FUENTE: PROCESO.
AUTOR: RAFAEL CRODA.
Como pasa en Colombia, en México la caída de importantes capos de la droga está dando lugar a la transformación de los grandes cárteles en redes criminales más horizontales que tienden a integrarse como franquicias. Así lo considera la colombiana María Victoria Llorente, consultora internacional en asuntos de criminalidad y violencia. Para la especialista, si bien México y Colombia apuestan por descabezar a los cárteles, “la eliminación de los líderes no garantiza el desmantelamiento de esas organizaciones, que se adaptan rápidamente a las nuevas circunstancias”…
BOGOTÁ: La fragmentación del mundo criminal en México ya está en marcha y todo indica que la economía de la droga en ese país tiende a unirse en torno a franquicias regenteadas por los cárteles de Sinaloa y Los Zetas, como pasa en Colombia con las bandas criminales (Bacrim) de Los Urabeños y Los Rastrojos.
El diagnóstico lo realiza María Victoria Llorente, especialista colombiana en asuntos de criminalidad y violencia, quien advierte: Aquéllos “no son los únicos cárteles en México; hay otros actores, al igual que en Colombia, pero el punto está en que como organizaciones criminales jerárquicas hay una tendencia a que ocurra con ellos lo que ocurrió en Colombia: que ante la caída de sus líderes acaben por transformarse en redes criminales más horizontales y fluidas que se coaligan como franquicias”.
En entrevista con Proceso, la politóloga de la Universidad de Los Andes y directora ejecutiva de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), un influyente centro de estudio en torno al conflicto colombiano, sostiene que la caída de los principales jefes de los cárteles de Sinaloa y Los Zetas refuerza esta hipótesis.
“Es un indicativo de que en México se sigue la misma estrategia antidrogas de acá, en el sentido de descabezar las organizaciones, y los resultados que eso ha tenido en los dos países es que la caída de grandes capos tiene como efecto el reforzamiento de la lógica de las franquicias, en las que los cárteles de la droga alquilan, digamos, su marca, y cobran una cuota a las redes criminales locales para usar su marca y recibir protección”, explica…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1969 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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