FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: REDACCIÓN.
En un artículo publicado hoy, la diputada del PRD pide que se juzguen sus actos, pero que estos se confronten con los de 7 senadores y 9 diputados federales vinculados directamente con empresas del sector telecomunicaciones.
“Juzguen mis actos como conflicto de interés, háganlo y confróntelo”, pidió -en referencia a la llamada en la que se le escucha planear un negocio en telefonía- y presentó los nombres de 7 senadores vinculados a intereses de televisoras:
-Ninfa Salinas, hija de Ricardo Salinas Pliego;
-Armando Melgar, Presidente de Canal 40;
-Javier Lozano Alarcón, autor de la Ley Televisa 2;
-Emilio Gamboa Patrón, impulsor de la Ley Televisa;
-Gerardo Flores, asesor y ex funcionario de Iusacell;
-Arely Gómez González, hermana de Leopoldo Gómez, Vicepresidente de Televisa;
-Mónica García de la Fuente, miembro jurídico de Televisa.
También exhibe los nombres de 9 diputados federales, “algunos no claramente identificados y otros sin pudor”, como:
-Carlos Jorge Mendoza, Vicepresidente de Grupo Azteca;
-Federico González Luna, ex representante de la CIRT y autor de la Ley Televisa;
-Laura Ximena Martel, ex presidenta de la CIRT;
-Antonio Cuéllar Steffan, ex director jurídico de Televisa;
-Javier Orozco Gómez, abogado de Televisa;
-Enrique Cárdenas, accionista de la Organización Radiofónica Tamaulipeca;
-Homero Niño de Rivera, ex director de comunicación social de Segob con Calderón y autor del cambio de la palabra “comprar” por “adquirir” para beneficiar a los medios;
-Patricio Flores, dirigente del SITATYR, con plaza en Televisa;
-Y Rubén Acosta Montoya, ex director ejecutivo de la Cofetel.
Carpinteyro dejó de escribir este viernes en el diario Reforma.
Se reproduce la columna de la diputada, publicada este viernes dicho periódico, así como en su blog:
Hasta mejor estrella
Siguiendo el ejemplo de otros mejores que yo, quiero usar este espacio para despedirme de mis lectores y de quienes por varios años han sido colegas y en muchos casos amigos en este diario, con los que he compartido objetivos e ideales. Aunque no han sido pocas las ocasiones en que con alguno o con varios de ustedes he diferido en posiciones, siempre entendí que en eso radica la riqueza de participar en un equipo de individuos talentosos y pensantes, entre los que se sobreentiende que ninguno se asume como poseedor de la verdad absoluta, ni juez infalible de la moral.
Nunca escribí en contra de nadie que formara parte de este equipo, incluso cuando hubo ocasiones en que otros sí me hicieron objeto de ataque. Sin embargo, acepto que mi posición dentro de la política nacional representa un caso de excepción, y que pudo interpretarse como una afectación a la imparcialidad y credibilidad de los demás colaboradores de este diario, generando situaciones álgidas como las que ayer se hicieron patentes.
Entiendo que algunos sintiesen que su libertad de expresión y credibilidad habrían sido afectadas si hubiesen dejado de abordar el incidente de la grabación telefónica ilegal filtrada a las redes, en la que yo propongo a un amigo y consultor que trabaje en conceptualizar un proyecto para buscar potenciales inversionistas, generando con ello oportunidades de negocio que puedan ser explotadas en un futuro (sería muy interesante una investigación que determinase el origen de esa cuenta de Twitter y de los más de 3 mil 700 bots que fueron usados para difundirla, pero eso lo dejo a criterio de quienes tienen a su cargo la labor de determinar cuáles son las noticias relevantes).
Acepto que, para la opinión pública y para algunos o todos ustedes, pensar y planear un emprendimiento siendo aún legisladora fue un error, a pesar de que la Constitución y las decisiones del Instituto Federal de Telecomunicaciones ya estuviesen vigentes -de lo contrario Virgin Mobile no estaría operando desde hace dos semanas. No trataré de disuadirlos, pese a que debo reconocer que, en algunos casos, me lastima su opinión porque les reconozco como individuos valiosos. Pero lo que más me mortifica es el enojo que siento conmigo misma por descuidarme cuando nadaba con tiburones. Todos, algún día, comentemos errores, yo he cometido los míos, y lo peor es que -como todos- los seguiré cometiendo mientras viva. Vivir es errar.
En estas circunstancias, no puedo más que reconocer que es tiempo de partir de este espacio de libertad de expresión, y lo único que pido a ustedes, mis colegas, es que sean justos, y que con la misma vara con la que han medido y criticado mis acciones, también emprendan con furia sus embates haciendo evidente lo obvio.
Juzguen mis actos como conflicto de interés, háganlo y confróntelo con el de los senadores Ninfa Salinas, hija de Ricardo Salinas Pliego; Armando Melgar, Presidente de Canal 40; Javier Lozano Alarcón, autor de la Ley Televisa 2; Emilio Gamboa Patrón, impulsor de la Ley Televisa; Gerardo Flores, asesor y ex funcionario de Iusacell; Arely Gómez González, hermana de Leopoldo Gómez, Vicepresidente de Televisa; Mónica García de la Fuente, miembro jurídico de Televisa, entre otros. También con el de muchos diputados, algunos no claramente identificados y otros sin pudor, como son Carlos Jorge Mendoza, Vicepresidente de Grupo Azteca; Federico González Luna, ex representante de la CIRT y autor de la Ley Televisa; Laura Ximena Martel, ex presidenta de la CIRT; Antonio Cuéllar Steffan, ex director jurídico de Televisa; Javier Orozco Gómez, abogado de Televisa; Enrique Cárdenas, accionista de la Organización Radiofónica Tamaulipeca; Homero Niño de Rivera, ex director de comunicación social de Segob con Calderón y autor del cambio de la palabra “comprar” por “adquirir” para beneficiar a los medios; Patricio Flores, dirigente del SITATYR, con plaza en Televisa y Rubén Acosta Montoya, ex director ejecutivo de la Cofetel.
Prediquen con el ejemplo, hagan que sus plumas transformen un lamentable error como camino a un mejor futuro. Un fuerte abrazo a todos.
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