MÉXICO, D.F: El primer caso que puso a prueba a Jesús Murillo Karam como procurador general de la República fue la explosión del 31 de enero de 2013 en el edificio B-2 del Complejo Administrativo de Pemex, en la Ciudad de México. El último: el de los 43 normalistas de Atoyzinapa desaparecidos, que quiso sepultar con su repudiada frase de la “verdad histórica”.
Además de esta última, tuvo otras derrotas: la insostenible acusación por lavado de dinero que pretendió fincar a Elba Esther Gordillo, exdirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); el caso del albergue La Gran Familia de Rosa Verduzco, Mamá Rosa, en Zamora, Michoacán; la puesta en libertad de Rafael Caro Quintero, que irritó al gobierno de Estados Unidos…
Como procurador, Murillo Karam también estuvo implicado en escándalos familiares, entre ellos la denuncia penal interpuesta por Alexia Ímaz –hija de Eugenio Ímaz Gispert, director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen)– contra su exnovio Gerardo Saade Murillo –nieto de Murillo Karam–, quien la golpeaba, según expuso la denunciante. La querella fue retirada súbitamente; meses después salió a relucir el nombre de Gabriela Saade Murillo, hermana de Gerardo, por presunto “tráfico de influencias”.
Los infortunios de Murillo Karam al frente de la PGR se iniciaron cuando tenía un mes al frente de la dependencia. La tarde del 31 de enero de 2013 una explosión en el edificio B-2 del Complejo Administrativo de Pemex cimbró al país. Hubo 37 muertos y más de 100 heridos…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2000 de la revista Proceso, actualmente en ciculación.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: PARTRICIA DÁVILA (REPORTAJE ESPECIAL).
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