No se trata de una amenaza, sino del frío cálculo de quien fuera jefe de sicarios de Pablo Escobar. Jhon Jairo Velásquez, apodado “Popeye”, uno de los tres sobrevivientes del Cártel de Medellín, se muestra seguro de que el capo mexicano sería capturado si todos sus enemigos –policías y militares honrados, agentes estadunidenses e incluso Los Zetas– se unen para localizarlo. El problema, dice, es que ni al gobierno mexicano ni al propio Chapo les conviene que sobreviva.
MEDELLÍN, Colombia: Un año después de haber salido de prisión, y a pesar de que según él hay “un 80% de posibilidades” de que lo maten, el exjefe de sicarios de Pablo Escobar, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, Popeye, hace su vida en Medellín sin esconderse ni exponerse.
En el despacho jurídico de un exclusivo sector de Medellín, al que llegó con dos escoltas, Popeye habla con Proceso de su libertad tras 23 años de cárcel y cuenta que sigue paso a paso las noticias del mundo criminal, incluida la fuga del narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
El expistolero, que pasó 10 años al lado de Escobar y ha convivido con la élite delictiva de Colombia, aventura:
–El Chapo es hombre muerto.
–¿Por qué?
–Él sabe que tiene que hacerse matar, porque si lo agarran vivo lo van a extraditar a Estados Unidos. Y él no soporta una cárcel de súper alta seguridad en Estados Unidos. Ahí la comida se la dan a usted con un pito (popote), desayuno, almuerzo y cena. Nadie le habla, no hay contacto humano. Si le llega una carta se la muestran por una pantalla de televisión…
–¿Usted cree que El Chapo no soporta eso?
–No. Imagínese, para tomar el sol lo sacan de la celda en una jaula. Y para un mexicano recalcitrante como El Chapo, que es así como era Pablo Escobar cuando vivía aquí, en su tierra, estar en una cárcel de Estados Unidos es una cosa muy berraca (dura). Por eso El Chapo se hace matar.
De acuerdo con esta visión de Velásquez Vásquez, fundada en su condición de “bandido retirado”, el jefe del Cártel de Sinaloa sabe que si lo atrapan lo van a extraditar a Estados Unidos porque al gobierno de Enrique Peña Nieto “le queda imposible mantenerlo en una cárcel en México luego de esa fuga”.
Popeye también se fugó de una cárcel el 22 de julio de 1992. Lo hizo con Pablo Escobar, el jefe del Cártel de Medellín, cuando el gobierno de César Gaviria quería trasladarlos de la cárcel La Catedral –hecha y controlada por ellos– a un penal militar.
Escobar, el principal capo del narcotráfico en su época, huyó sin pausa durante 16 meses y 11 días. El 2 de diciembre de 1993 murió baleado en el tejado de una casa en Medellín, al enfrentarse con miembros del Bloque de Búsqueda, un grupo de élite policiaco-militar que lo persiguió día y noche.
Según Popeye, dar con el paradero del Chapo puede llevarles a las autoridades mexicanas entre 16 y 18 meses.
–¿De dónde saca esas cuentas?
–Es el tiempo lógico en que lo pueden ir acorralando en sus finanzas, en su familia, en su aparato de seguridad, en todo. Eso no es de un día para otro, es un trabajo milimétrico. Tienen que hacer mucha inteligencia, y eso es despacio. Pero de que dan con él, dan con él, porque es un asunto político para el gobierno mexicano. De honor.
(Fragmento de la entrevista que publica la revista Proceso 2025, ya en circulación)
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: RAFAEL CRODA.
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