FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: FRANCO GARCÍA.
Ante el cerco de miles de policías federales que se encuentra en el senado de la república, habitantes y comerciantes de la zona temen hablar en público en torno al ambiente de tensión y pavor que se registra en la zona
Las acciones en contra de comerciantes que hablan ante los medios van desde multas hasta las clausuras de su centro de trabajo, provocando con esto un silencio entorno a la realidad que se vive debido a las acciones del gobierno.
Las calles están cubiertas con policías federales que hacen rondín a pie en calles aledañas, que cambian de turno abordando autobuses de turismo,y policías vestidos de civil siempre reconocibles por los radios y claves que utilizan para comunicarse.
Los negocios ya no son los mismos de antes: comerciantes que prefieren el anonimato expresan que lo único rentable en la zona son los negocios de comida, siempre con comensales uniformados y que dejan buenas ganancias a estos giros.
En un inicio, las tiendas, papelerías, cerrajerías, hoteles y demás negocios se quedaron sin poder proveerse de recursos. Poco a poco han tenido que acoplarse a revisiones, interrogatorios molestos y malos tratos por parte de federales.
Una comerciante textualmente afirma, “en un inicio los federales pedían productos a los diferentes proveedores para poder entrar y surtir los negocios”, y agrega “los policías federales no están capacitados para tener una relación de respeto y cordialidad con los ciudadanos”. Esta misma comerciante afirma que, con estas complicaciones, su negocio de abarrotes y miscelánea muy probablemente no tendrán números positivos en este año laboral.
En un negocio diferente, el encargado está más enfadado y dice, “la nueva ubicación del Senado es una desgracia para el lugar, ha provocado sólo ahuyentar a la gente y consumidores de la zona”.
El comerciante abre su caja de dinero y nos muestra lo que ha vendido en todo el día, se asoman 150 pesos que, relata, serán repartidos en los gastos de sus dos hijos que estudian, gasto para el hogar y todavía la necesidad de reinvertir en materia prima que necesita para poder trabajar. Su propuesta es que el Senado lo instalen en el desierto de Sonora.
Trabajadores de una empresa instalada en el lugar relatan que el acudir al centro de trabajo ya es una fuente de preocupación y temor, porque en cualquier momento las cosas se pueden poner violentas y, por experiencias propias, siempre los detenidos son gente inocente y que nada tiene que ver con los problemas que se presentan ahí.
El clamor es general, que el gobierno realmente se ponga a trabajar y que solucione los problemas que hay en el país, pues las cosas cada vez están peor y no se ve que pronto haya soluciones.
Con estas acciones, el gobierno -en vez de crear un lazo de cercanía y colaboración con la gente- parece que está empeñado en ejercer su poder con total autoritarismo y el uso de la fuerza como mecanismo de legitimización de su poder.
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