miércoles, 28 de enero de 2015

“El destino de México es mucho más importante que Peña Nieto”: Jorge Ramos

Las cosas no pintan bien para Enrique Peña Nieto. Después de desenmascarar que el pasado año su esposa, Angélica Rivera, y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, adquirieron casas por parte del Grupo Higa, contratista del gobierno, hoy también se sabe, gracias a un reporte del Wall Street Journal, que el mismísimo Peña Nieto adquirió, en 2005, una casa con otra compañía que había hecho negocios con el gobierno.

No se está hablando de teorías de conspiración o escándalos sin bases, esto es un conflicto de intereses. Es la corrupción que está en los niveles más altos del gobierno. Los hechos son los siguientes: Peña, Rivera y Videgaray pagaron, o están pagando, casas que fueron financiadas por compañías que recibieron millones en dinero público.

Se entiende que en estos momentos muchos mexicanos se estén preguntando; ¿algunos contratos de gobierno eran adjudicados como intercambio por estas casas?, ¿se las vendieron con descuentos?, ¿los tratos preferenciales eran intercambiados por favores?, ¿la venta de estas casas realmente estaba financiada en las tasas de mercado?

De acuerdo a los datos del Wall Street Journal el mexiquense compró una casa de descanso, en un exclusivo club de golf, en Ixtapan de la Sal por la cantidad de 372,000 dólares, esto fue semanas antes de convertirse en gobernador del Estado de México. Tras eso de 2005 a 2011 la compañía que le vendió la casa, liderada por Roberto San Román Widerkehr, ha ganado más de 100 millones de dólares en contratos con el gobierno de México. Además desde que Peña se hizo con el cargo federal San Román ha ganado 11 contratos federales, algunos con valor de 40 millones de dólares.


Eso no es todo. El hijo de San Román, Roberto San Román Dunne, aparentemente se encargó  de ser el padrino de primera comunión de la hija de Peña, Paulina Peña. De esta manera uno de los beneficiarios de los contratos multimillonarios del gobierno es compadre de Peña Nieto. Esto sería otro acto de cinismo y corrupción; no se puede tener contratos directos con personas que sean cercanas a familiares (compadres o allegados).

A su vez ambas partes han negado que haya favores o beneficios especiales producto de su relación.

De cualquier manera ese no es el único problema; el dinero con el que se pagó, la millonaria propiedad, ¿de dónde salió? Si Peña Nieto ha dicho con anterioridad que no es millonario, entonces ¿cómo hizo un servidor público para permitirse semejante gasto?

Tres casas, tres conflictos de intereses. No es una coincidencia, es el reflejo de un patrón de acciones que ocurren en los círculos más privados de poder de Peña. De cualquier manera la administración no parece interesarse en investigarse a sí misma y el Congreso también se nota desinteresado en hacer alguna investigación al respecto. Y cómo ser de otra manera si se trata de la persona que tiene el poder suficiente para solapar cualquier acto ilícito, sería difícil que se moridera la mano que da de comer.

Pero ¿qué pasaría si un investigador independiente se encargara de desenmascarar la corrupción de Peña Nieto? No le quedaría de otra al mexiquense más que resignarse y aceptar el delito. Esto podría explicar la presión que está ejerciendo el gobierno a la prensa para detener cualquier indicio de investigación dentro de este rubro.

Momentos como estos nos hacen recordar al espíritu indomable del periodista Julio Scherer, recientemente acaecido, que alguna vez escribió: “Nuestra tarea no es complacer al presidente o servir al gobierno”. Además de recomendar a los periodistas no identificar al presidente como la patria. De hecho el destino de México es mucho más importante que el presidente.

Mientras tanto Peña Nieto prefiere ocultar su cabeza, cual avestruz, en el suelo. No da entrevistas acerca de estos problemas y conflictos de interés, además de parecer que sólo puede hablar con un teleprompter y no improvisar ya que todo eso haría las cosas peor.

Desafortunadamente Enrique Peña Nieto no tiene idea ni dimensiona los daños que está haciendo, a su país, su gobierno y su reputación.

Este escándalo ha terminado por hacer que pierda la poca credibilidad que le quedaba, además de quedarse sin autoridad moral. ¿Cómo se tienen los escrúpulos de exigir a los mexicanos que luchen contra la corrupción cuando él ni siquiera lo puede hacer con su propio hogar?


Posiblemente México carezca de una cabeza capaz de guiar a todo el organismo, pero, en ocasiones, con muerte cerebral el cerebro sigue latiendo y el corazón mexicano ha despertado con cada ciudadano que no está dispuesto a tolerar el cinismo, abuso y corrupción de aquellos que juraron utopías con tal de ganar un voto, México no tolera más y la ebullición está muy cercana.

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: REDACCIÓN.

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