FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
El gobierno federal se hizo sentir en Tierra Caliente… combatiendo a las autodefensas. La muerte de tres civiles a manos de militares reveló que la estrategia gubernamental parece consistir en acallar la denuncia. Y de paso revivió las dudas: ¿quién protege a Los Templarios, a quienes nadie detiene pese a ser conocida su ubicación? Mientras tanto la ira ha llegado a tales niveles en Apatzingán –donde no sólo celebran juntas las autoridades, sino los líderes mafiosos– que un sacerdote afirma: “Tenemos 45 mil personas enlistadas para dar el golpe”.
APATZINGÁN, MICH. La mañana del miércoles 15 una humareda inundó el centro de esta ciudad y el ruido de un tiroteo hizo correr a los transeúntes: Dos enviados de Los Caballeros Templarios prendieron fuego a una farmacia y dispararon al aire. Se fueron sin que nadie los molestara. Ése era su desafío a los miles de policías y soldados llegados el día anterior para controlar el municipio. Por la noche otros hombres dispararon contra la delegación de la Procuraduría General de la República y también se perdieron en la oscuridad.
“Lo que pasa es que ellos mandan. El mismo día que llegaron todos estos policías y militares, los jefes de Los Caballeros Templarios estaban comiendo aquí cerca, llegando a acuerdos. ¿Cree que esto no lo sabía el gobierno? Claro que sí, esto es una farsa”, asegura Gregorio López, vicario parroquial de la catedral de Apatzingán.
Hace un año el gobierno de Enrique Peña Nieto prometió a los michoacanos recobrar el territorio de manos del crimen organizado y pacificar el estado. Pero ha ocurrido todo lo contrario. Peña no ha pisado esa entidad desde que llegó a la Presidencia, la estructura de mando de Los Templarios está intacta, se han registrado oficialmente cerca de mil muertes producto de la violencia del narcotráfico y Michoacán es de las entidades con más secuestros y extorsiones.
Además el gobernador Fausto Vallejo tuvo que ausentarse por enfermedad casi medio año y tras su regreso no ha realizado ninguna acción visible contra las mafias.
Ante la ingobernabilidad y la ineficacia de las autoridades, hace un año surgieron los grupos de autodefensa ciudadana, que decidieron “liberar” los municipios de Tierra Caliente bajo el dominio templario y ya están presentes en 72 localidades de 33 municipios, de un total de 113.
La respuesta de los narcos fueron balazos, bloqueos en las principales carreteras de la zona y la quema de unos 15 vehículos. El gobierno de Peña Nieto decidió mandar más policías federales y soldados –12 mil– y dar la sorpresiva orden de desarmar a las autodefensas. Pero todo fue un fracaso y atizó más las llamas.
Tan mal resultó que los militares terminaron matando a tres civiles. Dos comandantes de las autodefensas recuerdan que en la tenencia de Antúnez, municipio de Parácuaro, los militares balearon a Rodrigo Benítez Pérez, de 25 años; Mario Pérez, de 50 (ambos jornaleros e integrantes de la autodefensa local), y Adalberto Flores, de 26, defensor de Buenavista Tomatlán, cuando intentaban desarmarlos. Se habló de la muerte de una niña, pero esta versión no fue confirmada.
Los homicidios perpetrados por los soldados desataron la animadversión popular. Así que la gente evitó que siguiera el desarme. “Si les quitan las armas y se van, Los Templarios regresan y nos matan”, afirmó un hombre de la zona durante un recorrido hecho por reporteros, en el cual se pudo observar a las autodefensas haciendo labores de vigilancia junto con la Policía Federal. Esa misma opinión campea en los municipios de Tancítaro, Parácuaro, Buenavista Tomatlán, Tepalcatepec, Nueva Italia, Apatzingán, Uruapan y Múgica.
“Nosotros ya no podemos echarnos para atrás. Sin mentir: Todos los municipios del estado nos piden que vayamos, que les ayudemos a liberarse. Para nosotros está muy claro nuestro objetivo, no dejaremos las armas hasta acabar con Los Caballeros Templarios, hasta limpiar los 113 municipios de todos los cárteles”, sostiene Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, nueva cabeza visible de los defensores luego de que su antecesor, el doctor José Manuel Mireles, tuviera un accidente aéreo el sábado 4, del cual se recupera protegido por el gobierno federal.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1942 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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