(22 de enero, 2015) Carlos Fazio es profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), colaborador del diario La Jornada y autor de diversos libros como Terrorismo mediático. Durante el diálogo nacional sobre “Criminalización y militarización de la protesta social en México” , el analista expresó que en México el uso de la violencia como herramienta para eliminar movimientos sociales no es nada nuevo, pero con el tiempo se ha afianzado como una práctica habitual de los que ostentan el poder.
En México, después de la etapa de la guerra sucia se ha implementado “una construcción social del miedo”, la cual busca desarticular cualquier expresión de organización y movilización social, así como establecer un enemigo en común que permita concentrar sus esfuerzos represores, expresó el analista.
En este sentido, explicó que ante la caída del comunismo y de organizaciones como la Liga 23 de septiembre, el gobierno se vio en la obligación de buscar nuevos personajes que representaran “una amenaza” para la sociedad. “Al ya no tener un enemigo colectivo como el comunismo y al aparecer luchas por la vía pacífica y legal, tuvieron que señalar a los nuevos luchadores sociales como amenazas. Tal es el caso de Andrés Manuel López Obrador, a quien lo retrataron como un peligro para México en las elecciones de 2006”.
Del mismo modo, denunció que se ha vuelto común ver cómo se crean a nuevos enemigos y citó casos como: el de los disidentes magisteriales, que a la fuerza los desalojaron del zócalo de la Ciudad de México; el zapatismo, asechado por el paramilitarismo o los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), a quienes con ayuda de los medios masivos, los posicionaron como un mal para la sociedad.
Fazio explicó que el Estado mexicano ha buscado la paramilitarización de algunos grupos, con los cuales puedan tener un brazo armado que repela las nuevas organizaciones de lucha y movimiento social. “El Estado se paramilitarizó porque han surgido muchas formas de disidencia y a través de esta acción quieren desorganizar y causar miedo”, apuntó.
Al respecto, recordó la agresión emprendida por parte del gobierno en contra de la población de Atenco en mayo de 2006 y aseguró que la verdadera causa por la que se realizó el ataque obedece a la formación de una estructura organizacional con similitudes a la de los zapatistas. “En Atenco se utilizó tortura física, psicológica y sexual, para detener la formación de un movimiento. Este hecho fue el laboratorio para poner en práctica lo que se usaría en administraciones como la de Calderón y la de Peña”, aseguró.
La represión en contra de los maestros en Oaxaca se debió al nacimiento de un movimiento para exigir la salida del entonces gobernador Ulises Ruíz. “En el caso Oaxaqueño, se estaba gestando un movimiento de masas distinto a lo que habíamos observado, donde la sociedad civil se unió, por ello, el Estado echó mano de las fuerzas armadas para deshacer y eliminar este gran movimiento”, indicó.
Paramilitarismo: estrategia de “limpieza social”
Carlos Fazio también habló sobre el vínculo entre el gobierno y el crimen organizado, en donde señaló que acciones de grupos como “Los zetas”, son medidas tomadas en alianza con el Estado para infringir miedo en la sociedad, pues esta clase de organizaciones son grupos paramilitares utilizados con fines “de limpieza social”. “Esta cadena de sucesos tiene como base un Estado delincuencial y mafioso. Sin la colusión de autoridades con criminales, no se explicaría cómo el puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán estuviera controlado por un grupo delictivo”, sentenció.
Asimismo, señaló que la guerra emprendida por Calderón, no fue una acción que atacara a criminales sino que era una medida que buscaba como blanco a la sociedad, pues esta guerra buscó destrozar el tejido social y hacer daño al pueblo mexicano.
En México y otros países de América Latina, se vive una doctrina militar impuesta por los Estados Unidos desde los años 60. Fenómenos como la tortura, la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales, fueron exportadas por el vecino país del norte, para ser utilizadas en episodios como la guerra sucia y eliminar los movimientos sociales que se mantenían en aquella época, agregó.
“Existe una política de exterminio”
El periodista y analista, manifestó que lo vivido en Tlatlaya y Ayotzinapa es una síntesis del régimen, que permite visualizar cómo la represión es un mecanismo para callar las voces que van en contra del sistema. Existe toda una “política de exterminio” emprendida por parte de policías y militares.
“Quieren mantener al terror para desorganizar al pueblo, pero no debemos desanimarnos, debemos perder el miedo…con Sicilia se rompió el miedo, con el caso Ayotzinapa se marca la pauta para decir ‘¡Ya basta!‘, que se suma a movimientos sociales de años atrás que demandan un cambio en el país”, finalizó.
FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: EDGAR ROSAS.
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