FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: ALEJANDRO MELGOZA.
(23 de marzo, 2014).- La estrategia de seguridad en contra del narcotráfico implementada por Felipe Calderón Hinojosa fue criticada en múltiples ocasiones por especialistas, periodistas y académicos. Sin embargo, funcionarios calderonistas y el propio jefe del Ejecutivo refutaron este apuntalamiento, justificando dicha guerra con sus capturas de capos televisados en lo que parecía ser un show mediático al estilo del otrora secretario de seguridad Pública, Genaro García Luna.
Ahora, con Enrique Peña Nieto, el modelo de seguridad continúa siendo deficiente y sin cambios integrales en el mismo, aunque se le agregan méritos por reconocer que no sólo debe haber combate a la delincuencia con fuerza, sino con reconstrucción del tejido social a través de programas integrales.
No obstante, ha terminado por operar de manera similar atrapando a narcotraficantes, exhibirlos en menor medida, pero sí adjudicándolos como un capital político de la administración en turno. Tal como ocurrió con Miguel Ángel Treviño “El Z-40” de Los Zetas; Mario Ramírez, “El X-20” del Golfo; y Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, jefe máximo del Cártel de Sinaloa.
De acuerdo con el informe “Prevención del Delito en México ¿Dónde quedó la evidencia? de México Evalúa” (prueba donde se examina la retórica de prevención del crimen en México y la metodología utilizada por el gobierno para lograr los objetivos), el mecanismo del peñanietismo ha sido el Programa Nacional de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (PNPSVD), en el cual se incluye, a decir de quienes lo diseñaron, innumerables categorizaciones conceptuales, análisis de diagnósticos, proyecciones de metas, que “representa una estrategia coherente y global para poner freno a la delincuencia”.
A decir de la organización Insight Crime, este modelo ha tenido un cambio de rumbo a comparación de Calderón, empero, “el diablo está en los detalles de cualquier análisis criminal -simplemente arrojar dinero a una ciudad como parte de un plan que en general es bien intencionado es poco probable que logre mejoras significativas. Como el informe de México Evalúa deja claro, muchos de los detalles vitales subyacentes al PNPSVD parecen haber sido ignorados, lo que limitará su capacidad preventiva”.
Enfatiza: “Hasta el momento, el principal aporte de la administración de Peña Nieto en materia de política de seguridad ha tenido más que ver con cómo cambiar la narrativa que con realmente cambiar las circunstancias de las ciudades plagadas de violencia en México. Esta es una mejora significativa con respecto al pesimismo persistente bajo el gobierno de Calderón, pero sigue siendo un cambio cosmético. Para que la retórica positiva de Peña Nieto se traduzca en algo más sustancial, programas como el PNPSVD deben ser tan completos y detallados como sea posible”.
Según la organización dedicada al análisis del crimen organizado, el calderonismo fue apuntado innumerables veces “por su falta de atención a la prevención del crimen, y su tosco enfoque en el castigo. Así lo demuestra el impresionante aumento en el número de ciudadanos encarcelados por cargos relacionados con el crimen organizado, así como la confianza en las fuerzas armadas como primera opción para la pacificación de una zona donde la violencia recién había surgido”. Agrega: “Los esfuerzos periódicos de Calderón de centrarse en la prevención y en las causas más profundas del crimen eran esencialmente incoherentes. Su gobierno lanzó un puñado de programas y aprobó varias leyes que dieron un guiño a la prevención, pero no está claro hasta qué punto (si lo hay) influyeron en la política sobre el terreno, así como tampoco constituyeron una estrategia de prevención coherente”.
El programa de inversión social preventiva del gobierno “Todos somos Juárez”, apunta, es visto en gran medida como un éxito, pero estuvo limitado a una sola ciudad. Por otra lado, como en otras partes, la primera respuesta de Calderón fue enviar el ejército a Juárez; Todos Somos Juárez no se puso en marcha hasta 2010, después de que la ciudad de la frontera ya hubiera sufrido de dos años de tasas de homicidios estratosféricas.
Por último, el semanario tijuanense Zeta arrojó en su más reciente cruce de datos un total de 23 mil 640 muertos a 14 meses de que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de Mexico.
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