Si los electores que estos comicios anularon su sufragio hubiesen tenido una alternativa para depositar esa papeleta, hoy tendrían un partido ostentándose como la tercera fuerza política del país.
Salir a votar ya es de por sí un acto de fe. El pasado domingo, poco más de la mitad de los mexicanos con posibilidades de sufragar, decidieron no hacerlo.
De acuerdo al PREP, el abstencionismo en este proceso electoral fue de casi 53 por ciento.
Sin embargo, hubo un 4.88 por ciento de los electores activos que se levantó, buscó su casilla, hizo fila… y anuló su voto.
Si todos esos votantes hubiesen elegido hacer un partido, en este momento tendrían registro.
A nivel nacional, las boletas anuladas por las autoridades electorales superaron en porcentaje a la suma de lo obtenido por Nueva Alianza, que logró el 3.74 por ciento de los votos; Encuentro Social, con 3.30 por ciento; el Partido del Trabajo, que solo alcanzó el 2.87 por ciento, y el Partido Humanista, que se quedó con 2.14 por ciento.
Pero no solo eso, en algunos estados -de haber existido- el “Partido del Voto Nulo” se ubicaría como la tercera fuerza política más fuerte.
Tan solo en Distrito Federal hubo más de 220 mil votos nulos, lo que representa el 7.40 por ciento del total. Es decir que el “Partido del Voto Nulo” en el DF, hubiera conseguido lo que ni Change.org ni el INE: darle una lección al Partido Verde, que ahí solo consiguió el 5.06 por ciento de los sufragios.
En Aguascalientes, el escenario para el imaginario partido fue incluso mejor. Más de 22 mil hidrocálidos anularon su voto para la elección de diputados federales, lo que representó el 7.33 por ciento de los sufragios, muy por encima del PRD, que obtuvo el 3.89 por ciento.
Sinaloa, Puebla, Baja California y Chihuahua fueron otros de los estados en donde el voto anulado superó a los sufragios emitidos a favor de partidos registrados.
El auge de los votos nulos se vio impulsado por una inédita y controversial campaña entre los que exhortaban a anular el voto como una muestra de rechazo a la clase política y los que calificaban esta opción como una pataleta sin sentido.
Sin embargo, la cifra oficial de votos anulados no representa un triunfo para los impulsores de esta alternativa.
Y es que, de acuerdo al INE, no todos los votos nulos fueron porque así lo decidió el votante, algunos fueron marcados de esa manera por errores a la hora de sufragar.
El Instituto Nacional Electoral establece la definición de voto nulo como el que un elector deposita en la urna sin haber marcado ningún cuadro que contenga el emblema de un partido político o el que se marca dos o más cuadros sin que exista coalición entre los emblemas.
Según el INE, la mayor parte del voto nulo se contabilizó en las zonas rurales, lo que sugiere que más que producto de la campaña de activistas políticos, fue consecuencia de confusión entre los electores.
De hecho, en el 2009 y 2012 las campañas pro voto nulo ni siquiera existían y aún así el porcentaje de anulistas fue mayor que este año, 5.4 y 4.96 por ciento respectivamente.
Así que las boletas fueron marcadas con mensajes a los políticos -o a sus madres y demás familiares- las que recordaron a los 43 normalistas desaparecidos o cambiaron los nombres de los candidatos fueron anuladas de la misma manera que las del elector que quiso votar, pero se equivocó en algo.
FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: CAROLINA HERNÁNDEZ.
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