MÉXICO, D.F: Aunque está anunciado su retorno formal para el lunes 3 de septiembre, en realidad Jacobo Zabludovsky volverá a los micrófonos el sábado primero, en una emisión especial de La 69, una nueva emisora del Grupo Radio Centro. Su regreso a los medios electrónicos no es sólo un hito en sí mismo, sino un episodio trascendental –pero inútil– en un agudo conflicto entre esa organización radial y su proveedor más importante, Infored, que le proporciona su insumo principal, información, y sus más abundantes ingresos.
Zabludovsky comenzó en la radio su larga carrera en la comunicación. Su licencia de locutor data de 1945. Tenía entonces 17 años de edad, y luego de escribir notas en la redacción de XEX, dirigida por Alonso Sordo Noriega, se inició en el trabajo periodístico en la cadena Radio Continental. Aunque también fue columnista de diario (Clepsidra, en Novedades) y articulista en publicaciones semanarias (El Redondel y, sobre todo, la revista Siempre!), y se convirtió en el rostro informativo de la televisión, no abandonó del todo su lugar en la radio. Durante largo tiempo, en una involuntaria confesión de que se consumaba una deplorable labor visual y daba lo mismo oírlo y no verlo, su noticiario 24 Horas se difundió simultáneamente por las dos W, el Canal de las Estrellas y la estación de la que en 1930 partió Emilio Azcárraga Vidaurreta para edificar su imperio mediático.
Servidor del poder (a veces formalmente, como en los sexenios y las oficinas de López Mateos y Díaz Ordaz) más que de la sociedad, Zabludovsky introdujo el periodismo a la televisión, y lo encarnó durante décadas. A mediados de los ochenta, como pieza de arreglos internos en Televisa y en la relación de ese consorcio con el gobierno, Zabludovsky fue desplazado a Estados Unidos. Volvió en 1987, según su propia revelación, llamado por Miguel Alemán Velasco “por convenir así a los intereses del sistema”. A poco andar mostró cuán exacta era esa apreciación: mediante una entrevista a presuntos hijos del general Lázaro Cárdenas nacidos fuera de matrimonio, se sumó a la atroz campaña de desprestigio que el gobierno lanzó contra Cuauhtémoc Cárdenas para frenar su creciente suma de voluntades. Se sintetizó allí la práctica manipuladora que, más que su prestancia profesional, caracterizó la tarea televisiva de Zabludovsky. En ese mismo 1988, a instancias del candidato panista Manuel J. Clouthier, un público usualmente fiel al talante y estilo del comunicador practicó un boicot contra 24 Horas y la programación de Televisa en general.
Todavía sirvió a esos intereses durante una década más. El 19 de enero de 1998 se transmitió por última vez el noticiario con el que se le identificó y con el que tuvo presencia cotidiana en el seno de millones de hogares, cuyos habitantes se referían a él como a un miembro de la familia, con su primer nombre solamente. Siguió, sin embargo, protagonizando apariciones esporádicas en la pantalla hasta que se marchó de Televisa en solidaridad con su hijo Abraham, que a su vez se despidió el año pasado por no haber sido nombrado titular de la emisión nocturna –él dirigía la de las 14 horas– del principal informativo.
Después de tal receso, Zabludovsky vuelve a las andadas. Aparte el prestigio y el desprestigio que lleva consigo, aporta su nombre y su historia al combate que Grupo Radio Centro ha lanzado contra la empresa periodística dirigida por José Gutiérrez Vivó. Se trata de una nueva expresión de una guerra permanente por el mercado radiofónico, quizás el más dinámico entre los buscados por los medios de información. Autor del concepto y la práctica del Monitor, que data ya de hace 27 años, Gutiérrez Vivó pasó de ser el más influyente emisor de noticias en la radio a encabezar una iniciativa empresarial sugerente y exitosa. Cuando Clemente Serna Martínez vendió Radio Red a la familia Aguirre, Gutiérrez Vivó puso en valor su propia participación en la emisora en venta y rehusó ser considerado como simple activo sobre el que también recaía el traslado de dominio. El que quiera azul celeste, que le cueste, propuso. Y consiguió un contrato ventajoso para ambas partes que, sin embargo, ha sido después denunciado en los hechos por los propietarios del grupo comprador.
Infored, la empresa creada para ese propósito por Gutiérrez Vivó, se obligó a ser el proveedor exclusivo de sus emisiones periodísticas (cuatro Monitores, con duración de más de 10 horas en total, y los Metropolitanos, cada hora) al Grupo Radio Centro, que a su vez no podría introducir servicios informativos ajenos a sus emisoras. Dos de ellas, adicionalmente, pasaron a ser propiedad de Gutiérrez Vivó –como parte del pago por el contrato que está vigente hasta el año 2015–, y sobre ellas pesa semejante interdicción: Gutiérrez Vivó no puede hacer periodismo en sus propias emisoras.
De varios modos ha buscado Grupo Radio Centro desembarazarse de un contrato que le rinde ingresos cuantiosos por venta de publicidad. El año pasado pretendió vender Radio Red a Televisa, sin respetar el derecho de preferencia pactado con Gutiérrez Vivó. Cuando la maniobra falló, el grupo Aguirre inició dos nuevas acciones: este año dejó de cubrir los pagos que mensualmente debe hacer a Infored. Y hasta se ufana de su incumplimiento. En una carta enviada a la comunidad financiera (debido a que sus acciones cotizan en bolsa) y tras aceptar que en contraste con el año pasado (en que hubo abundantes pagos por campañas políticas) sus ingresos se han reducido en 32%, informa que ha ajustado su gasto corporativo, lo que incluye “una reducción en los honorarios pagados por la compañía a Infored para la producción del programa Monitor”.
Además de esa presión financiera para quebrar el contrato, GRC introdujo dos programas informativos en La 69, una emisora recién adquirida por el grupo. Uno es el de Zabludovsky. Otro está a cargo de Nino Canún. De ese modo quieren los Aguirre batir a Gutiérrez Vivó. Así no lo conseguirán.
*Columna Interés Público. Publicada en Proceso 1295 (26 de agosto de 2001).
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA (REPORTAJE ESPECIAL)
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