FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.
MÉXICO, D.F. (apro).- La mañana del pasado 22 de febrero, minutos antes de ser capturado por elementos de la Marina en un hotel de Mazatlán, Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán se atrincheró con un arma en el baño de la habitación donde se encontraba con su esposa Emma Coronel, sus hijas y la nana de estas últimas.
“No lo maten, él es el padre de mis hijos”, suplicó la esposa del capo antes de que los infantes de Marina accionaran sus armas contra quien era el narcotraficante más buscado del mundo en ese entonces, según da cuenta la revista estadunidense The New Yorker en un extenso reportaje titulado “La caza de El Chapo”, en el que ofrece detalles inéditos sobre la detención del líder del cártel de Sinaloa.
En su texto, uno de los más largos publicados desde la captura del capo, Patrick Radden Keefe relata que por temor a ser monitoreado, Guzmán Loera desconfiaba de los teléfonos satelitales fabricados en Estados Unidos y por ello prefería usar dispositivos de la empresa canadiense BlackBerry.
En 2012, subraya, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) logró interceptar sus comunicaciones, lo que facilitó su ubicación en aquel año, cuando autoridades de México y EU estuvieron cerca de arrestarlo en Los Cabos.
“En febrero (de 2012) la DEA confirmó que Guzmán había viajado a Los Cabos para encontrarse con una prostituta (…) Los agentes de la DEA que monitoreaban sus correos electrónicos y mensajes de texto se maravillaron en la medida en que sus comunicaciones no parecían centrarse en la gestión de su imperio, sino en cumplir las demandas de su esposa, su exesposa, sus novias, y sus mujeres pagadas”, detalla The New Yorker.
Tras interceptar la señal de la BlackBerry, definieron que la ubicación de El Chapo era un una mansión de Los Cabos, hasta donde llegaron las autoridades para arrestarlo, pero al entrar por la puerta principal aquel tuvo tiempo de escapar por la parte trasera del inmueble.
En la persecución, detalla el reportaje, el líder del cártel de Sinaloa se percató que su teléfono BlackBerry estaba intervenido, por lo que decidió convertir esa debilidad en un beneficio: “Se encontró con un subordinado y le dio la BlackBerry”.
“Alguien involucrado en la operación de Guzmán dijo: ‘Él nos llevó a dar un paseo’. Las autoridades, conscientes de la transferencia, persiguieron la señal alrededor de Los Cabos, hasta que finalmente se abalanzaron sobre el empleado de El Chapo. Mientras estaban ocupados en ese arresto, El Chapo se dirigió al desierto, donde un avión privado lo recogió”, publica Radden Keefe.
A raíz de esta situación, el narcotraficante más buscado del mundo se vio obligado a cambiar la estrategia de comunicación. “En lugar de intercambiar BlackBerrys con sus subordinados, como lo había hecho en el pasado, Guzmán ahora parecía haber detenido por completo la comunicación”.
El cambio de comunicación fue que desde puntos de libre acceso a WiFi, los trabajadores de El Chapo enviaban los mensajes a la única persona que tenía comunicación con el líder del cártel. Este hombre los enviaba a Guzmán como mensajes de BlackBerry.
“Muchos miembros del cártel no se daban cuenta que cuando le escribían a su jefe y recibían una respuesta, cada palabra se había transmitido a través de dos intermediarios. Esto es a veces descrito como un sistema de ‘espejo’, y es difícil para las autoridades penetrar (especialmente cuando los mensajes se mandan de distintos puntos de acceso WiFi). Sin embargo, mediante el estudio de los patrones de comunicación del cártel, los analistas de la División de Operaciones Especiales de la DEA comprendieron la operación. Resolvieron centrarse en el pequeño círculo cercano a Guzmán, para identificar a los espejos que estaba usando, e interceptar sus comunicaciones”.
A inicios de este año El Chapo escapó de la Marina en una casa de Culiacán, Sinaloa, pero las autoridades sabían que en algún momento sus empleados podían darle al capo un teléfono BlackBerry para que se comunicara.
“De pronto, el 20 de febrero el teléfono (BlackBerry) despertó: mandó un mensaje de texto”, y ese fue el error que permitió a la Marina detectar la localización de Guzmán Loera: un condominio en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, según la información publicada por The New Yorker.
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