Después de unos segundos, la joven fue retirada por elementos del Ejército que, vestidos con ropa deportiva, custodiaban a la antorchista, sin que el incidente pasara a mayores. Otro joven intentó acercarse al grupo con las mismas intenciones pero se lo impidieron los agentes.
Con la participación de aproximadamente una centena de relevistas, este día el Fuego centroamericano recorrió las calles de la Ciudad de México, trazado en el que participaron lo mismo medallistas olímpicos, que participantes de las justas veraniegas, niños, niñas y competidores en silla de ruedas o con capacidades diferentes.
Fue una reunión de iguales –aunque algunos hayan trotado más metros que otros, bajo el sol o en las zonas nubladas– donde compartieron la alegría de portar la flama que habrá de iluminar los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014 (del 13 al 30 de noviembre), custodiados por elementos del Ejército Mexicano vestidos de deportistas, quienes marcaron el paso durante el periplo.
La policía capitalina abrió y cerró calles, cedió el paso a quienes deseaban ver el caminar de los relevistas; custodió el recorrido en el que la poca gente dejó un momento sus actividades cotidianas para apostarse en las calles y observar el paso veloz de los orgullosos portadores del fuego deportivo.
Los medallistas olímpicos Guilllermo Pérez y Daniel Aceces iniciaron el camino en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano para cruzar a Polanco, donde niños ganadores –como al campeona de karate Alondra Méndez— pusieron en lo más alto de sus brazos la antorcha, para llegar a La Merced, regresar por la colonia Roma conducida la llama por ciudadanos para cerrar en la Plaza de la Revolución, donde el portador final fue Horacio de la Vega, director del Instituto del Deporte del Distrito Federal.
Aunque en la justa regional se borran las fronteras nacionales porque todos son México, serán unos 25 atletas de la capital del país quienes participarán en Veracruz 2014, de quienes se espera una cosecha de 10 preseas, estimó el ex pentatleta olímpico.
FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: Jorge Sepúlveda Marín
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