FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: CARLOS BAUER.
(7 de mayo, 2014).- De 2005 a la fecha, cada año el Gobierno Federal ha gastado en promedio 262 mil millones de pesos más de lo que le autorizó el Congreso de la Unión, lo que suma 2.36 billones de pesos adicionales en estos nueve años.
Pero lo más grave es que esos recursos fueron utilizados en rubros distintos a los aprobados por los legisladores, lo que significa que el gobierno ha ignorado sistemáticamente la voluntad ciudadana expresada –según la Constitución– por los representantes en las Cámaras de Diputados y Senadores.
Lo anterior se desprende de una investigación llevada a cabo por México Evalúa, Centro de Análisis de Políticas Públicas, A.C. En su documento “Descifrando la caja negra del gasto”, esta organización presenta los resultados de su análisis sobre las fases de presupuestación y ejercicio del gasto público a nivel federal entre los años 2005 y 2013, es decir, los últimos dos del sexenio de Vicente Fox Quesada, todo el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y el primer año de Enrique Peña Nieto al frente del Ejecutivo.
Las conclusiones del análisis pueden resumirse en una frase: no sólo se gasta más de lo presupuestado, se gasta diferente a lo establecido. Cada año, el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) envía al Congreso su iniciativa del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), la cual es aprobada por el Legislativo con modificaciones y sugerencias, y finalmente remitida al titular del Ejecutivo para su promulgación.
Lo que México Evalúa encontró es que el presupuesto diseñado por el Gobierno Federal no es realista, pues subestima los ingresos que percibirá el Estado y los gastos que habrá de ejercer a lo largo del año. Un aspecto muy significativo de esta subestimación es que los ajustes realizados al presupuesto sobre la marcha –normales en cualquier país, pues siempre se necesitan adecuar los proyectos a la realidad– se dan en un contexto de discrecionalidad y opacidad, puesto que el destino de los recursos adicionales no pasa por la aprobación del Poder Legislativo, y por lo tanto, de la ciudadanía.
Entre los años analizados, las mayores diferencias entre el gasto aprobado y el gasto ejercido por el Gobierno Federal fueron 2006, 2008 y 2013. El primero corresponde al último año de Vicente Fox en la Presidencia, en el que se gastó 15.8 por ciento más de lo aprobado; ese año se llevaron a cabo las cuestionadas elecciones federales, cuyos resultados nunca fueron esclarecidos puesto que el contenido de las boletas se mantuvo en secreto. En 2008, segundo año del mandato de Calderón, se gastó 11.5 por ciento más de lo aprobado, mientras que en su primer año Enrique Peña Nieto excedió el presupuesto en 6.1 por ciento.
Pero no sólo interesa saber en cuánto se excedió el presupuesto, sino cómo fue utilizado ese dinero. Por ello, la investigación resalta las ampliaciones y reducciones al gasto realizadas cada año, encontrando que entre lo que recorta de los rubros aprobados y lo que añade por encima del presupuesto original, cada año el Gobierno Federal gasta alrededor de un millón de millones de pesos de manera diferente a como se había planeado y presentado a la ciudadanía.
Aunque no hay datos sobre este aspecto para 2013, el año en que se encontró la mayor variación entre el presupuesto ejercido y el aprobado fue 2007, el primero de Felipe Calderón en la Presidencia. Esto podría reflejar las dificultades de un gobierno entrante para habituarse al quehacer cotidiano, pero si bien después de ese año la modificación absoluta (“la suma en valor absoluto de las ampliaciones y recortes totales”) se redujo significativamente, su nivel sigue siendo inaceptable en términos de un presupuesto transparente y eficaz.
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