FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JESUSA CERVANTES.
MÉXICO, D.F. (apro).- Las divisiones al interior de PAN y PRI en el Senado de la República provocaron “un retraso” en la aprobación de la reforma energética.
Los enfrentamientos al interior de los partidos trasladaron el problema a la Cámara de Diputados, donde se obligó a Manlio Fabio Beltrones –quien ya tenía todo planchado, incluido el aval de “los chuchos” del PRD a cambio de una “corcholata” llamada “consulta popular”— a detener el reloj legislativo.
Mientras el PAN presionaba al PRI para que, entre otras cosas, aceptara “las licitaciones” a particulares para la explotación de hidrocarburos y la autonomía del Consejo Nacional de Hidrocarburos, que es el organismo que entregaría las licitaciones, así como la autonomía del Fondo a donde irá el dinero por el usufructo del petróleo, el PRI en la Cámara de Diputados “le hizo” cambios a la minuta de la reforma política panista, razón por la que ésta regresó al Senado y dejó en suspenso su aprobación final.
No sólo eso, entre las modificaciones, la más significativa es que la reelección de diputados federales, anhelo acariciado desde los tiempos en que Alonso Lujambio asesoraba al PAN, antes de 1996, se pospuso tres años más.
La minuta del Senado establece la reelección para senadores a partir de 2018 y diputados a partir de 2015; con los cambios en la Cámara de Diputados, quedó que éstos también se reeligirían a partir de 2018, fracturándose así el acuerdo alcanzado con los panistas.
El tiempo ganado por Beltrones con el regreso de la reforma política al Senado es vital para que Emilio Gamboa Patrón pueda deshacer en el Senado el nudo al interior de su bancada y consensuar con el PAN una reforma energética.
Y en el otro extremo, como los grandes perdedores, a quienes priistas y panistas les vieron la cara e incluso se burlaron en sus propias narices la madrugada del viernes 6, fue al PRD de “los chuchos”, a Silvano Aureoles y sus seguidores.
Resulta que para limpiarse la cara ante sus bases, “los chuchos”, encabezados por Amalia García y Angélica de la Peña, esposa de Jesús Ortega, acordaron aprobar el reglamento de “consulta popular”, iniciativa ciudadana e iniciativa preferente.
Y digo “corcholata” porque la consulta popular no incluye someter los cambios a la Constitución, como por ejemplo las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 que integran la reforma energética y mediante las cuales el PAN quiere entregar a la iniciativa privada “licencias acotadas”.
Así, por ejemplo, el 1.5 millón de firmas que el PRD juntó para echar abajo la reforma energética no servirán, pues se trata de cambios a la Constitución; además, ahora les piden que al lado de la firma aparezca tanto copia de la credencial de elector como del CURP, hecho que nunca consideraron quienes promovieron la recolección de firmas.
La consulta popular es entonces una simple iniciativa “corcholata” para este momento político y social que se vive en el país. Claro que se entiende que para otros temas será de gran valía, como por ejemplo reformas a leyes secundarias o reglamentos, pero hoy, en este momento, da lo mismo tener o no una ley sobre consulta popular.
Y por si fuera poco el PAN, que sí supo jugar sus cartas en la Cámara de Diputados, se subió al carro de las demandas y puso como moneda de cambio aprobar la ley de réplica a cambio de avalar el reglamento de consulta popular.
Silvano Aureoles y los diputados que lo respaldan, o sea “los chuchos”, creyeron en el PAN y aprobaron la ley de réplica que pidió Acción Nacional –y que debe ser tema de otro artículo–, pero a la hora de aprobarse el reglamento de consulta popular, que limpiaría la cara de “los chuchos” ante sus bases, los panistas se echaron para atrás. Dijeron “no, necesitamos tiempo”, y Beltrones Rivera, quien al inicio de la Legislatura andaba muy cercano a los perredistas-chuchos, los hizo a un lado y respaldó a los panistas.
Así, el presidente de la Mesa Directiva, el panista Ricardo Anaya, decretó este viernes a las 2:30 horas un receso para discutir la famosa consulta popular hasta el martes 10, es decir, para cuando se espera que priistas y panistas en el Senado ya hayan limado asperezas al interior de sus bancadas y hayan acordado la reforma energética.
De todo esto sólo se evidenciaron dos cosas: una, el ridículo de “los chuchos” e inoperancia de Silvano Aureoles, y dos, que en materia energética el PAN y el PRI no necesitan de Andrés Manuel López Obrador para hacerse bolas, pues solitos se enredan… y por si fuera poco, dan tiempo al tabasqueño para que agarre fuerzas y, con suerte y un poco de necedad, acuda al Senado el próximo martes, seguro que él sí convocaría masas y no tendría tan pírrica convocatoria como la de los dirigentes de Morena, léase Martí Batres.
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