AUTOR: ALONSO URRUTIA.
México, DF. Al tomar posesión como la primera mujer que preside el Instituto Federal Electoral, María Marván arremetió en contra de la reforma electoral aprobada por el Senado de la República, que pondrá fin “ a la institución que le ha dado estabilidad política al país”.
En su discurso , cuestionó la ironía de que la reforma no deviene de una crisis política, como lo muestra que haya surgido del Pacto por México, sino “como palanca para catapultar otras decisiones que nada tienen que ver con la vida democrática”.
Marván acusó a los legisladores de crear un Instituto Nacional Electoral que “echa por tierra aquella estructura fundacional que tan buenos resultados dio, en su lugar se prevé una doble, triple, quizá cuádruple pista en la que correrán intersecciones organizativas, hasta hoy imprecisas, entre lo local y lo federal, entre lo distrital y lo municipal, entre lo nacional y los usos y costumbres”.
De entrada, la consejera presidenta consideró sin sentido “disimular la imposición centralista, que en juicio sumario y sin posibilidad de defensa de los acusados, determinó que los estados son incompetentes para solucionar sus propios problemas políticos”.
Casi sin tregua, Marván sostuvo que con la reforma “vamos de un modelo vertical y sencillo, a uno bizarro, cruzado, difícilmente administrable. Esta reforma pone fin a una era electoral, porque es la primera reforma política, desde 1977, que no se negocia en sus términos, ni en sus méritos, una r3eforma que no se da sus tiempos propios”.
La consejera presidenta consideró que “se hizo de esta reforma una ficha de cambio que se juega en la pista de una confusa Reforma Energética. No juzgo la pertinencia de ésta, pero afirmo categóricamente que en su naturaleza nada tiene que ver con la democracia y sus instrumentos.”
A su juicio, dijo que con esta reforma se orillará “al INE a ofrecer actuaciones permanentemente inciertas y ambiguas. Por primera vez en la historia de la normatividad electoral el verbo dominante es Poder Constitucional. Es el “podrá”, “el INE podrá esto”, “el INE podrá aquello”. Ya no estamos frente al modelo del árbitro que siempre tiene claramente delimitado su quehacer.
Marván acusó a los legisladores de crear un Instituto Nacional Electoral que “echa por tierra aquella estructura fundacional que tan buenos resultados dio, en su lugar se prevé una doble, triple, quizá cuádruple pista en la que correrán intersecciones organizativas, hasta hoy imprecisas, entre lo local y lo federal, entre lo distrital y lo municipal, entre lo nacional y los usos y costumbres”.
De entrada, la consejera presidenta consideró sin sentido “disimular la imposición centralista, que en juicio sumario y sin posibilidad de defensa de los acusados, determinó que los estados son incompetentes para solucionar sus propios problemas políticos”.
Casi sin tregua, Marván sostuvo que con la reforma “vamos de un modelo vertical y sencillo, a uno bizarro, cruzado, difícilmente administrable. Esta reforma pone fin a una era electoral, porque es la primera reforma política, desde 1977, que no se negocia en sus términos, ni en sus méritos, una r3eforma que no se da sus tiempos propios”.
La consejera presidenta consideró que “se hizo de esta reforma una ficha de cambio que se juega en la pista de una confusa Reforma Energética. No juzgo la pertinencia de ésta, pero afirmo categóricamente que en su naturaleza nada tiene que ver con la democracia y sus instrumentos.”
A su juicio, dijo que con esta reforma se orillará “al INE a ofrecer actuaciones permanentemente inciertas y ambiguas. Por primera vez en la historia de la normatividad electoral el verbo dominante es Poder Constitucional. Es el “podrá”, “el INE podrá esto”, “el INE podrá aquello”. Ya no estamos frente al modelo del árbitro que siempre tiene claramente delimitado su quehacer.
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