FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JENARO VILLAMIL.
MÉXICO, D.F. (apro).- Los expertos en “manejo de crisis” recomiendan crear una comisión para evadir la solución de un problema político (como en Michoacán) o lavar la imagen con una fundación de ayuda cuando el descrédito afecta el rating.
La conductora Laura Bozzo y la empresa que la contrata, Televisa, optaron por lo segundo. Ahora ya no se trata de que “¡Pase el desgraciado!” –como suele gritar en su reality– sino que desfilen las desgracias para que ella pueda lavar su imagen.
Dañado su rating –entre octubre y noviembre de 2013 disminuyó de 12 a 10 puntos– y su reputación en medios impresos y en redes sociales después de que los reporteros de Proceso Marcela Turatti y Eduardo Miranda desenmascararon su telemontaje de ayuda a damnificados de Guerrero, Bozzo ha optado por crear una fundación llamada “Laura Ayuda”.
Esperó hasta la segunda quincena de este mes para dar a conocer oficialmente esta fundación.
El comunicado aclara que se creó el 11 de diciembre de 2013, ante el notario 110 del Distrito Federal, y sus objetivos son “promover el desarrollo de las familias mexicanas, especialmente de escasos recursos, a través de donativos, apoyos sociales y la promoción de la autogestión comunitaria”.
Una especie de DIF, de Cruz Roja y de Institución de Asistencia Privada (IAP), todo al mismo tiempo, pero con su nombre y con su “marca”.
El comunicado contextualiza:
“La Fundación Laura Ayuda es resultado de las acciones altruistas realizadas por la conductora de televisión Laura Bozzo, quien ha venido trabajando desde el pasado mes de septiembre, en auxilio a las comunidades afectadas por inundaciones en el estado de Guerrero”.
En su último párrafo, la conductora de origen peruano no dejó pasar la oportunidad de que la sintonicen:
“La conductora del programa de televisión que se transmite por el Canal de las Estrellas, expresó que la Fundación Laura Ayuda permitirá estar mejor organizados para ayudar a las familias que más lo necesitan”.
De acuerdo con la crónica publicada este martes 21 en El Universal, sección de Espectáculos, la conductora preparó un auténtico show en Coyuca de Benítez para donar 10 computadoras, despensas y posar frente a las cámaras, convenientemente desplegadas, mientras le lanzaban porras “¡Trique tri, triqui ra, Laura, Laura, ra, ra, ra!”.
La mujer de 62 años posó, se dejó retratar en celulares y aclaró que el presupuesto de su fundación “saldrá de mi bolsillo”.
En entrevista radiofónica el lunes 20 con Ciro Gómez Leyva, Bozzo afirmó que ella no ha violado ninguna ley “como para que pida que sea sacada del país”, y negó que hubiera utilizado recursos gubernamentales en sus desplazamientos a Guerrero.
Nada es casual en la vida y en los cálculos de Bozzo. Su fundación se crea días después de que el abogado Manuel Vázquez Flores presentara ante la Secretaría de Gobernación una solicitud de expulsión del país de la conductora y la salida del aire del programa de Televisa.
El escrito, presentado el lunes 13, señala que el programa televisivo de Bozzo “únicamente tiene como fin, objetivo y resultado de manera flagrante la incitación a la generación de violencia, la falsedad, la humillación… únicamente cumple con los fines anteriores, generando bullyng, de hecho hasta en las mismas escuelas, situación que no debe pasar desapercibida para este gobierno en turno”.
Vázquez Flores, quien se presentó como profesor de derecho procesal constitucional y adjuntó a su demanda la firma de decenas de personas, reprochó a Televisa, empresa “que yo consideraba una televisora seria”, la contratación de la conductora “que dice amarnos a los mexicanos, pero que no se cansa de insultarnos”.
Bozzo se envolvió en la bandera de víctima. Como lo hizo con la periodista Carmen Aristegui, a quien acusó de lanzar “mentiras”, de “lincharla” y ante quien solicitó “derecho de réplica” –como si ella no tuviera un espacio en televisión abierta–, al profesor Vázquez Flores lo ha acusado de “imbécil y patético”, y en su cuenta de Twitter la peruana ha dicho que es repudiado por sus alumnos y acosador.
Nada más como muestra, reproducimos este tweet de la filántropa. Se respeta la redacción original:
@LauraBozzo: “Ya estamos investigando hagalo tanbien (sic) ustedes al PROFESOR que pidio me sacaran de Mexico fue candidatos diputado de la izquierda no salio”.
Y así en la mayoría de sus mensajes donde, al tiempo que se victimiza saca las garras como si fuera espía o policía. Algo que aprendió muy bien en los tiempos de Vladimiro Montesinos en Perú.
Bozzo ha hecho del escándalo y del escarnio de las vidas ajenas un gran negocio. Eso ni ella lo niega. En Perú, en Miami y aquí en México se ha dedicado a venderse como conductora gritona que le saca la sopa a sus invitados y, de vez en cuando, amedrenta y utiliza su espacio para obtener favores de políticos.
La impostura de sus acciones está registrada en el expediente 031-2002 de la Corte Superior de Justicia de Perú que la investigó. En el expediente hay varios testimonios de cómo Laura Bozzo utilizó su programa para favorecer mediáticamente a Vladimiro Montesinos, el temido jefe de la Inteligencia en tiempos de Alberto Fujimori, y uno de sus claros aliados.
En ese expediente, María Angélica Arce Guerrero relató cómo Bozzo hizo un programa de lisiados de las Fuerzas Armadas para fortalecer una versión favorable a Montesinos. También fue abierta su simpatía por Fujimori, algo que ella convenientemente evade ahora.
El problema con Bozzo y Televisa no es la comisión de delitos. Es la violación a los derechos elementales de la audiencia televisa. La mentira, la agresión, la misoginia, la publicidad encubierta, el telemontaje son las características de su programa. Ellos dicen que genera rating. Pero ya vimos que ha disminuido y la empresa de Azcárraga Jean la mantiene.
Tampoco se trata de expulsarla del país. La xenofobia es igual de dañina que la utilización de la ignorancia y la desgracia ajenas.
Se trata de regular programas que promueven lo que ella dice criticar, de mejorar contenidos en realIty shows que dañan el principio elemental del derecho de las audiencias: el respeto a la dignidad humana.
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