AUTOR: PENILEY RAMÍREZ.
Poco antes de entrar al hospital, el exlíder petrolero había concertado una entrevista con Reporte Indigo para hablar de los inconvenientes de privatizar la paraestatal y las trampas de la reforma energética… ya no hubo tiempo.
Era el 28 de octubre, el último día que pasó Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, fuera de un hospital.
El motivo de la llamada era la solicitud de una entrevista para Reporte Indigo.
“Queremos hablar con usted sobre la reforma energética y Pemex”, le dije.
Estuvo de acuerdo. Sin pensarlo siquiera un instante, sin asomo de duda en su voz, aceptó hablar. No pidió un cuestionario previo.
Su única condición: la entrevista debía ser en su casa en Tamaulipas.
Le anuncié que en las próximas semanas iríamos a verlo. Queríamos documentar la entrevista con fotografías y video.
“Sí, aquí estoy, aquí los espero en Madero”, contestó después de haber pedido tres veces que le repitiera lo que había dicho.
A sus 91 años, el oído era su única barrera frente a la prensa, que lo siguió durante décadas.
“¿Para qué medio es?”, preguntó cuando estaba a punto de colgar. Grité varias veces mi nombre y el de esta publicación.
Estaba dispuesto a hablar y le interesaba el tema especialmente.
Cuando colgué eran las 13:00 horas. Poco después, el exlíder de petrolero sufrió un intenso dolor en el vientre y fue internado.
Vivió sus últimas dos semanas en el hospital, acompañado de su esposa y sus hijos, hasta que falleció la mañana de este lunes 11, a menos de 15 días de que el Senado comience la discusión de la reforma energética.
Hace menos de un mes “La Quina” había desmentido un supuesto derrame cerebral. Entonces dijo al diario Milenio: “Diosito no me quiere allá arriba para partirle la madre a esos traidores”.
La alianza con Fox, quedó en el intento
Los traidores de “La Quina” tenían nombres y él no se frenaba en decirlos.
Uno de ellos era el actual líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps.
En 2003, cuando lideraba entre los petroleros un movimiento para derrocar a Deschamps, buscó aliarse con Vicente Fox.
El intermediario a quien acudió el exlíder petrolero, no era un empleado formal del gobierno, pero tenía tal acceso a Los Pinos que había llevado a Olga Wornat a conocer a Marta Sahagún.
Después Wornat escribió el libro “La Jefa”, con el que se convirtió en uno de los personajes más odiados por el foxismo.
La cita de Joaquín Hernández Galicia y su intermediario con Vicente Fox, entonces en el tercer año de su periodo presidencial, fue en el hotel Sevilla, en la colonia San Rafael de la Ciudad de México.
Varios guardias recibieron al intermediario, que aceptó relatar la anécdota a Reporte Indigo a reserva de no ser citado.
“Me recibieron entre varias personas, todos muy raros. Me fueron llevando hasta un salón de fiestas que había allí en el hotel”, recordó.
“El salón estaba vacío. No había allí más que dos sillas al centro. En una de ellas esperaba ‘La Quina’”.
Hablaron rodeados por guardias en medio del espacio que regularmente ocupaban las mesas para banquetes.
Hernández Galicia insistía en que era necesario que hablara con Fox.
“Romero Deschamps es un traidor, tengo que explicarle”, repetía intentando convencer a su interlocutor.
El trámite no resultó efectivo.
Las puertas de Los Pinos no se abrieron para él, Romero Deschamps se mantuvo en su puesto y todos los directores sucesivos de Pemex han acordado con él.
A diferencia de “La Quina”, que declaró durante este año en varias ocasiones que la iniciativa de reforma energética “privatizaría Pemex” y afectaría a los trabajadores, su sucesor frente al sindicato ha negado cualquier posibilidad de diálogo sobre el tema.
Hernández Galicia, sin embargo, se mantenía desde la sombra de su asilo en Tamaulipas como una voz escuchada entre las secciones del sindicato.
La caída
Joaquín Hernández fue detenido el 10 de enero de 1989, pero sabía del operativo desde casi un año antes. Así lo relató a El Sol de México en 2011.
En marzo de 1988 le habían informado que Carlos Romero Deschamps y Sebastián Guzmán Cabrera le traicionarían.
La sucesión presidencial estaba en pleno proceso y Hernández Galicia apoyaba a Cuauhtémoc Cárdenas, según una serie de documentos publicados por la revista Proceso en 2008 y desclasificados por el Archivo Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), organización dependiente de la Universidad de Georgetown.
A pesar de ello, declaró años más tarde que en esa elección había votado por Carlos Salinas.
Estaban dispuestos a todo, dijo en la entrevista de 2011.
En lugar de una investigación por fraude económico contra Pemex, el gobierno salinista optó por fincarle acusaciones penales de portación de armas y por “arrojarme un muertito congelado que trajeron desde Ciudad Juárez”.
Nueve años más tarde, en diciembre de 1997, “La Quina” salió de la cárcel bajo el término de libertad preparatoriana.
Había perdido en abogados gran parte de su fortuna. Los últimos años de su vida, de acuerdo con declaraciones que dio a varios medios, vivía con una pensión de 25 mil pesos mensuales y la esperanza de volver a influir en Pemex.
No siquiera pudo hacerlo verbalmente. Su muerte a causa de afecciones en el colon, sucede justo cuando comenzará el debate de la reforma energética.
Ocurre, también, al tiempo que se firman una serie de cambios en el sindicato, por los que se recortará a la plantilla de empleados pertenecientes al gremio que Hernández Galicia lideró durante tres décadas.
Nueve años en prisión
A pesar de haber estado durante nueve años en la cárcel, entre 1989 y 1997, “La Quina” nunca perdió su puesto como un referente entre los petroleros.
Al inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en 1989, el líder petrolero tamaulipeco fue encarcelado con cargos que incluían uso ilegal de armas y hasta un asesinato.
Sin embargo, para muchos de los trabajadores del petróleo “La Quina” fue alguien que defendía más los derechos de los trabajadores al compararlo con el actual líder Romero Deschamps.
Hasta ahora, muchos sindicalizados de Pemex recuerdan con nostalgia los tiempos en que “La Quina” los representaba.
Y la afirmación la repiten los empleados que temen perder prestaciones con la apertura del sector energético propuesta por el PRI y el PAN referente a la reforma.
En Tamaulipas era visto como un personaje famoso y los habitantes le saludaban a menudo como una celebridad.
Sucesión ‘Quinista’ no prosperó
Entre los competidores para la sucesión de Romero Deschamps, que ha estado a debate en tribunales durante los últimos años, el exlíder apoyaba abiertamente a Jorge Hernández Lira.
De su contrincante, Omar Toledo Aburto, afirmó a Milenio que estaba financiado por Romero Deschamps.
En cambio este se expresaba con respeto de él.
En una entrevista sostenida con Reporte Indigo en junio, Toledo calificó a Hernández Galicia como “el único líder que sí ha tenido el sindicato petrolero.
“Él cometió errores, la soberbia lo llevó a donde estuvo, por eso chocó, pero la clase trabajadora sí lo quería” (Reporte Indigo, 6 de junio de 2013).
Pero su enemigo más acérrimo no era quién lo sucedió en el sindicato de Pemex, sino el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
En junio concedió una entrevista a Milenio Televisión y dijo que diera gracias porque no lo había mandado matar.
“No soy un matón, me negué a privatizar Pemex”, dijo a Fernando del Collado.
Romero Deschamps debería estar “preso o muerto”, porque “encabeza totalmente la corrupción en Pemex”, dijo Hernández Galicia a su entrevistador.
“¿Algún consejo para él?”, le preguntaron al exlíder: “que vaya a chingar a su madre”, contestó sin ambages.
En marzo de 2011, durante una entrevista que publicó El Sol de México, Hernández Galicia dijo que Romero era un dilapidador:
“Con una sola tarjeta de presentación: reloj Rolex con perlas y brillantes así como un yatecito de 100 millones de pesos”.
Entonces aún no eran conocidos los viajes de la hija del líder en avión privado en el que viajaba con sus perros, ni las dos propiedades y el Ferrari que su hijo conduce en Miami.
Cuando le preguntaron del expresidente Gustavo Díaz Ordaz, “La Quina” dijo a Milenio que le había ido muy mal con él: “por poquito me mata”.
El exlíder se fue sin arrepentirse y sin pedir perdón. Creía que no había ningún motivo para hacerlo.
Entre sus enemigos, Salinas ocupó siempre el lugar preponderante.
Manlio Fabio Beltrones, Francisco Rojas, Emilio Gamboa Patrón, eran para él solamente “gatos de Salinas”.
El PRI, partido al que perteneció durante décadas, el cual lo abandonó cuando fue apresado en enero de 1989, se convirtió ahora en un “esclavo de Estados Unidos”.
Sus opiniones de la izquierda eran también sucintas. A Cuauhtémoc Cárdenas lo calificó como “un pendejo”. Pero a Andrés Manuel López Obrador lo trataba como “Don Manuel”.
En la entrevista con Milenio en junio, dijo que “está loco” y que “creyó que llenando las plazas iba a ser presidente”.
Entre sus declaraciones más polémicas del último año estuvo la confirmación de que durante sus nueve años de cárcel había sufrido cinco intentos de asesinato.
Se salvó gracias a la protección de varios narcotraficantes con los que convivió en la cárcel, según declaró a los medios de Tamaulipas entre julio y octubre.
“Caro Quintero, que hoy está saliendo, puso gente de él para que no me mataran, gracias a él vivo”, declaró a los medios de Tamaulipas en octubre.
Varios meses antes, había dicho a Milenio que también Ernesto Fonseca, “El Neto” y Arturo “El Negro” Durazo lo defendieron y cuidaron de ser asesinado en presidio por el gobierno.
¿Ajuste de cuentas de Salinas?
Por INDIGOSTAFF
Una leyenda circuló ante la detención de “La Quina” en 1988. Se dijo que su llegada a la cárcel fue consecuencia de su enfrentamiento con Carlos Salinas, quien contendía contra Cuauhtémoc, el hijo de Lázaro Cárdenas, a quien los petroleros le debían fidelidad. Así sucedieron los hechos
> Durante la campaña presidencial de 1988, se dijo que el sindicato petrolero alentaba el apoyo a Cuauhtémoc Cárdenas. Circuló un folleto supuestamente patrocinado por “La Quina” titulado “¿Puede un asesino ser presidente?” que narraba que Carlos Salinas de Gortari había matado una sirvienta cuando era niño.
> Poco después de la toma de protesta del presidente Salinas, el 8 de enero de 1989, en el sindicato Hernández Galicia preside una asamblea ante 12 mil petroleros. Ahí se dirigió al presidente Salinas y le declaró la guerra al decir: “No permitiré que un solo milímetro de la industria petrolera sea entregada a los particulares… iremos a la huelga si se intenta entregar a la iniciativa privada nacional o extranjera los recursos de la nación”.
> El 10 de Enero de 1989, sin orden de aprehensión, el líder petrolero es arrestado por el Ejército a las 9 de la mañana en Ciudad Madero, Tamaulipas. Se le acusa de homicidio calificado, acopio y almacenamiento de armas para uso exclusivo del Ejército, introducción ilegal de aeronaves con valor superior a los 10 millones de dólares; evasión fiscal por más de 3 mil 500 millones de pesos y por atentar contra la seguridad nacional.
>Al día siguiente de la aprehensión dejan de laborar cerca de 87 mil 500 petroleros en Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Reynosa y Tula. La Sonda de Campeche suspende la producción de crudo que equivalía al 65 por ciento del total nacional. Al grito de “ni gas ni gasolina, libertad para La Quina” cerca de 20 mil personas procedentes de distintos puntos de la República se manifiestan en el Zócalo capitalino.
>Joaquín Hernández Galicia “La Quina” salió de la cárcel a las 18:30 del 16 de diciembre de 1997 bajo los términos de “libertad preparatoria”, lo que implica que estará bajo control de la autoridad judicial según los términos del artículo 84 del Código Penal en materia de Fuero Común. Bajo esas mismas condiciones murió ayer, en un hospital de Ciudad Madero, Tamaulipas.
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