Como en cada sexenio, los estudiantes de las universidades públicas más importantes de México están manifestándose.
José Vasconcelos, rector de la Universidad de México en 1920, dijo en 1929:
“La actual huelga de estudiantes viene a demostrar la fuerza del poder que ejercen estos en la opinión pública”.
Han pasado 85 años y su frase sigue siendo actual.
Los presidentes de México y los rectores de la UNAM y el IPN tratan con cautela los conflictos estudiantiles y esto se ha comprobado múltiples veces después de las palabras de Vasconcelos, y hasta hoy, cualquier medida tomada para reprimir estudiantes continúa causando un impacto negativo en la opinión pública.
Esto se demuestra con los 43 normalistas desaparecidos que resultaron más trascendentes que los más de 20 mil mexicanos reportados en el sexenio de Calderón.
Y de nuevo los estudiantes de las universidades públicas más importantes de la Ciudad de México están manifestándose, rebelándose y retando al gobierno, que no se atreve a reprimir sus reacciones en solidaridad con los 43 desaparecidos.
Vasconcelos lanzó su advertencia después de la primera huelga universitaria, en 1929. Y aunque el presidente Emilio Portes Gil quiso ser radical y no aceptar las peticiones de los alumnos, después de una revuelta estudiantil y 68 días de paro, se otorga la autonomía a la Universidad de México.
Pero la peleada autonomía era parcial.
Sí habría libertad de cátedra, pero el rector sería elegido por el Consejo Universitario de una tercia enviada por el Ejecutivo. Se debería de informar a la Federación sobre el uso del presupuesto de 2 millones 500 mil pesos y el presidente tenía el poder de veto sobre las decisiones del Consejo.
Probablemente el año más critico para la UNAM fue 1933, cuando al tratar de aplicar los principios de educación socialista se impuso la Ley Bassols que suprimía el presupuesto federal a la institución, convirtiéndola en privada y en cambio le otorga un subsidio para subsistir mientras podía mantenerse con las cuotas.
Primera Autonomía y la huelga más larga
La autonomía de la UNAM concedida por Emilio Portes Gil en 1929, tenía reglas que quedaron un poco flojas, con muchas lagunas y amplios márgenes para la intervención del gobierno.
La primera huelga de poco más de dos meses inició con un incidente menor: incorporar un examen escrito como requisito de graduación para los abogados, además de los tres orales y tradicionales, lo que no aceptaron.
En respuesta, el secretario de Educación amenazó con cerrar Derecho y hacer más carreras politécnicas, eso fue suficiente para que en tres días los 10 mil alumnos de todas las carreras estuvieran organizados para la rebelión y la huelga.
Con el tiempo y después de varias memorables revueltas, la fuerza estudiantil logró definir una autonomía más real en 1954.
Autogobierno, independencia ante el Estado y los presidentes de la República, el manejo independiente del presupuesto otorgado por la federación, la extraterritorialidad, (en la práctica es prohibición de que entrara la policía o el Ejército a CU) libertad de cátedra e investigación, libertad de expresión, posibilidad de que maestros o alumnos participaran en política, la tolerancia al vandalismo dentro de los campus y la espacios en el ámbito político, de considerarlo necesario.
Los estudiantes descubrieron su fuerza y poder de intimidar a los gobernantes y siguieron exigiendo.
Entonces se volvió requisito para el perfil del rector un poder de negociación extraordinario, valores académicos, identificación y complicidad con los estudiantes y sobre todo, lo más difícil: aprender a trabajar con Dios y con el Diablo. Conceder al gobierno y conceder al sindicato, al estudiantado y al cuerpo docente.
Hubo muchas huelgas, las más largas de un mes y otras tan cortas que cumplían solo horas. Nuevas leyes orgánicas, más presupuesto, más prerrogativas y más y más autonomía.
Así hasta el triste, trágico y mal administrado octubre de 1968. Año convulso en el que los estudiantes fueron protagonistas y también carne de cañón ante intereses políticos que a la vez que formaban conciencias, exigían renunciar a viejos paradigmas.
Paz y guerra en la UNAM
Juan Ramón de la Fuente aprendió a hablar con Dios y con el Diablo y logró uno de los mejores periodos de la UNAM en paz y con importantes logros académicos.
También ayudó una inyección de dinero que amainó los ánimos al dar marcha atrás al aumento de cuotas que fue la excusa de la huelga, todo debido a la política de austeridad impuesta por Ernesto Zedillo.
Regresó a la simbólica suma de 20 centavos de inscripción.
La UNAM vivió uno de sus mejores periodos y se consolidó como la mejor institución entre los países hispánicos.
Ahora Narro, ante la amenaza de huelga por solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa, no tuvo más remedio que solidarizarse con los estudiantes que protestan ante la afrenta que se ha convertido en un símbolo sangriento y actual de la victimización a estudiantes.
Y todo se complicó aún más cuando un contingente policiaco ingresó a CU atendiendo la supuesta denuncia del extravió de un teléfono celular y abrió fuego contra estudiantes.
Ahora piden la renuncia de Narro y han pospuesto la decisión de un paro universitario en solidaridad con los desaparecidos.
Ya no tienen nada más que pedir respecto a su autonomía, pero defienden su extraterritorialidad, no protestan aumentos de cuotas ni abogan por los rechazados.
Sin embargo piden la renuncia del rector, que no parece solidario, aunque la actitud ahora podría ser diferente pérdida de clases después de su consolidación como una de las mejores universidades del mundo con el lugar 44 entre las 200 punteadas, superando a la Universidad de Madrid y la de Sao Paulo.
Una ‘elite’ de buenos estudiantes
La revocación del pase automático desde los 90 hizo que la entrada a la UNAM se volviera difícil. Actualmente solo ingresa el 8.6 por ciento de quienes aplican a las 100 carreras.
En el último examen de admisión presentaron 126 mil 753 estudiantes y lograron entrar solamente 10 mil 916.
Este filtro ha logrado aplicar métodos de excelencia en los 337 mil 763 alumnos, lo que ha resultado en mejor calificación internacional.
Según la página Web la cuota anual es de 60 a 200 pesos, según la carrera, mil pesos por el examen profesional y 200 pesos de inscripción. Sin embargo muchos de los estudiantes, demostrando su capacidad económica limitada, consiguen beca.
Nunca se ha llegado a igualar la propuesta de Barnes que causó la huelga del 99, que proponía un cobro anual en licenciatura a 2 mil 40 pesos.
Ahora no han tenido más provocación a su estabilidad que la solidaridad con los 43 normalistas legalmente aún desaparecidos.
Amenazan con otra huelga y alegan también, violación a su regla de extraterritorialidad, que según escribía en 2004 Carlos Monsiváis en Letras Libres respecto a la autonomía que incluye la extraterritorialidad de su espacio:
“Se viola la Autonomía no sólo porque la policía y el Ejército proceden con extrema violencia, sino por la ilegalidad multiplicada de las operaciones “relámpago”. Al tiempo que se viola la Autonomía se viola la Constitución de la República”
El poder de las huelgas
Los presidentes y su respuesta a las mayores huelgas
Presidente: Emilio Portes Gil
Rector: Ignacio García Téllez
Concedió la autonomía después de una huelga de 68 días
Presidente: Gustavo Díaz Ordaz
Rector: Javier Barrios Sierra
Reprimió el movimiento estudiantil con la masacre de la Plaza de Tlatelolco. El paro que había iniciado el 30 de julio termina el 25 de noviembre con la promesa de defensa de su autonomía la UNAM organiza su propia policía y ninguna otra puede entrar a CU
Presidente: Ernesto Zedillo
Rector: Francisco Barnés de Castro
Se derogó el aumento a las cuotas después de un año de huelga y haber intervenido la policía dentro del campus y apresado a 700 estudiantes que luego fueron exonerados.
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