁVILA.
MÉXICO, D.F. (apro).- Ejidatarios afectados por la construcción de la supercarretera Durango-Mazatlán exigen que el Congreso de la Unión inicie una investigación sobre la calidad de la megaobra inaugurada por el presidente Enrique Peña Nieto, apenas el 17 de octubre anterior.
Ernesto Pérez Virgen, representante de los ejidatarios y comuneros que conforman el Movimiento por la Justicia Agraria, señaló que a los Congresos locales de Durango y Sinaloa les toca pronunciarse con firmeza para que se realice una investigación urgente sobre este tema.
Su reclamo, abundaron, viene a raíz de que el pasado domingo la depresión tropical Sonia ocasionó derrumbes en la autopista, del kilómetro 143 al 177, los cuales, mantuvieron varados a cientos de automovilistas.
Los representantes de los 32 ejidos de los estados de Durango, Sinaloa y Nayarit advirtieron de las irregularidades que presenta la construcción de la carretera y, pese a ello, las autoridades optaron por ignorarlos y siguieron con el proyecto que tuvo un costo superior a los 29 mil millones de pesos.
El Canal 10.1 HD Durango y el diario El Debate, de Mazatlán, Sinaloa, dieron a conocer imágenes de los derrumbes registrados en uno y otro estado desde el kilómetro 143 hasta el 177 de la llamada “súper carretera”.
Del lado de Durango, tras el paso de la depresión tropical Sonia, además de los derrumbes, se detectó una fractura en el kilómetro 224, aunque los reportes indican por lo menos 20 desprendimientos menores, mientras que en Sinaloa los daños son igual de graves.
En su edición del 13 de octubre, Proceso publicó un reportaje sobre los deterioros de la supercarretera Durango-Mazatlán, que antes de su inauguración ya se consideraba de las vías más riesgosas del país.
Aún no era impactada por los remanentes de Manuel y ya presentaba “peligrosas” fallas geológicas no previstas en el proyecto técnico: túneles tapados por aludes, tramos en donde el terraplén con el pavimento va literalmente hacia el precipicio, entre otros.
Después del meteoro, los daños fueron más desastrosos: hundimientos del asfalto por la presión del agua, drenajes tapados o que no soportaron el caudal y reventaron la cinta asfáltica, cunetas anegadas por la misma carga pluvial; pesadas rocas que ocasionaron grandes orificios a túneles, sin contar que la mayoría de estos 58 pasadizos filtran agua.
La sorpresa que causa la belleza panorámica que envuelve a esa parte de la Sierra Madre Occidental, por donde cruza la carretera, así como el impacto visual que causa esta obra de infraestructura, anunciada como la más “importante y emblemática que se haya hecho en la historia de la ingeniería reciente de México, tanto por el reto que supuso su construcción como por la aplicación de la tecnología más avanzada”, no sólo son opacados por la destrucción sufrida en túneles y puentes construidos a lo largo de los 240 kilómetros, también por los daños “colaterales” dejados por las constructoras Tradeco, Aldesa y Omega en 29 ejidos y comunidades.
Los daños son cuantiosos: arroyos o grandes cauces de ríos –como El Baluarte– completamente azolvados por material que derramaron las constructoras más allá de su derecho de vía.
Aparte, contaminación de zonas protegidas por producir especies de pino endémicas, como la pseudotsuga; o la destrucción del hábitat de la guacamaya, ave protegida en proceso de extinción; zonas productivas sin caminos saca cosechas; sin puentes de paso para ganado; pueblos como Santa Lucía, Sinaloa, en donde sus habitantes demandan la reparación de las cuarteaduras que las detonaciones causaron en sus inmuebles.
Y lo paradógico: se construyeron puentes que no sirven a nadie.
Hoy, con el paso de la depresión tropical Sonia, que ni siquiera impactó directamente a Mazatlán, sino que pasó muy al norte de Sinaloa, por Navolato, el deterioro, los derrumbes y el mal estado general de la “súper carretera” Durango-Mazatlán han quedado en evidencia.
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