lunes, 24 de marzo de 2014

Éste es el pueblo de La Tuta

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO (REDACCIÓN)

Decenas de familias atiborran las calles del centro de Arteaga, Michoacán. Mientras toman nieve observan con ojos inquisidores a los fuereños que bajan de sus autos para tomar fotografías. Saben que este no es un sitito turístico, pero en el fondo reconocen que vivir en la tierra natal del líder de los Caballeros Templarios, Servando Gómez, La Tuta, los hace blanco de las cámaras.

El municipio michoacano apareció en el mapa mediático gracias al hombre de 46 años que en un video casero subido a YouTube presentaba a la organización que se separaba del cártel La Familia Michoacana. “Nosotros somos una hermandad, no delincuentes. Queremos ser amigos del pueblo”, decía mientras mostraba los principios básicos de la organización que con el tiempo se ubicó como una de las más sanguinarias en la historia criminal más reciente.

Su presencia cambió el modo de vivir en diferentes regiones del estado y, en su pueblo natal, fue la excepción. Los lugareños temen hablar sobre el más famoso de sus habitantes, pero reconocen que hasta hace unos meses, uno de los hombres más buscados por la justicia mexicana, se paseaba por el pueblo sin asomo de temor.


El municipio tiene 21 mil 790 habitantes, colinda con Lázaro Cárdenas y Tumbiscatío, y al estar rodeado de cerros lo hace la guarida perfecta. Para llegar a él, se debe atravesar una carretera con tales curvas que bien podrían ser la envidia de cualquier juego mecánico. Además, nadie que no tuviera algo qué buscar desearía ir al territorio dirigido por la Tuta, el jefe de la organización que sembró el miedo a punta de extorsiones,  secuestros y decapitaciones en el estado.

Servando Gómez caminaba por la plaza central del pueblo, con una arquitectura muy parecida a cualquier otra cabecera municipal. Un kiosco al centro, bancas, árboles y comercios alrededor instalados en calles pavimentadas. Todos saben dónde vive. Su casa no sólo sobre sale por sus paredes perfectamente pintadas de amarillo, sino por ser la única de tres pisos bien edificados. Su familia vive ahí y para nadie es un secreto que los visita frecuentemente, sin importar que el cuartel de los marinos, instalado en la unidad deportiva de la calle Aldama, está a unas cuadras.

“El profe”, ejemplo a seguir

En pequeñas comunidades mexicanas, la figura del maestro es una de las más respetadas. Servando Gómez también lo creía. Estudió en el Centro Regional de Educación Normal de Arteaga y comenzó a trabajar en el municipio de Quiroga. En 1985 obtuvo una plaza en la escuela primaria Melchor Ocampo, ubicada en la periférica colonia El Ejidal, en Arteaga, entre brechas de terracería, con cerros y casas de techo de lámina como vecinos.

La tarde del sábado 22 de marzo, mientras los reporteros toman fotos y hacen videos al edificio vacío, varios salen de sus casas. Primero los niños y luego los adultos. Ninguno les quita la mirada durante los 8 minutos que permanecen ahí. Conforme avanzan los carros, desaparecen los vigilantes, casi como efecto dominó.

Servando tiene dos apodos, según explica en el video de YouTube. “Pueden llamarme como ustedes gusten: El profe o la Tuta, me da lo mismo. Soy su amigo”. En su pueblo le dicen El Profe. Será por los 15 años que estuvo en servicio. Será porque hasta el gobierno lo reconoce como tal. Aunque en 2001, cuando tenía 35 años, ingresó al crimen organizado, hasta 2010 aún mantenía la plaza de maestro por la que recibía ingresos brutos por 51 mil 811 pesos trimestrales.

La docencia tiene un arraigo importante en su familia. Tan es así que dos de sus hijos siguieron su ejemplo. Sonyunara Gómez Patiño, egresó de la escuela normal del pueblo hace cuatro años, mientras que Uber Gómez Patiño estudia el último año de la carrera. Ninguno de los dos hace alarde del poderío de su padre y, según dicen, sus amigos los tratan como al resto, sin importar que sean hijos del hombre cuya palabra es ley en el pueblo.

La escuela normal fue construida hace 41 años y tiene una matrícula de casi 500 alumnos. Cada año egresan 130 jóvenes y sus fiestas de graduación se comparan en magnitud y asistencia con el festejo patronal, aunque financiarlo no es sencillo. Por eso, los futuros maestros forman un comité encargado de los preparativos. El primero y más importante es escoger al padrino y Servando Gómez ha sido “favorito” para decenas, “por su poderío económico”, dice un poblador que prefiere mantenerse en el anonimato.

Arteaga estigmatizado

El director de la escuela, Rafael Guerrero, explica que ésta es la tercera visita de reporteros. Entiende el interés periodístico pero asegura que el pueblo es tranquilo. “Satanizaron al pueblo de Arteaga. No es lo que dicen. Ahora que estamos rodeados de la fuerza federal, marinos, federales todo está bien”, sentencia.

“Aquí nadie se mete”, responde a la primera pregunta por la Tuta. “La gente pasa las tardes, con sus chamacos, paseando, tranquilos en la deportiva”, cuando se le insinúa sobre la inseguridad. “Si dan un paseo así verán. Así ha sido siempre. Nosotros no conocemos un tiroteo en la ciudad”, insiste para convencer a sus interlocutores.  Lo cierto es que los conductores de motocicletas y camionetas tipo 4 por 4 voltean a los autos foráneos. Les hacen saber que registran su presencia.

Sin embargo, otros pobladores reconocen que Servando Gómez no es Robin Hood que quita dinero a los ricos para dárselo a los pobres, como se hace creer. Si bien ayuda a quien se lo pide, el pueblo no estuvo exento de extorsiones y cobro de piso por parte de los Caballeros Templarios, aunque “eso sí, aquí nunca se vio esos de las ejecuciones”, dice otro.

Según líderes de autodefensas como Estanislao Beltrán, alias “papá Pitufo”, Arteaga y su pueblo vecino, Tumbiscatío, protege a los narcos. “No son asesinos, pero tienen algo qué ver con el crimen organizado, ya sea porque los obligan, porque son su familia, porque les dan trabajo, por miedo. No debemos querer tapar el sol con un dedo”.

Aún con la presencia militar, el movimiento de autodefensas iniciado en febrero del año pasado con un avance en 32 municipios, no ha podido llegar hasta esa zona. “Es peligroso, no hay condiciones”, pero mientras, dice papá Pitufo, “La Tuta” está huyendo y se esconde en la sierra tras el avance de del operativo federal en Michoacán.


Así como sus hijos siguieron el ejemplo de “el profe”, otros jóvenes quieren seguir los pasos de La Tuta en Arteaga. Los niños quieren ser sicarios, dice un padre de familia. “Es por la cultura de ver a los jóvenes armados en la calle y que nadie les dice nada. Ni la misma autoridad ya manda aquí porque están coludidos. Es un desorden esto”.

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