AUTOR: ÁLVARO DELGADO (ANÁLISIS)
MÉXICO, D.F. (apro).- Si se cumple lo previsto, Enrique Peña Nieto estrenará, este mes de junio, algo que no tiene ningún presidente del mundo, ni los más poderosos de Estados Unidos, Alemania, Rusia o China: un avión de 7 mil 500 millones de pesos.
Se trata, efectivamente, de un palacio que vuela: tiene doble pasillo y puede transportar hasta 250 pasajeros, alcanza una velocidad de casi mil kilómetros por hora y es capaz de hacer la ruta Nueva York-Atenas o Tokio-Los Angeles sin hacer escalas.
Si la pensión vitalicia que pretendían los magistrados electorales fue una desmesura que la indignación popular frustró, al menos por ahora, la compra de un avión a todo lujo para los viajes de Peña –que es ya irreversible– es otra bofetada a los mexicanos.
Muchos no lo saben, pero este capricho de Peña Nieto, que también lo fue de Felipe Calderón –porque él inició el trámite al final de su corrupto sexenio–, nos costará a los que pagamos impuestos más de 7 mil 500 millones de pesos, más otros mil millones por la adecuación del Hangar Presidencial en el aeropuerto capitalino.