miércoles, 18 de febrero de 2015

Presos del olvido

Casi la mitad de los presos en el país no reciben visitas durante su estancia en la cárcel. El vergonzoso sistema de revisión a las mujeres, los engorrosos trámites y la corrupción orillan al detenido a resignarse a purgar su sentencia sin el apoyo directo de su núcleo social.

La sobrepoblación, el disimulo de la Comisión Nacional de Derecho Humanos (CNDH) y la falta de modernización en políticas de prevención y readaptación social, han hecho del sistema penitenciario mexicano uno de los más terribles del mundo.

Las cárceles en el país se han convertido en verdaderas zonas del olvido.

De acuerdo a datos oficiales del sistema penitenciario federal y de los estados, de los 327 mil 479 presos, entre hombres y mujeres, que se registran en México poco menos de la mitad reciben visitas frecuentes de familiares y amigos.

Según datos del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social del Gobierno Federal, de la población carcelaria que abarrota los centros penitenciarios federales del país, solamente el 14 por ciento mantiene visitas familiares constantes.

El 32 por ciento recibe visitas de familiares en forma esporádica, el 11 por ciento de los presos son visitados en forma muy escasa y el 43 por ciento se considera abandonado por sus familias.

En las cárceles de jurisdicción estatal, la historia no es distinta. El abandono de los presos por parte de sus familias es notorio. Solo el 55 por ciento de los internos reciben visitas de familiares y amigos en forma regular.

El 28 por ciento de los presos reciben visitas en promedio cada 2 a 5 meses, mientras que el 18 por ciento de la población carcelaria se considera abandonado.

Cárceles Federales

14%
de los presos mantiene visitas familiares constantes

32%
de los reos recibe visitas de familiares en forma esporádica

11%
de los presos son visitados en forma muy escasa

43%
de los reclusos se considera abandonado por sus familias

Cárceles Estatales

55%
de los internos recibe visitas de familiares y amigos en forma regular

28 %
de los presos reciben visitas en promedio cada 2 a 5 meses

18 %
de los reos se considera abandonado

Sentencia en solitario

El abandono de los presos en México es propiciado por el propio sistema carcelario. El vergonzoso sistema de revisión a las mujeres, los engorrosos trámites para permitir visitas y la corrupción en la mayoría de las cárceles -en donde se cobra el acceso a las visitas- terminan por orillar al recluso a resignarse a purgar su sentencia sin el apoyo directo de su núcleo social.

A diferencia de las cárceles federales, en las prisiones estatales, el abandono de las familias a los internos se atribuye a la falta de recurso.

El 98 por ciento de las familias que son contactadas por el Departamento de Trabajo Social de las cárceles argumentan no tener recursos para visitar a su interno.

En las cárceles federales, es el propio sistema el que se encargar de desalentar a la familia a la deserción, mediante un trato violento y ofensivo a las visitas. Las revisiones denigrantes y excesivas son lo de menos.

El sistema penitenciario federal -las cárceles que fueron creadas para albergar a los presos con menor posibilidad de readaptación social y más elevado nivel de peligrosidad para la población-, alberga en sus 12 penitenciarías de máxima seguridad a 57 mil 793 internos, la mayoría de ellos acusados de delitos narcotráfico y delincuencia organizada.

Otros 229 mil 361 internos están confinados actualmente en 443 cárceles de mediana y mínima seguridad, bajo la tutela de los gobiernos de los estados. En el Distrito Federal operan 10 centros penitenciarios  que albergan a una población estimada en 40 mil 325 internos, entre hombres y mujeres.

En ninguna de las cárceles de México existe un programa que aliente a los familiares de los internos a visitarlos en prisión. La CNDH ha recibido casi 73 quejas de familiares de internos tan solo en los últimos 24 meses.

Aseguran que se les niega la visita familiar, pero la dependencia ha sido omisa. Tampoco se ha querido atender el problema de maltrato al interior de las cárceles federales.

Las temibles Zonas de Olvido

Las Zonas del Olvido, a las que en el código de la cárcel se les nombra como ZO, no existen oficialmente dentro del esquema penitenciario mexicano, pero son áreas que operan en todas las cárceles del país, incluidos los Centros Federales de Readaptación Social (CEFERESOS).

Allí son enviados todos los reos que más allá de representar un riesgo a la población de presos, ya son un estorbo a los administradores de carcelarios.

Las ZO de las cárceles estatal son áreas por lo general ubicadas en un extremo de la prisión, en donde no hay vigilancia de cámaras y la presencia de los custodios es mínima.

El número de celdas oscila entre 5 a 12, y por lo general están sobrepobladas. Se carece de servicios de agua y drenaje. No hay posibilidad de servicios médicos y se permite que prevalezca la ley del más fuerte.

A diferencia de las cárceles estatales, en los CEFERESOS las ZO son también llamadas áreas de “Tratamientos Especiales”. Ahí son módulos de 8 celdas. Los allí confinados pasan las 24 horas del día encerrados. Durante todo el día no hay actividades recreativas ni de distracción. Está prohibido hablar. Los reos no tienen acceso a una vista más allá de las cuatro paredes que se alzan en un espacio de 3 por 2 metros.


Los reos que son enviados a las Zonas de Olvido, en cualquier cárcel de México, no tienen ningún tipo de comunicación libre con el exterior. Se les restringe el derecho al contacto con sus familias a una llamada telefónica, monitoreada –escuchada por los guardias penitenciarios- cada 15 días. El correo es permitido previa revisión del área de custodia.

A la fecha, las cárceles federales del país en conjunto  enfrentan al menos 654 amparos contra incomunicación de sus presos. En los últimos 5 años, los jueces han otorgado la protección de la justicia en al menos 159 casos, para que los reos federales no sean privados de su derecho a la comunicación, pero las direcciones de los CEFERESOS no acatan la disposición, bajo el argumento de la máxima seguridad de la prisión.

Actualmente, al menos 2 mil 178 reos federales y estatales viven en Zonas de Olvido, la mayoría de ellos a causa de su conducta violenta o reincidente en algunos delitos cometido dentro de la prisión.

Existen presos dentro del sistema penitenciario nacional –principalmente en las cárceles federales- que ya han roto cualquier tipo de récord en materia de aislamiento. En algunos casos hay presos que tienen de 10 a 15 años sin estar en contacto físico con algún familiar o amigo.

La mayoría de los internos que se suicidan o mueren dentro de las prisiones de México, al menos así lo revelan las cifras de los  últimos dos años, son los reos que están asignados a las Zonas de Olvido. En las cárceles federales, las agresiones provienen de los propios custodios.

Zonas de Olvido

> Por lo general están sobrepobladas

> Se carece de servicios de agua y drenaje

> No hay posibilidad de servicios médicos

> Se permite que prevalezca la ley del más fuerte

> No tienen ningún tipo de comunicación libre con el exterior

> Se les restringe el derecho al contacto con sus familias a una llamada telefónica, monitoreada, cada 15 días

> El correo es permitido previa revisión del área de custodia

Olvidados entre los olvidados

Otra forma de olvido son los presos que son enviados a los centros de rehabilitación psicosocial, donde el trato es inhumano para aquellos reos que sus conductas diarias son motivadas por una disfunción en su proceso de pensamiento y que no pueden ser sometidos a un tratamiento de readaptación social “normal”.

Solo en el Distrito Federal, en el Centro Varonil de Rehabilitación Social  (CEVAREPSI) se tienen una población de 349 internos, quienes actúan fuera de la realidad, tras haber perdido la razón. El dato medular de estos reos no es en sí la perdida la razón, si no el momento en que la perdieron.

La mayoría de los internos del CEVAREPSI perdieron la razón estando en prisión. Los primeros meses de aislamiento o de tratamiento en áreas especiales de las cárceles del Distrito Federal hicieron que esos internos se desconectaran de la realidad, haciéndose candidatos a un tratamiento formalmente especial.

Se han detectado casos en los que la autoridad penitenciaria ha decidido el traslado de internos del fuero común al CEVAREPSI tras detectar actos de violación tumultuaria en contra de algunos de los recién llegados, quienes no fueron valorados en forma adecuada y fueron internados en pabellones violentos por decisiones administrativas.

De los reos que se encuentran internados en el CEVAREPSI, solamente el 8 por ciento de ellos recibe la visita de sus familiares. Un 92 por ciento de los internos en ese centro se considera “no apto para el trato social” por disposición médica. Hay presos que ya tienen 8 años en esa condición, y aún le quedan por cumplir al menos 20 años de prisión.

En el ámbito federal, el Centro Federal de Readaptación Psico Social (CEFEREPSI) es la instancia que alberga a los reos federales afectados de la psique.

Actualmente ese centro federal mantiene una población de 477 internos. El 90 por ciento se encuentran en el olvido por parte de sus familiares. Las visitas en esa cárcel federal a los reos se dosifican con mayor rigurosidad que en los otros centros federales, toda vez que a la valoración del CTI, se le debe agregara la opinión psiquiátrica y del área de custodia y seguridad.

Los Consejos Técnicos Interdisciplinarios

La decisión de mandar a un reo a la Zona del Olvido, siempre y cuando cumpla con los cuatro requisitos fundamentales para ello, que son: ser sentenciado, reincidente, violento y sin visitas, no depende de una sola persona. Ni siquiera un juez es el que determina sobre ello. Es un grupo de funcionarios carcelarios los que deciden la vida de un reo dentro de la cárcel.

El llamado CTI –Consejo Técnico Interdisciplinario-  sesiona al menos dos veces por semana en los CEFERESOS, en las cárceles estatales sesiona una vez cada 15 días.

Allí se toman acuerdos entre los encargados de las áreas de la cárcel para decidir a qué reo se le envía a aislamiento permanente. El aislamiento puede ser solo un castigo temporal, pero por lo general, y en la mayoría de los casos, es una decisión permanente.

En las cárceles federales, no importa que el reo no cumpla con el requisito de ser sentenciado antes de ser enviado a aislamiento. Los procesados reciben el mismo tratamiento que los reos sentenciados. De hecho, las estadísticas oficiales apuntan que actualmente en los CEFERESOS son más los reos procesados que se mantienen en “tratamientos especial” frente a los reos con sentencia firme.

También corresponde al CTI -el que asume funciones propias de los jueces bajo cuya responsabilidad se encuentran los reos procesados- determinar las condiciones de vida dentro de la cárcel para los reos que violentan el reglamento de la prisión en la que se encuentren.


En los CEFERESO el CTI impone actualmente sanciones de aislamiento que van de 10 hasta 130 días a los reos violentos. El castigo del asilamiento se puede repetir indefinidamente cada vez que se vence el plazo.

Por la aprobación de los integrantes del CTI pasan las solicitudes de mejora intra carcelaria de los reos, las que con frecuencia son negadas. Pasando por encima de los jueces, los miembros del CTI son los autorizan servicios médicos, traslados, alimentación, actividades de esparcimiento, acceso al trabajo, tratamientos especializados de psiquiatría, atención geriátrica y hasta derecho a la visita familiar –incluyendo la visita íntima- para los reos.


El 98 por ciento de los amparos que presentan los reos, al considerar que sus garantías individuales se han violentado dentro de la prisión, marcan como autoridad responsable a los CTI, sobre los cuales, pese a que en el 37 por ciento de los casos los jueces han dado la razón a los reos, la CNDH no ha emitido una sola recomendación contra esa instancia. Tampoco ninguna judicial en el país ha dictaminado como ilegal o legal la figura de la CTI dentro del sistema penitenciario de México.

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: J. JESÚS LEMUS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario