FUENTE: ANIMAL POLÍTICO/ BBC MUNDO.
En menos de un año, algunos de los principales capos del narcotráfico en México han sido capturados o muertos. ¿Se debe esto a un cambio de estrategia del gobierno de Enrique Peña Nieto?
La lista es, en verdad, notable. En los últimos ocho meses, el gobierno mexicano ha logrado descabezar a tres de los principales carteles del narcotráfico en el país.
Primero fue la captura, en julio del año pasado, de Miguel Ángel Treviño Morales, o Z40, líder del temido cartel de los Zetas.
Los otros fueron en seguidilla. El 22 de febrero fue detenido Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del cartel de Sinaloa y el narcotraficante más buscado del mundo. El 9 de marzo le llegó el turno a Nazario Moreno, alias El Chayo” o “El más loco”, máximo dirigente de Los Caballeros Templarios y a quien se había dado por muerto en 2010.
Finalmente, este lunes fue capturado Enrique “Kike” Plancarte quien, tras la muerte de “El Chayo”, había ascendido al segundo lugar en la cúpula de los Templarios.
¿Ha cambiado en algo la estrategia del gobierno de Enrique Peña Nieto para mostrar estos resultados?
“Blancos prioritarios”
Roberto Arnaud, consultor en seguridad nacional, análisis estratégico y crimen organizado, cree que, en materia de detención de criminales, Enrique Peña Nieto le ha dado continuidad a la política de su predecesor, Felipe Calderón, pero con cambios significativos:
“Primero, el manejo de la lista de blancos prioritarios es menos “pública” que en la administración calderonista. La primera vez que supimos sobre esta lista fue en agosto pasado, cuando (el secretario de Gobierno) Miguel Osorio Chong declaró que de los 122 criminales que la integraban, se había “neutralizado” ya a 54, pero antes de eso se desconocía su existencia”, dice a BBC Mundo.
Y agrega: “esta es una diferencia importante con Calderón, pues con él se sabía quién integraban la lista y quién ya había sido detenido”.
La segunda diferencia, agrega, es que la lista del actual gobierno es mucho más extensa: 122 criminales contra 37.
“Lo cual muestra que en la lista de Peña se incluyen a operadores de segundo y tercer nivel, como contadores, abogados, lugartenientes jefes regionales, etcétera. Este aspecto es muy relevante, pues se toma en cuenta a los posibles sucesores de los capos y muestra mayor perspectiva sobre las consecuencias del descabezamiento de los carteles”, indica.
El profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, José Luis Piñeyro, experto en Fuerzas Armadas y seguridad, coincide en que no hay una diferencia radical entre la estrategia actual y la del gobierno pasado.
“Hay que recordar que la práctica favorita durante Calderón era descabezar a los cárteles bajo el supuesto de que estos se iban a atomizar, a volver minicarteles y perder fuerza”.
Pero también se puede dar el efecto exactamente contrario, como reflexiona Roberto Arnaud.
“El descabezamiento de los grandes cárteles dará pie al surgimiento de una nueva estructura criminal en México, formada por grupos menores que representan nuevos retos y amenazas para el estado (como ocurrió en Colombia con los Bacrim). Me parece que el gobierno federal está propiciando este cambio y en los últimos meses hemos visto los primero resultados de esta nueva dinámica criminal, como son los incrementos en los secuestros y las extorsiones, y enfrentamientos de menor intensidad entre bandas criminales.”
El caso Michoacán
Dentro de todo esto, lo que sucede en el estado de Michoacán merece un análisis aparte. Allí, en febrero de año pasado surgieron grupos de autodefensas armadas para combatir los abusos cometidos por el cartel de los Caballeros Templarios.
Luego de meses de avances de las autodefensas, el gobierno llegó a un acuerdo con estos grupos para integrarlos de manera temporal como guardias rurales. Parte del acuerdo era apuntar hacia la cúpula de los Templarios.
Así lo recuerda Roberto Arnaud. “Con respecto a Michoacán, me parece que en especial las detenciones de capos se han vuelto un punto prioritario para el gobierno federal porque el descabezamiento de Los Caballeros Templarios es una de las demandas principales de las autodefensas”.
Aunque en las últimas semanas se han evidenciado fisuras dentro de las autodefensas y de ésta con el gobierno, los golpes a la dirigencia del cartel se están dando de manera regular. Además de las detenciones de narcos de rango menor, se ha dado de baja a los mencionados Nazario Moreno -a quien el gobierno de Calderón dijo haber matado en 2010- y Enrique Plancarte.
Esto, por supuesto, se debe sobre todo a la ayuda en inteligencia proporcionada tanto por las autodefensas como por el resto de la población civil, como recalca el profesor Piñeyro.
Sin embargo, es poco probable que el gobierno pueda -o quiera- replicar lo que ocurre en Michoacán en el resto del país.
¿Funcionará?
La pregunta que surge es, por supuesto, sí además de capturar o dar muerte a algunos de los capos más buscados, la estrategia del gobierno está afectado el vasto negocio del narcotráfico.
José Luis Piñeyro recuerda lo que suele suceder un narcotraficante de peso cae: “hay una pelea interna (en el cartel) por ocupar el lugar y se reemplaza con relativa rapidez al capo caído”.
Algo que se ha visto no sólo en México -donde todos los capos capturados o muertos ya tienen reemplazo-, sino en países como Colombia o Italia.
“El narcotráfico es un negocio muy redituable que difícilmente se puede acabar con golpes militares, porque en ciertas regiones de México es una forma de vida”.
Pero hay otros problemas más inmediatos, además del nudo gordiano que significa la lucha contra las drogas para muchos países latinoamericanos, México a la cabeza.
“La política de detenciones es uno de los componentes de la estrategia de seguridad, y me preocupa que se esté convirtiendo cada vez más en un elemento preponderante por encima de la prevención del crimen o el fortalecimiento institucional (sobre todo a nivel local). Esto es quizás porque a la luz de los malos resultados en otras áreas de la seguridad, éste sea el único indicador que muestra un avance”, dice Roberto Arnadud.
Por su parte, José Luis Piñeyro puntualiza: “La cuestión que llama la atención en el caso de Peña Nieto es que no aparecen los cómplices civiles, militares que necesariamente el narcotráfico tiene. Porque el narcotráfico no no surge de la nada. Se reproduce porque hay cierto grado de penetración en el Estado y en la sociedad”.
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