MÉXICO, D.F: Con su marido Felipe Calderón como el principal lastre, huérfana de recursos, equipo y aun proyecto, Margarita Zavala tomó ya la más trascendental decisión de su vida política, pero también la que le augura un aciago futuro: La derrota.
Su anuncio de buscar la candidatura presidencial, tres años antes de la elección –como lo hizo Vicente Fox en 1997–, es la confesión de que siempre fueron nulas sus posibilidades de ganar la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN).
Y ahora su proyecto pasa por ganar tiempo para que Gustavo Madero, quien sin duda será coordinador de los diputados federales, y el gobernador Rafael Moreno Valle se despedacen por la candidatura para emerger ella como la opción pacificadora del PAN.
Esta apuesta de Zavala tampoco se anticipa exitosa: Aun cuando pueda haber choques entre Madero y Moreno Valle, y ya los ha habido justamente por esa disputa, los une el control sobre el partido y no tienen ningún incentivo para cederlo a nadie, menos a una rival que podría liquidarlos.
Aunque sacudido por la peor derrota en un cuarto de siglo y emocionalmente lastimado por la muerte de Juan Molinar –su confidente y consejero–, Madero tiene capturado el PAN: El CEN (ocho de nueve integrantes y 29 de las 30 secretarías, coordinaciones y direcciones); la Comisión Política, que es el órgano que toma las principales decisiones (36 de 38).
También tiene bajo su hegemonía el Consejo Nacional, formalmente el máximo órgano de dirección: De los 380 miembros, controla al menos a 300, y el resto es una desarticulada y anodina oposición. Pero, además, controla el padrón y la mayoría de los 430 mil miembros.
Es muy probable que, en las elecciones en las que Ricardo Anaya sea declarado ganador –no hay otro prospecto con mayor contundencia–, haya una recomposición de este entramado institucional, pero no será tan radical que derrumbe todo el imperio levantado por Madero.
Pese a la disminuida fuerza del PAN en la Cámara de Diputados, donde tendrá 108 y no los más de 150 o 200 que esperaba, Madero seguirá teniendo recursos políticos y económicos, así como protagonismo y visibilidad, de los que carecerán no sólo Moreno Valle –que termina su gobierno en Puebla el próximo año–, sino sobre todo Margarita Zavala.
Por eso, astuto como es, Madero no tiene empacho en escabullirse de las preguntas sobre su aspiración presidencial y distraer con la maniobra de construir un “frente opositor” para enfrentar al PRI en 2018 que, llegado el momento, pueda definir quién lo encabeza.
El proyecto es que sea él, el nieto de Francisco I. Madero, pero también Moreno Valle, un expriista que es hábil para vender la idea –en el PAN y en los ámbitos de poder financiero–, de que él sí puede ganarle al PRI y a Andrés Manuel López Obrador.
Hoy mismo Madero y Moreno Valle enviaron señales de lo que viene: Con la ausencia elocuente del primero, el gobernador de Puebla fue anfitrión de diputados, senadores y candidatos ganadores a los gobiernos de Querétaro y Baja California Sur, encabezados por Ricardo Anaya.
No hay nada raro ya en eso, porque los apoyos de panistas a Margarita no serán siquiera los que obtuvo, por ejemplo, Ernesto Cordero en la elección de mayo del año pasado contra Madero, que se reeligió sin problemas.
Dos ejemplos: El coordinador de la campaña de Cordero, Maximiliano Cortázar, está en el equipo de Moreno Valle y Roberto Gil Zuarth, exsecretario particular de Calderón, será el coordinador de campaña de Anaya, quien lo hará coordinador de los senadores.
Pero algo es inaudito para Margarita hasta hace poco: Gil Zuarth y Javier Lozano, dos emblemas del calderonismo ya residual, le recriminaron adelantarse en su búsqueda de la candidatura presidencial. El primero por las implicaciones políticas de tensión que generará y el segundo, más directo, de plano la ubicó en sus capacidades.
“Una cosa es tener ganas y otra cosa es tener con qué –expuso Lozano–. Me parece que para administrar al gobierno de la República se necesita algo de experiencia y con todo respeto en otros, como mi gobernador Moreno Valle, veo mayor experiencia de gobierno que podría ser su carta de presentación”.
Es cierto: ¿Qué ha hecho Zavala además de una diputación federal? Nada.
Pero, además de estos obstáculos en el PAN –que ni modo que no se lo digan sus consejeros César Nava y Jordy Herrera–, Margarita Zavala tiene uno descomunal: Felipe Calderón, su marido, quien si de por sí es un fardo entre los panistas, que repudian sus amenazas de ruptura, lo es mayor entre los mexicanos.
Aun si Margarita Zavala decidiera ser candidata presidencial independiente, que por las condiciones descritas en el PAN es lo más seguro, la presencia de su marido es la mayor garantía de fracaso…
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
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