FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: CARMEN ARISTEGUI.
El viernes 13, la periodista publicó en ‘Reforma’ el siguiente texto, en el que retomó las declaraciones del presidente del PAN, Gustavo Madero, a quien entrevistó en Noticias MVS, el jueves 12. Aquí el artículo y el audio de esa entrevista.
Periódico Reforma, 13 de diciembre, 2013. La frase que completa el título de esta colaboración, “Le vamos a cambiar el rostro a México… para bien o para mal”, fue pronunciada la mañana de ayer por el presidente del Partido Acción Nacional durante una entrevista en Noticias MVS.
La frase sacude. Fue dicha por uno de los principales negociadores y promotores de la reforma energética. ¿Cómo que para bien o para mal?
El líder del partido que reclama, para sí, la victoria cultural y política de una reforma de tal calado dice, públicamente, que también puede ser para mal. Que sí, que existe esa posibilidad.
Madero dejó entrever, con esa frase, que sabe de los riesgos, de las acechanzas, de los peligros por no haber hecho lo primero: tratar de fortalecer a Pemex; establecer bases reales y compromisos políticos para combatir la brutal corrupción que podrá verse amplificada sin instituciones y mecanismos de contrapeso. Ni siquiera la Comisión o Fiscalía anticorrupción sacaron, en este periodo, a pesar de las promesas.
Sacaron al sindicato del Consejo de Administración, es cierto. Un Romero Deschamps salió rumiando de la sesión, sin votar, pero sabedor de que cuán inútil y riesgoso resultaría pensar en una oposición. Ahí está el ejemplo de Elba Esther, señal clara del verdadero retorno del PRI. El primero que lo sabe es Romero.
Madero dejó, con sólo 13 palabras matutinas, espacio para las dudas, supongo, de sus propios correligionarios. Fue el reconocimiento de lo que puede significar para México esta puerta que invita a trasnacionales y miembros de la oligarquía nacional a tomar parte del más importante negocio en el país y explotar un bien estratégico nacional. Tal vez pasarían por su cabeza algunas ideas de las posibles repercusiones políticas, sociales, además, naturalmente, de las económicas.
¿Será que pensó en cómo lo que estaba por aprobarse podría contribuir a la reinstauración de un viejo PRI que, por lo pronto, ha reinstalado a la Presidencia de la República como factótum en el Congreso?
Con una frase, Madero dejó ver su flanco débil. Se mostró atrapado por dudas de conciencia. No es para menos. Lo que ha sucedido cambiará a México. Para bien o para mal. Como una moneda en el aire.
Los grandes capitales en México, desde hace rato, enfilan sus baterías en el sector. Significativa la presencia de la hija de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, hoy convertida en senadora de la República, en la defensa de una reforma como ésta, en la que su padre podría, tal vez, tener algún interés particular.
El enquistamiento de los poderes fácticos nacionales en las estructuras gubernamentales y los órganos de la representación social, como el Congreso, son un hecho inocultable. ¿Habrá pensando Madero qué significaría tener sentados ahí a los poderes fácticos trasnacionales.
No ha habido mucho pudor de ex funcionarios del gobierno para representar y formar parte de los grandes conglomerados internacionales. Jordy Herrera, ex secretario de Energía con Calderón, tiene un despacho con fuertes ligas con petroleras; Francisco Labastida, ex candidato del PRI, reconoció al aire durante un programa que representa firmas de alemanes, con interés particular en los fertilizantes. Suárez Coppel, Kessel, Ramírez Corzo y muchos otros encontraron propicia la coyuntura para prestar servicios a petroleras internacionales y promover la reforma. En la defensa del interés trasnacional.
¿Qué clase de reforma acaban de aprobar, montados en una implacable aplanadora que no tuvo contemplación con una izquierda pauperizada? No se aceptó ni una de las reservas u observaciones. ¿Y qué va a pasar con una reforma aprobada fast track?
¿Entraremos en una madurez y modernidad insospechada que generará empleos masivamente y para detonar, por fin, el ansiado crecimiento o nos veremos como un país petrolizado, expoliado por trasnacionales rapaces, con chorros de recursos que traerán procesos de corrupción mayores a los que, de por sí, hoy tenemos ante un Estado fragilizado? ¿Para bien o para mal? ¿Qué resultados traerá esta reforma? ¿Lo saben los legisladores? ¿Cuántos flancos descubiertos dejaron en sesiones hechas en las madrugadas? Un sinfín de preguntas quedan para cerrar este fin de año.
Lo más desolador ha sido la ausencia de una sociedad que se manifieste de manera significativa. Políticamente desorganizada, con falta de nervio frente a un asunto que cambiará los ejes de este país. Una reforma que cambiará el rostro de México. ¿Y dónde está la sociedad?
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