En los primeros tres años de su gestión, Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, han venido esgrimiendo un falso discurso económico sobre una pretendida prosperidad nacional. Lo cierto es que convirtieron el país en una fábrica de pobres, según demuestran las propias cifras de instituciones como el Inegi y el Banco de México. Ante esta lacerante realidad, las pregonadas reformas estructurales –la fiscal y la energética– sólo evidencian un crecimiento torpe y excluyente. Al parecer, lo único que se multiplica en México es la pobreza. Y todo indica que esta situación no cambiará en los últimos años.
MÉXICO, D.F: El lunes 3 de agosto, durante una gira de trabajo por el Estado de México, el presidente Enrique Peña Nieto adelantó el tono del discurso que dará el miércoles 2 de septiembre –al menos en la parte económica– con motivo de su tercer informe de gobierno.
El país no ha registrado un crecimiento económico “en los niveles que quisiéramos”; “en el tamaño de crecimiento que hubiésemos querido llevar a la fecha”, dijo. Pero no estamos tan mal, sugirió, pues “a otras economías del mundo les ha ido peor”.
Y agregó: “En México lo sentimos, lo explicamos, pero para quienes tienen, quizá, un mayor conocimiento en el tema, entienden muy bien que el escenario global es difícil; que lamentablemente nos toca observar cómo diferentes regiones del mundo han enfrentado o están viviendo desaceleración en sus economías, incluso teniendo crecimientos negativos en el desempeño de sus economías”.
Es el discurso recurrente del mandatario, pero sobre todo del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien cotidiana e invariablemente emplea la fórmula, cuando hay un dato malo en la economía, de que otros países están peor que México.
Pero la información oficial en torno al desempeño de la economía en lo que va de la administración de Peña Nieto, en especial los datos y cifras del Banco de México y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) –esas sí, sin adjetivos–, dan cuenta del fracaso en la conducción de la economía nacional, independientemente del entorno internacional.
El 26 de diciembre de 2013 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Programa Nacional de Financiamiento al Desarrollo (Pronafide), en el que se planteaban dos escenarios para el crecimiento económico: uno sin reformas, que es el crecimiento “inercial”, y otro con reformas estructurales.
Sin reformas, la economía crecería 3.8% en 2015; 3.7% en 2016; 3.6% en 2017, y 3.5% en 2018, al término de la administración.
Pero con reformas, según el Pronafide, el ritmo de la economía sería acelerado: 4.7% en 2015; 4.9% en 2016; 5.2% en 2017, y 5.3% en 2018 (Proceso 2005).
A 20 meses de la publicación de ese documento y ya en plena vigencia y operación las reformas, la realidad, cruda, ha sido un palmo de narices para el gobierno.
(Fragmento del reportaje que se publica la revista Proceso 2026, ya en circulación)
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: CARLOS ACOSTA CÓRDOVA.
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