FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: SUSANA GONZÁLEZ G.
Coadyuvaron la recuperación del poder de compra y programas sociales, afirma la Cepal.
Brasil aventajó a México en la reducción de la pobreza y la inseguridad alimentaria en las pasadas dos décadas. Pese a que partió de condiciones más desventajosas, logró mayores avances y a un ritmo más acelerado a partir de un amplio conjunto de estrategias y acciones de políticas públicas que no se reducen a un programa o política de transferencias, como la Bolsa Familia, señala un estudio comparativo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Destaca que en ello incidió la marcada recuperación del poder de compra del salario mínimo, cuyo valor se incrementó hasta 77 por ciento en Brasil entre 1995 y 2007, en contraste con la contracción de 29.81 por ciento que el minisalario experimentó en México de 1995 a 2010.
Otros factores que enlista el estudio, a cargo de Hernán Gómez Bruera, consultor de la unidad de desarrollo social de la sede subregional de la Cepal en México, son las diferencias que tienen ambas naciones en el gasto que destinan a programas sociales, seguridad social y pensiones.
Explica que el gasto social en Brasil representa 26.2 por ciento de su producto interno bruto (PIB), lo que duplica el 11.3 que destina México a ese rubro. Además, el gasto social brasileño es más alto en términos per cápita y como porcentaje del gasto público total porque llega a 72.7 por ciento, en contraste con el 44.9 por ciento de aquí.
En cuanto a seguridad social y asistencia social, el gasto de Brasil quintuplica el de México, porque equivale a 13.4 por ciento de su PIB, contra apenas 2.8 por ciento que asignan las autoridades mexicanas a los mismos rubros.
Todo eso, insiste el documento, se refleja en mayor cobertura de los mecanismos de seguridad y protección sociales, así como en mayor énfasis en políticas públicas fundamentadas en la protección universal de derechos.
Otro punto en el que el país sudamericano aventaja es en la cobertura de pensiones: El porcentaje de adultos mayores de más de 65 años cubiertos por algún tipo de beneficio de retiro o pensión en Brasil es casi el doble que el de México, con una diferencia más pronunciada en zonas rurales. Las pensiones benefician a un sector de la población reconocidamente vulnerable, para el que muchas veces éstas constituyen la única fuente de ingreso familiar.
Menciona también que los brasileños cuentan con transferencias monetarias no contributivas de mayor magnitud, como el programa Beneficio de Prestación Continuado, que consagra en la Constitución el derecho de que las personas imposibilitadas para trabajar, como discapacitados y ancianos, reciban un salario mínimo mensual, el cual llega a la fecha a 3.4 millones de personas, lo que ha servido para combatir la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Aunado a lo anterior, el sistema de pensiones de Brasil se ha extendido a grado tal, que cubre a 95 por ciento de ancianos de zonas rurales, cuando en México es inferior a 5 por ciento.
La investigación de la Cepal apunta otras medidas emprendidas por Brasil que le han resultado exitosas, como promover la agricultura familiar o de subsistencia otorgando créditos a tasas preferenciales, y la vinculación de ésta con la comercialización de sus productos mediante compras gubernamentales.
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