Las detenciones de Servando Martínez y Omar Treviño, jefes de los dos cárteles más sanguinarios que han existido en México, significan para las autoridades el final de las organizaciones que lideran... al menos tal y como se conocen hasta ahora.
Tan efímero como violento
El 10 de marzo del 2011, los michoacanos se despertaron con una noticia que no parecía grave: En decenas de puentes peatonales, escuelas y edificios públicos en todo el estado se habían colgado mantas con las que se anunciaba el nacimiento de la organización Los Caballeros Templarios.
Era el cártel que supliría a la cada vez más débil organización criminal de La Familia Michoacana.
Lo que decían las mantas no tomó por sorpresa a nadie.
Hacía poco más de 7 años, el 4 de marzo del 2004, el mismo cártel de La Familia Michoacana había anunciado su nacimiento de la misma forma.
En el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) se atribuyó el hecho solo a un cambio de patente en el control de las rutas del narcotráfico en Michoacán.
Ni siquiera entre los funcionarios de campo del Cisen desplegados en Michoacán se sospechó los extremos de violencia a los que llevaría esa organización a todo el estado.
Era una escisión de La Familia Michoacana que estaba integrándose como cártel, se dijo en los informes oficiales en marzo del 2011. No habría una transición violenta, dijeron.
Ahora se sabe que estaban muy lejos de la realidad.
Los fundadores del cártel de los Templarios -entre ellos Nazario Moreno, “El Chayo”; Enrique Plancarte Solís, “La chiva”; Servando Gómez Martínez, “La Tuta, y Dionisio Loya Plancarte, “El tío”- emprendieron una guerra a muerte contra el cártel que los vio nacer como organización criminal, La Familia Michoacana.
Desconocieron a su antiguo jefe Jesús Méndez Vargas, “El chango”, y decidieron comprar todo el estado.
En el cuarto aniversario del nacimiento formal de Los Templarios, esa organización criminal fue declarada formalmente desarticulada. El anuncio de su eliminación fue hecho por el mando especial de la Federación para la seguridad de Michoacán, el general Felipe Gurrola Ramírez.
La desarticulación del cártel -uno de los más efímeros, pero también uno de los más violentos en la historia del narcotráfico mexicano- costó la muerte de al menos 56 marinos, 65 soldados, 32 policías federales, 6 policías ministeriales, 7 agentes de la PGR, 17 policías estatales, 29 policías municipales, 37 autodefensas, así como mil 370 civiles ajenos a la confrontación.
Del bando criminal, en cuatro años de una guerra abierta, perdieron la vida al menos 782 presuntos miembros.
El precio del cártel
No se tiene cuantificado el costo económico que representó a la Federación el combate al cártel de Los Caballeros Templarios en los últimos cuatro años, pero se habla extraoficialmente de al menos unos 3 mil millones de pesos, y la movilización de casi 18 mil elementos de tropas de diversas corporaciones de seguridad.
Al costo económico que ha significado esta organización criminal se debe sumar el costo social.
No solo por el encarcelamiento de más de 600 personas vinculadas a proceso por su probable responsabilidad en la comisión del delito de delincuencia organizada, sino por los casi 230 funcionarios estatales y municipales que fueron sometidos a proceso por corrupción, al mantener tratos económicos con el cártel.
La operatividad impune de Los Templarios en el estado de Michoacán también deja como saldo negro la desaparición de por lo menos mil 130 personas, las que se presume fueron “levantadas” y llevadas a cualquiera de las fosas clandestinas que exprofeso proliferaron en todo el suelo michoacano.
A la fecha existen 2 síndicos, 11 directores municipales de seguridad pública, 3 subdirectores de seguridad pública municipal, 8 policías ministeriales, 29 policías estatales y 150 policías municipales sometidos a proceso por haber colaborado con el cártel en la desaparición de personas.
A Los Caballeros Templarios se le atribuye una de las más grandes narco fosas que se han encontrado en el país, en los últimos 10 años. La que se encontró a zona limítrofe de Michoacán y Jalisco, en la localidad de La Barca, en donde se encontraron los cuerpos de 76 personas, cuya magnitud llamó la atención de la DEA, la que presumió allí la presencia de dos de sus agentes desaparecidos.
El costo político
Ninguno de los cárteles de las drogas actuantes en el país había sido tan proclive a la injerencia en asuntos de gobierno.
Desde que nació, el cártel de Los Templarios manifestó su interés por relacionarse con estos temas.
Los sobornos a funcionarios de todos los niveles en Michoacán todavía son investigados por el Gobierno Federal.
Esa relación perversa entre el narco y las esferas de gobierno le significaron PRI michoacano una de sus peores desgracias.
El encarcelamiento del gobernador interino Jesús Reyna García y la renuncia obligada del gobernador constitucional Fausto Vallejo Figueroa, tienen hoy al tricolor de espaldas en el inicio de la contienda electoral para renovar la gubernatura.
Al encarcelamiento de Reyna García, se debe sumar el procesamiento del exdiputado local José Trinidad Martínez Pasalagua.
También, el de los alcaldes de Lázaro Cárdenas, Arquímedes Oseguera Solorio; el de Apatzingán, Uriel Chávez Mendoza; el de Aguililla, Jesús Cruz Valencia.
En la suma está la alcaldesa de Huetamo, Dalia Santana Pineda; la de Pátzcuaro, Salma Karrúm Cervantes, además del presidente municipal Numarán, José Luis Madrigal y el de Charapan, Simón Vicente Pacheco.
Principio del fin
La detención de “ La Tuta”, ocurrida la madrugada del viernes 27 de febrero del 2015, apuntó hacia la declaración oficial de disolución total del cártel que por casi 4 años mantuvo bajo su poder no solo el tráfico de drogas, sino el control de los gobiernos estatal y municipales de Michoacán, así como la economía de las principales regiones del estado.
El alto mando encargado de la seguridad en Michoacán, señaló que después de Servando Gómez ya no hay quien pudiera mantener una reorganización del cártel. Todos los que tenían don de mando dentro de esa organización criminal ya están anulados. La mayoría fueron abatidos en enfrentamientos y solo algunos permanecen en cárceles de alta seguridad.
Solo queda por detener a Homero González Rodríguez, “El gallito”, quien es considerado por los órganos de inteligencia del gobierno mexicano como el sucesor natural en el liderazgo del cártel, por ser primo de Nazario Moreno González, “El Chayo”.
La lógica del General
Para el alto mando militar asignado como enlace para la seguridad de Michoacán, Felipe Gurrola, el cártel de Los Caballeros Templarios se encuentra totalmente desarticulado
“No tenemos indicios de que ese cártel exista como organización delictiva, que podamos ubicar”, dijo el general Gurrola. “Podría haber en algún lugar, un reducto, pero no como organización criminal. Como cártel, Los Templarios están desmantelados en un 90 por ciento”.
Frente a la posibilidad de que los dos jefes de plaza que faltan por capturar puedan reorganizar al cártel Gurrola fue claro: “es difícil que alguien se haga cargo de una organización que no existe, es difícil que alguien se haga cargo de algo que no tiene presencia, como el cártel de Los Templarios”.
FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: J. JESÚS LEMUS.
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