En el origen están la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la impunidad. El resultado es que en Guerrero existe una “violencia estructural”, según concluye un estudio de la arquidiócesis de Acapulco. Es tan grande ya la inseguridad en ese estado que el clero decidió asesorarse, sobre todo con la Iglesia colombiana, experta en el tema, para atender a las víctimas. El análisis concluye: Para reparar los daños debe hacerse justicia.
ACAPULCO, Gro: A escala nacional, en los últimos años Guerrero ha ocupado las tasas más altas de crímenes, impunidad, homicidios con arma de fuego y multiplicación de los cárteles del narcotráfico en contubernio con las autoridades gubernamentales. Es tal el aumento de la violencia en la entidad que sólo entre 2008 y 2011 el número de asesinatos relacionado con la guerra contra las drogas se incrementó 400%.
Por lo tanto Guerrero se convirtió en un “trágico escenario” de “miedo” y “desolación” donde comunidades enteras viven “victimizadas y traumatizadas” a causa de la política estatal de “mano dura” con la cual todavía se intenta combatir al narco, pese a que esa estrategia ya demostró su ineficacia.
En Guerrero –como en otros estados que padecen “violencia estructural”– es urgente “construir una respuesta estructurada y sistemática ante el inmenso dolor de las víctimas de las violencias”. Se necesita un profundo proceso de “sanación social” como paso previo para la paz.
A esta conclusión llega el estudio titulado Acompañamiento integral a víctimas de las violencias en la Arquidiócesis de Acapulco, producto de tres años –de 2012 a 2014– de investigación y trabajo de campo en apartadas comunidades guerrerenses. Es fruto de un proyecto de apoyo a víctimas hecho por sacerdotes, agentes de pastoral, psicólogos, abogados y grupos de laicos.
El sacerdote Jesús Mendoza, a cargo de este proyecto de atención a víctimas y uno de los coordinadores del estudio, explica: “Este es propiamente un informe de la labor de atención a víctimas que estuvimos realizando de 2012 a mediados de 2014. Lo publicamos en forma de libro porque queremos divulgar nuestra experiencia para que sea aprovechada en otras partes del país. Aportamos una metodología y un enfoque integral de atención a víctimas. México no debe seguir herido para siempre”.
Entrevistado durante la presentación del informe en Acapulco el martes 25, Mendoza señala que no alcanzaron a incluir el caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa: “No hubo tiempo de abordar el caso porque cuando ocurrió esta desgracia, nuestro informe ya estaba en imprenta. Sin embargo en él damos el amplio contexto social en el que ocurrió la tragedia de Ayotzinapa”.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1987, ya en circulación)
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: RODRIGO VERA (REPORTAJE ESPECIAL)
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