FUENTE: PROCESO.
AUTOR: SERGIO CABALLERO.
PLAYA DEL CARMEN,Q. Roo: Cuando el padre Pablo Pérez Guajardo, dio a su computadora “enviar” a una carta dirigida al entonces superior general de los Legionarios de Cristo, Álvaro Corcuera, prácticamente selló su salida de Quintana Roo y el retiro de los permisos para ejercer como sacerdote.
En esa carta, enviada vía correo electrónico en septiembre de 2010, pedía que Los Legionarios de Cristo se deslindaran del fundador de esta orden, Marcial Maciel, acusado de pederastia y corrupción.
Fue entonces que empezó el calvario del padre Pablo en el caribe mexicano.
Recuerda:
“Las dificultades empiezan cuando envío la carta a Álvaro Corcuera, que en ese momento era el superior general de Los Legionarios de Cristo, diciéndole que hay que acabar con el mito del padre Maciel y llamar las cosas por su nombre porque que era un violador pederasta, un mujeriego, un borracho”.
De conversación fluida y amable, con una enorme cruz sobre su pecho, el padre Pablo, no solo se ha opuesto a los abusos de los Legionarios de Cristo, sino también a los excesos de los gobiernos municipales locales, y ha combinando sus actividades religiosas dando servicio a las comunidades, lo que también, dice, le ha originado dificultades.
Por lo pronto, hace casi un mes, el obispo Pedro Pablo Elizondo Cárdenas le retiró los permisos para ejercer como sacerdote.
El padre Pablo detalla a Proceso algunos de los abusos de los Legionarios de Cristo en Quintana Roo y componendas con el ahora expresidente municipal de Solidaridad (Playa del Carmen es la cabecera), Filiberto Martínez.
En su andar para ser reivindicado y volver a ejercer como sacerdote, también se ha encontrado con desagradables sorpresas de personajes en los que confiaba, pues dice que fue rechazado por el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, a solicitud de los Legionarios de Cristo.
Ordenado sacerdote el 3 de enero de 1991, por Juan Pablo II y con más de siete años de vivir en Playa del Carmen, el Padre Pablo tuvo contacto directo con el padre Marcial Maciel, pues de 1986 a 2006 sirvió en Roma en la Dirección General de Legionarios de Cristo en diversas labores de apoyo en el Archivo Histórico, la Secretaría General y la Administración General.
Refiere que en los últimos años de estancia en la capital de Italia, Marcial Maciel se ausentaba todos los fines de semana. Sus colaboradores cercanos argumentaban que se retiraba a descansar aquejado por sus enfermedades y la carga de trabajo, pero en realidad, precisa Pérez Guajardo, “se iba al hotel Hilton, donde se hospedaba con alguna de sus amantes”.
En 2006, el padre Pablo regresó a México, para estar con su madre, a quien le habían diagnosticado cáncer y tras su muerte, recorre durante algunos meses diferentes estados, como acompañante del padre Javier Molina, a fin de recaudar fondos y “dar dirección espiritual” a los donantes.
Un año después llega a Quintana Roo, a la prelatura Cancún-Chetumal y tras permanecer unos meses en la capital del estado, el obispo Pedro Pablo Elizondo, lo manda a Playa del Carmen.
Recuerda que con tan solo 20 pesos en la bolsa llegó al fraccionamiento popular “La Guadalupana”, que tiene una iglesia del mismo nombre, en una zona muy alejada del centro de la ciudad y con graves problemas sociales, uno de ellos, el alto número de suicidios en el municipio de Solidaridad, que en ese entonces abarcaba Tulum y comunidades mayas.
Entonces, el padre Pablo decidió no solo desempeñar su labor como sacerdote, sino también vincularse socialmente con la comunidad, la mayoría inmigrantes tabasqueños y chipanecos.
“Nunca imagine que iba a cobra una importancia oficial o eclesial todo lo que estábamos haciendo ahí”, refiere.
Paulatinamente se vincula con la comunidad. Para verlo se hacen filas en la calle.
El caso es que la presencia del padre Pablo se extendió a cuatro colonias y fraccionamientos de los llamados de nueva creación y alejados del centro de Playa del Carmen y destaca que se logró abatir el índice de suicidios en “La Guadalupana”.
Hasta que en 2010, indignado por los informes contra Marcial Maciel, determina enviar la carta a Álvaro Corcuera, aunque la respuesta le llega por conducto del obispo Pedro Pablo Elizondo, también Legionario de Cristo.
“Al obispo le molesta mucho porque estoy rompiendo la unidad eclesial”, recuerda. Y por si fuero poco, algunos padres de Playa del Carmen, se quejan ante el obispo Elizondo de que “estaba aplicando la Teología de la Liberación”, a lo que respondí que “no estaba aplicando la Teología de la Liberación, sino estando cerca de la gente”.
Por ejemplo, recuerda que una de las primeras acciones con la comunidad fue orientar a los padres de familia a que no pagaran los 600 pesos que les exigía el director de la escuela como cuota voluntaria y rechazar el uso de uniformes escolares.
Otras de las acciones que promovió, dice, fue limpiar, con la ayuda de los niños del catecismo, las calles de la colonia “La Guadalupana”.
Incluso, ayudó a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar a defenderse y no temer separarse de sus esposos, a pasar de estar casadas pro la iglesia.
“No estábamos repartiendo cuernos de chivo y pasamontañas para hacer un guerrilla zapatista, sino diciéndole a la gente cuáles son sus derechos”, subraya.
Pero su situación en Playa del Carmen, se complicó más, cuando en 2011 asume la presidencia municipal de Solidaridad, el priista Filiberto Martínez Méndez.
“Por su peculiar sicología, cualquier cosa negativa que se pudiera observar, las consideraba como un crítica más que a la administración, a su persona”, refiere.
Y el principal desencuentro entre el padre Pablo y el entonces alcalde Martínez fue su insistencia en que apoyara la instalación de una antena telefonía celular en la colonia, debido a que las personas de esa comunidad estaban incomunicadas por esa vía.
Sin embargo, Martínez se niega a atender esa solitud porque según su apreciación, el entonces alcalde “quería que la empresa le pagara una cantidad”.
EL padre Pablo también encabezó la exigencia de colocar topes en un crucero en el que se han presentados accidentes de manera constante.
Finalmente, el alcalde se alía con el obispo Elizondo, a través del padre Fernando Rodríguez, director de Cáritas de Quintana Roo, quien circula en un auto Mercedes Benz y es hermano del entonces director de Desarrollo Urbano, Carlos Rodríguez.
Resume:
“Filiberto le habla al obispo y le dice que el padre Pablo le está causado molestias. El obispo ya está molesto conmigo por la carta y las críticas al Padre Maciel al que defendió porque fue quien lo hizo obispo”.
Y para obtener el apoyo del obispo, Filiberto dona terrenos municipales a la prelatura Cancún-Chetumal.
El padre Fernando habla con el obispo y le dice que el presidente municipal está dispuesto a darles unos terrenos si quitan al padre Pablo, detalla.
Y el 15 de agosto el padre Pablo es retirado de “La Guadalupana” y vetado en todo el estado. El 8 de septiembre sale de Quintana Roo y opta por buscar al obispo de Saltillo, Raúl Vera.
Y si bien el obispo Vera inicialmente lo tuvo a prueba unos días, asegura que finalmente le pidió que se retirara, luego que habló con Héctor Julián, un enviado de Legionarios de Cristo a Saltillo.
Entonces el padre Pablo decide regresar a Playa del Carmen y valora que de entrada la problemática política está resuelta con el cambio de autoridades municipales.
Sin embargo, a principios del año recibe otra carta del obispo Elizondo “en la que no me da permisos de celebrar misas, bautizos, sacramentos”.
A pesar de ello decide permanecer en Playa del Carmen, en donde se dedica a realizar diversas actividades de apoyo en la comunidad, como atender un escuela, organizar un “club de tareas” y apoyar a enfermos.
Y sostiene:
“Yo voy a seguir ayudando a la gente, no necesito permiso para ayudar”,
Pecados en Quintana Roo
De acuerdo con el padre Pablo, los Legionarios de Cristo tienen en Quintana Roo un historial de abusos y excesos.
De hecho, destaca la enorme influencia de Los Legionarios de Cristo en la entidad, pues la mayoría de de los 120 padres que hay en la entidad pertenecen a esa orden.
Pero además subraya:
“Es el único lugar del mundo gobernado por un Legionario de Cristo”, pues la prelatura Cancún-Chetumal tiene un obispo de esa orden en la persona de Pedro Pablo Elizondo.
De igual forma, destaca que en Quintana Roo, que tiene 39 años de su creación como estado libre y soberano, tuvo desde sus inicios a sacerdotes de la orden de los Legionarios de Cristo, e incluso a víctimas del padre Marcial Maciel.
“Varios padres que vinieron, fueron víctimas de él, como el padre (Jesús Martínez) Penilla de Isla Mujeres y Manuel Fernández”, recuerda.
Pero también revela que hay sacerdotes de los Legionarios de Cristo que han cometido abusos sexuales, e incluso han sido defendidos por empresarios como Fernando García Zalvidea, que murió el año pasado y que fundó en Cancún la Ciudad de la Alegría, para la atención a desamparados.
“Los delincuentes han sido el padre Fernando Martínez, que fue director del colegio Cumbres de Cancún pero que también había cometido abusos en el Cumbres de México y que ahora está en Salamanca España.
“Otro es Brendan Hurley, que en su momento fue capellán de la academia Maddox y del Instituto Oxford, de la Ciudad de México y que venía acá de vacaciones y que los trabajadores del centro equino turístico, Loma Bonita, que ya no existe, lo denunciaron ante el padre Fernando Rodríguez, quien les aconsejó que no estuvieran diciendo cosas feas.
“El caso más reciente fue el de Raúl Le Blanc, quien era capellán de Madre Amiga en la Ciudad de Alegría de Cancún y lo acabaron enviando a Canadá mientras que García Zalvidea “indemnizaba” con una buena cantidad a los papás de víctimas.
Finalmente, destaca que también los Legionarios de Cristo han defraudado a católicos de Estados Unidos y Canadá al pedir fondos para las comunidades mayas del estado.
“No hay iglesias, no hay dispensarios médicos, no hay taller de capacitación y hay cantidad de pueblos en lo que no hay un solo católico porque ningún legionario habla maya porque no hay interés en ellos”, resume.
En cambio, destaca que hay Legionarios de Cristo que hablan inglés y francés, que se dedican a celebrar bodas en Cancún y la Riviera Maya, que les reportan importantes ingresos.
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